“Cómo se quiere contar Malvinas está en tensión permanente y la causa
significa contar Malvinas de otra manera. Entonces por eso cuesta tanto”.
Laurentina Alonso
“Nos acusaban de mentirosos o caranchos.
Pero ahora estamos en condiciones de avanzar
sobre los crímenes cometidos contra los soldados conscriptos,
la última víctima colectiva de la dictadura”.1
Jerónimo Guerrero Iraola
Luego de casi tres años sin avances, el 19 de febrero del 2015, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) respondió al recurso presentado por el CECIM como querellante mediante un escueto dictamen: “Que el recurso extraordinario, cuya denegación origina esta queja, no se dirige contra una sentencia definitiva o equiparable (Ley N.° 48, art. 14). Por eso se la desestima”.2
Con esa resolución de sólo tres líneas, parecía quedar firme el fallo de casación que daba por prescripta la causa por torturas a soldados durante la guerra de Malvinas al considerar que los casos presentados no podían ser tipificados como “delitos de lesa humanidad”. Ante esta situación, organizaciones como la CPM, la agrupación H.I.J.O.S. y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DADAI) decidieron apoyar a los excombatientes en el reclamo de verdad y justicia y se presentaron como Amicus Curiae ante la CSJ. Asimismo, desde el CECIM se convocó a una concentración en las escalinatas de la CSJ a fin de manifestar su rechazo frente la resolución emitida y recibió el apoyo de organizaciones de derechos humanos, como podemos ver en las imágenes 2 a 6.
En el acto, las organizaciones presentes acusaron a la CSJ de reeditar la doctrina del Punto Final e imponer un nuevo silencio frente a los avances en materia de derechos humanos y reparaciones. En este aspecto apelaban a una asociación entre decisiones pasadas y la presente que permitía proyectar una impugnación de esta última en tanto consagraba impunidad en un contexto político y social donde esta era cuestionada. Sobre esta resolución, Ernesto Alonso, quien tuvo una participación clave desde los inicios de la demanda judicial, reflexiona:
[…] cuando sacó la resolución la Corte, fue un carpetazo por abajo. Estaban haciendo un favor a alguien, pensando que no iba a pasar nada y se encontraron con unos “locos” que fueron a armar un despelote bárbaro a la propia Corte Suprema, en las escalinatas. Y tomó una envergadura importante, no midieron eso quizás. Y al verse con la responsabilidad internacional, nos responden de esa forma, que habilita al que proceso siga.3
En este capítulo se analiza el rol de las organizaciones de derechos humanos en el impulso y sostenimiento de la causa 1777/07, y en las formas de inscribir a la guerra de Malvinas en las políticas de “Memoria, verdad y justicia”. Asimismo, se examinan, piensan e inscriben las violaciones a los derechos humanos y torturas ocurridas en el teatro de operaciones desde una perspectiva de género que toma en consideración la construcción de masculinidad hegemónica que operó ya desde el servicio militar obligatorio. Por último, se especifican las narrativas generadas respecto de hechos que, nuevamente, ponen en cuestionamiento los desempeños de las Fuerzas Armadas argentinas en la última dictadura cívico-militar.
Frente a la resolución de la CSJ, el CECIM interpuso un recurso de revocatoria y aclaratoria. Esto mostró un repertorio de acciones desplegado en dos frentes: por un lado, el judicial, mediante presentaciones y recursos, y por otro, la protesta pública. En cierta forma, ambos eran vistos como parte de un proceso de disputa en la búsqueda de generar condiciones para lograr sus demandas. Sobre las dificultades de este proceso, uno de los abogados de esta organización de exsoldados sostiene:
Yo no sé todavía cómo hicimos ese recurso. La verdad es que... es como parte de los blancos que tiene mi memoria en relación con ese proceso tan vertiginoso, tiene que ver con que me encontré haciendo cosas que tal vez hubiesen requerido —en otro contexto— como un carreteo más importante, un aprendizaje más con más cadencia. También es increíble porque hoy casi que no le tengo miedo a nada (…). De repente te tiran al mar y te dicen: “nadá”; bueno, nademos.4
De esta manera, se trató de un escenario en el que los “operadores judiciales” (Andriotti Romanin, 2019), especialmente las querellas, buscaron poner en vilo la impunidad de los represores a partir del desarrollo de estrategias de intervención y articulación de acciones con otros actores. En este sentido, el testimonio de Jerónimo da cuenta de cómo las dinámicas coyunturales operan tanto como esquemas de condicionamiento como de posibilidad de cambio, para el cabal desarrollo de estrategias de intervención.
Jerónimo y Laurentina llevan la causa 1777/07 desde el año 2011 y militaron juntos en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos; y, además, Laurentina es hija del exsoldado combatiente Ernesto Alonso. En este sentido, su vida y militancia se vieron atravesadas por la participación en el CECIM. Como jóvenes abogados tomaron la labor de continuar con las presentaciones ante la justicia en un momento en que el expediente parecía estar casi “archivado”. En ese marco, conformaron el equipo jurídico del CECIM.
Sobre el desafío asumido en ese contexto, el abogado manifestó que al pensar estrategias de litigio estratégico para que la causa avanzara, se les presentaron problemas de tipo rudimentario más que del orden filosófico-jurídico, por ejemplo, en relación con el modo de presentar la queja en el año 2015: “Yo creo que fuimos unos inconscientes (...). Me parece que la inconsciencia, sumada a la militancia, le da como otra pulsión para encarar las cosas. No especulás tanto, no tenés mucho miedo al fracaso (…). Y... lo hicimos —no me preguntes cómo porque no sé—, llegamos, llegamos a la Corte”.5
Entre sus reflexiones, una de las expresiones más destacadas es la de trabajo artesanal, ya que “para las causas de lesa humanidad en la dictadura, se contaba con el trabajo e información recopilada en los juicios por la verdad; pero, para el caso de Malvinas, no”.6 En este aspecto, se puede sostener que la construcción de la escena en su sentido jurídico, pero también político y social, en varias ocasiones fue hasta más relevante que los instrumentos que utilizaron:
La justicia construyó un velo; digamos, ha construido a lo largo del tiempo un velo que es muy difícil de romper, y lo que es muy difícil o la dificultad central está en que vos para poder hacer tambalear eso tenés que lograr colocar en escena el tema que estás llevando (…). Hay que poder reconstruir la escena de modo tal que todo el mundo diga: “¡pero cómo no le va a dar la razón a este grupo de personas! Después de todo lo que tuvieron que atravesar tienen que llegar a la justicia para ejercer sus derechos”.
En este sentido, uno de los factores que explica estás dificultades es que el juzgamiento por torturas y vejaciones en la guerra aún no estaba tematizado jurídicamente con categorías del derecho penal. Entonces, tuvieron que darse una serie de transformaciones políticas para que sus acciones tuvieran lugar en el ámbito de la justicia:
Yo creo que la principal lucha por el derecho no está en el campo del derecho, sino que está en el campo de la lingüística y de la semiótica; me parece que ahí se empieza a jugar, se empieza a disputar el derecho, porque vos podés querer discutir una norma, pero si las cadenas de equivalencia de las palabras que componen esa norma, o la valoración social que tienen las palabras que componen esa norma, o las valoraciones o imaginarios construidos en torno a los sujetos sobre los que versa la norma están presentados socialmente, —digamos, están cristalizados en lo social, están anudados a ese sentido—, vos podés tener la mejor ley, pero si no tenés el campo semántico a tu favor, la tenés perdida de entrada.7
En torno a estos hechos, es posible identificar un momento clave para los actores que promueven la causa la causa 1777/07 en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso del año 2015. Respecto de este acto, Laurentina recupera: “Cristina dice, después de la sentencia de la corte: ‘ustedes tienen que ir a una instancia internacional’, ‘a los excombatientes les digo que vayan’”. Y afirma: “O sea, que un miembro del Poder Ejecutivo esté diciendo que tienen que investigar los hechos... Eso es muy importante”8. Efectivamente, en una parte de su discurso recomendó a los excombatientes acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH):
(…) me solidarizo con todos los combatientes de Malvinas que pretendían que se juzgaran los vejámenes y las torturas que habían sufrido cuando fueron a pelear por la patria y se les negó la personería o se les negó la posibilidad de hacerlo. Yo espero que vayan a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Estoy segura que van a ser atendidos, porque no podemos pasar por alto las torturas y los vejámenes que sufrieron nuestros combatientes en Malvinas cuando fueron a dar la vida por la patria, por todos nosotros, no se puede olvidar eso. (…) Me siento profundamente conmovida y realmente creo que deben ir a la Corte para reclamar por esas torturas y esos vejámenes, no pueden quedar impunes.9
El día 12 de mayo de 2015, el recurso de revocatoria fue rechazado por la CSJ. Por ende, ese mismo año, el CECIM acudió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para solicitar la revisión del caso por “negación de la justicia” en las instancias anteriores.
Esta estrategia de los abogados de CECIM significó la adopción de una modalidad de disputa que involucró la instancia del sistema jurídico interamericano. La idea de recurrir a esta instancia forma parte del repertorio de las organizaciones de derechos humanos de argentina y funciona como un “efecto Boomerang” en el sentido propuesto por Keck y Sikkink (1998) en tanto elevar una demanda a fin de lograr que desde el sistema interamericano se ejerza presión para revertir fallos adversos en el ámbito nacional.
En el siguiente apartado, analizaré ciertas medidas que propusieron nuevas vinculaciones entre guerra y dictadura y comenzaron a deslindar responsabilidades respecto al conflicto (Lorenz, 2012). En este desarrollo es posible vislumbrar que, a pesar de las limitaciones y dificultades que debieron afrontar los actores para lograr que la causa judicial avance, a partir del año 2015 se toma la decisión de acudir a instancias internacionales, una decisión que en parte se debió a la oportunidad política que supuso tanto el discurso de la presidenta como las políticas de desclasificación de los archivos de las FF. AA. sobre el conflicto bélico del Atlántico Sur. De este modo, la gestión de dichas medidas por parte del gobierno nacional fue interpretada como una ampliación de los márgenes de las posibilidades de acción política para estos actores (Andriotti Romanin, 2015).
En el acto 33.° por el aniversario de la Guerra de Malvinas, Cristina anunció la desclasificación de los archivos, un hecho central para el avance de la causa. A través del decreto 503/15 del Poder Ejecutivo Nacional, se desclasificaron documentos centrales vinculados con el desarrollo del conflicto bélico, los cuales se habían mantenido resguardados bajo secreto militar en los archivos de las FF. AA. En su artículo 1.°, establece: “Relévase de la clasificación de seguridad, establecida conforme a las disposiciones de la Ley N.° 25.520 y su modificatoria, a toda aquella documentación, de carácter no público, vinculada al desarrollo del Conflicto Bélico del Atlántico Sur obrante en los Archivos de las FUERZAS ARMADAS”.10
Como se analizó en el capítulo anterior, estos documentos develaron y ratificaron la existencia de diversos operativos de silenciamiento a los que fueron sometidos los soldados a su regreso al continente, enmarcados en el plan sistemático de represión de la última dictadura.
A partir del trabajo realizado por la Comisión de Relevamiento y Análisis del Equipo de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de Defensa, el entonces ministro de Defensa, Agustín Rossi, entregó la primera parte del informe a la Comisión Nacional de Ex Combatientes en Malvinas. Posteriormente, este conjunto documental fue digitalizado por el equipo de archivo de esa dependencia.
Cabe destacar que gran parte de los documentos relevados formaron parte de la construcción de la prueba en torno a la causa. Este fondo documental confirmó los trabajos de acción psicológica y de amedrentamientos realizados por las FF. AA. tras la guerra en los llamados “centros de asistencia y rehabilitación”, cuyo fin principal consistía en impedir que los soldados hablaran sobre lo ocurrido. Según Ernesto, se vislumbra un antes y un después de esta política de desclasificación:
O sea, aparecen los propios documentos oficiales de las Fuerzas Armadas que constatan los hechos denunciados por los colimbas en el 82. Acá no hay vuelta atrás, no te pueden decir: ‘No, que esto no’. Primero, que no fueron hechos aislados: la causa demuestra que en todas las unidades militares que participaron en Malvinas por lo menos hay un hecho denunciado. Y que sabemos que hay cientos de hechos más que no están denunciados. Entonces, en el ejercicio de este proyecto de Memoria, verdad y justicia, seguimos tomando denuncias.11
Se puede advertir que los cambios en el Estado representaron decisiones que fueron tomadas por los sujetos, es decir, habilitaron vías de acción y generaron efectos. En este aspecto, la política de desclasificación significó un giro para la causa, ya que otros excombatientes rompieron el silencio y sumaron más denuncias a la que se transformó en la megacausa 1777/07. Posteriormente, en agosto del 2016, se jubiló la magistrada Lilian Herráez y continuó con el curso de la demanda Federico Calvete, en calidad de juez subrogante. En este sentido, los cambios en el Estado representaron decisiones que fueron tomadas por los sujetos en cuestión.
Sin embargo, la cuestión recién volvió a agenda en mayo de 2018, cuando el titular de la Fiscalía de Río Grande, Marcelo Rapoport, con asistencia de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad (PCCH), formuló un requerimiento de instrucción a partir del cual reclamó la acción penal. Con este sentido, requirió la declaración a indagatoria de 26 militares del Regimiento de Infantería 5 de “Paso de los Libres”, y en esta lista se incluyó a Taranto.
En un ejercicio reflexivo sobre el rol de la procuraduría en el avance de la causa y en la construcción de experticia y herramientas en torno al accionar judicial, Jerónimo sostiene:
Ellos la tienen superclara; ni siquiera clara, la tienen transparente, porque obviamente alegan en juicios, presentan excepciones, están todo el tiempo contestando; esa gimnasia que tienen de haber participado en otros juicios es una experiencia que si nosotros la tuviéramos que construir en términos organizacionales estaríamos décadas, porque claramente no tenemos ni la capacidad operativa de las cosas ni la capacidad técnica; no porque no tengamos capacidad de replicar cosas técnicas o de emplear cosas técnicas, pero la capacidad técnica en términos de capacidad instalada para poder tener el nivel de producción que tienen ellos.12
En este sentido, la articulación entre el equipo jurídico del CECIM y la PCCH logró, tal como sostiene Jerónimo, una “mancomunión” entre el activismo más jurídico/político y un abordaje eminentemente jurídico (casi de puro derecho), que evidentemente proporciona tranquilidad y garantías de avance al “trabajo artesanal” que iniciaron en un principio, y los posiciona en otro estándar de producción jurídica.13
Sin embargo, a fines de mayo del 2019, asumió como jueza de la causa Mariel Borruto, y en ejercicio de su rol suspendió el llamado a indagatorias a causa de falta de personal e infraestructura para llevar el proceso. Posteriormente, en febrero de 2020, dictó el procesamiento sin prisión preventiva de los primeros cuatro militares imputados por torturar a los soldados bajo sus órdenes durante la guerra de Malvinas. Con fuerte presión desde las querellas se aboga para que se sustancie el procedimiento y la condena quede firme.14
De todos modos, esta decisión representa un antecedente importante, un punto de inflexión en el largo recorrido —con más retrocesos que avances— que lleva la causa 1777/07. El procesamiento de los cuatro militares funcionó como una validación de los hechos denunciados. En ese aspecto, proyectó hacia la sociedad la idea de una verdad legítima que era reconocida judicialmente. Era una verdad enmarcada en el procedimiento jurídico y que consagraba la comisión de crímenes y torturas como algo objetivo, probado judicialmente. Ya no era solamente una denuncia que circulaba.
Como sostiene Jerónimo Guerrero Iraola, “la decisión de la jueza marca un antecedente fundamental para continuar con las indagatorias y romper una página del silencio e impunidad y dar paso a la verdad y la justicia”.15 A la resolución, se añade la decisión por parte de la jueza Borruto, en razón también de la firme demanda de actores como el CECIM y la PCCH mediante la presentación de un recurso, de que se continúe con los llamados a prestar declaración indagatoria. Frente a estas acciones, la respuesta por parte de la jueza fue favorable: rápidamente seis exmilitares acusados fueron convocados. Se prevé bajo la modalidad virtual y de forma remota articulando entre los diferentes juzgados de las provincias involucradas—de modo virtual y remoto por el contexto del COVID-19—, aunque las anteriores indagatorias ya se venían realizando por videoconferencia. Esta decisión fue bienvenida por los integrantes del CECIM, quienes se expresaron por diferentes medios virtuales para comunicar esta decisión. Asimismo, la medida generó numerosas apariciones de la jueza Borruto en programas radiales comunicando la decisión y la continuidad del proceso. Una actitud tan disímil respecto a etapas anteriormente analizadas de la causa 1777/07 da cuenta, siguiendo la lógica de Bourdieu, de la acumulación de capitales en el campo jurídico por parte del CECIM en torno a las disputas con actores del Poder Judicial. En ese sentido, muestra cómo las decisiones de los agentes estatales revelan y a la vez refuerzan las legitimidades ganadas en el campo.
Al ser interpelado a realizar un análisis reflexivo sobre el extenso proceso que lleva la causa 1777/07 y el rol que desempeñó el CECIM, el abogado plantea lo siguiente:
Creo que, si uno evalúa el proceso, cuando se leyó el documento el 24 de marzo en Plaza de Mayo, me parece que hubo un giro, un punto de inflexión; eso fue como un momento de condensación de sentido o de un catalizador de sentido, tanto que me parece que no... Que no hay marcha atrás, que ya ahí hay algo ganado.16
En cuanto al hecho al que hizo referencia Jerónimo, se trata del 24 de marzo de 2017. En el acto central, Ernesto Alonso participó en representación del CECIM y en su discurso hizo alusión a una serie de demandas que nuevamente enfatizaban la necesidad de situar a la guerra de Malvinas en el contexto de la última dictadura cívico-militar. En tal sentido reclamó por la falta de celeridad judicial de la causa por crímenes de lesa humanidad como así también por el avance en el proceso de identificación de los soldados cuya identidad es desconocida (NN) y sus cuerpos se encuentran en el cementerio de Darwin.17 Finalizó con palabras de repudio frente a los acuerdos económicos promovidos por el gobierno de Cambiemos al sostener que atentan contra la soberanía.18
En paralelo con este acontecimiento que, a la luz de las palabras del entrevistado, merece ser recordado, es posible encontrar —a partir de su percepción sobre la evolución del activismo de los derechos humanos— numerosas referencias en torno al aprendizaje jurídico y judicial. Esto se vislumbra en la adopción de estrategias usadas anteriormente por otros actores, como es el caso de la presentación en una instancia internacional para manifestar su reclamo por negación de justicia tras la ratificación del fallo de la CSJ ante la CIDH, en combinación con las “batallas” jurídica y judicial en torno a los símbolos, las definiciones sobre las interpretaciones de la guerra y la posguerra de Malvinas.
La construcción de su interpretación sobre los procesos de militancia desde el CECIM articula ideas a partir de la noción de precariedad, por ejemplo, a través de expresiones tales como “íbamos con gomeras”, “dimos batallas” que son equivalentes a ganar condiciones para desempeñarse en el mundo judicial. Es de destacar la naturalización y reapropiación de categorías del lenguaje bélico enunciada por los operadores judiciales: batallas, triunfos y derrotas como claves excluyentes a la hora de construir sus discursos públicos como la reflexión sobre la propia experiencia.
A la luz de lo expuesto en las entrevistas realizadas y de los documentos recientemente desclasificados, propongo problematizar aquellos estereotipos propios de la masculinidad hegemónica reproducidos por dicha institución.19 Se parte de la hipótesis inicial de que el marco interpretativo de lo masculino, producido al interior del mundo militar, habría legitimado los malos tratos y situaciones de violencia que relatan muchos exsoldados.
En cuanto a la producción de masculinidad en estos espacios, el ejercicio de la masculinidad contiene dentro de su “hoja de ruta” un repertorio de prácticas y representaciones entre las que incluye la heterosexualidad obligatoria y un rechazo explícito a la homosexualidad por asociarla a ciertos significantes próximos a la feminidad. En este sentido, Palermo señala:
Lo femenino actúa como una frontera denigrante de lo masculino, un recordatorio constante de aquello que genera un rechazo compulsivo y que se define como lo que no se debe ser: el punto en el que los varones perdemos la condición de tal y por ende nuestro lugar de privilegio (2017: 44).20
Dicho esto, siguiendo la perspectiva de Rawyn Connel, es posible pensar a la masculinidad como un ordenamiento social e histórico en el que un hombre se compromete en una posición de género. De este modo, en todas las sociedades existe una concepción hegemónica de la masculinidad que funciona como modelo de referencia para las demás sociedades. No obstante, según el autor, esto no significa que solo sean legitimadas por los sectores dominantes —de hombres— de cada sociedad sino también por las identidades feminizadas (Connel, 1995).
Según relatos de excombatientes entrevistados, fueron frecuentes las acciones de humillación y violencia que sufrieron por parte de sus superiores mientras se encontraban cumpliendo el servicio militar obligatorio. Estos hallazgos empíricos llevan a plantear algunos interrogantes tales como ¿qué roles desempeñaron las prácticas disciplinantes características del servicio militar obligatorio en la construcción de un modelo de masculinidad hegemónica?, ¿qué relaciones establecieron los conscriptos entre sí y con sus superiores para reforzar o impugnar ese modelo de masculinidad dominante?
Es posible afirmar que en la conscripción el poder se manifestaba como una manera de mantener la hegemonía entre los grupos a través de ciertas prácticas que reproducían las jerarquías de dominación. En este aspecto, Connel sostiene que hay que entender a la masculinidad hegemónica como una estrategia de dominación en sí misma, es decir, una estrategia efectiva en la medida en que es invisible. En este sentido, se trata de una práctica cotidiana y, sobre todo, asumida por los propios sujetos en cuestión (1995).
Así, durante el servicio militar obligatorio se reprodujeron y legitimaron masculinidades hegemónicas y subordinadas y, en este entramado de relaciones, las prácticas micro y macrosociales reproducían las jerarquías que permitían la dominación. En tal sentido, el término ‘colimba’ (corre, limpia y barre) era usado para denominar a los grupos de masculinidades subordinadas dentro de la institución. Explícitamente hacía referencia a la forma popular en la que estos eran nombrados, ya que la conscripción se había convertido muchas veces en un espacio en el que los soldados eran utilizados para tareas administrativas o domésticas de las autoridades militares (Garaño, 2017).
A partir de lo dicho, es posible afirmar que el carácter de esa hegemonía masculina en la guerra actuó como una lógica pedagógica que reprodujo y extrapoló valores (de sacrificio y entrega); y, al mismo tiempo, como dimensión coactiva, que se vislumbró en las presiones directas sobre la tropa de soldados anteriormente mencionadas.
De este modo, en el contexto de la guerra se reforzó la construcción de un estereotipo de género en tanto y en cuanto construcción de los hombres y subgrupos de hombres. Este se basó en un marco interpretativo de la idea de lo masculino, creada históricamente al interior castrense, que asocia este a la resistencia al castigo y a la adversidad en el marco de la guerra, y que fue reproducida acríticamente al interior de las Fuerzas Armadas. Así, en el teatro de operaciones se vieron potenciadas las acciones de dominación sobre el territorio principal del castigo: los cuerpos de los sujetos que se encontraban en el lugar de mayor debilidad o menor jerarquía, es decir, los conscriptos que, a su vez, presentaban otra condición que potenciaba su subalternidad, su escasa edad.
En este sentido, la masculinidad hegemónica que predominó durante el conflicto bélico y la falta de problematización y cuestionamiento posterior puede pensarse como un factor que incidió en la imposibilidad —en muchos casos— de denunciar los hechos de torturas y vejaciones por parte de los exsoldados una vez finalizada la guerra.
El clima de cuestionamiento militar imperante durante la posguerra fue lo que habilitó, en algunos casos —pero no todavía de forma generalizada—, el espacio para la difusión pública de los testimonios de los exsoldados combatientes que revelaban los maltratos y los abusos que habían sufrido por parte de sus superiores durante y después de la guerra (Rodríguez, 2014).
Según varios de los entrevistados, las acciones de humillación y violencia fueron frecuentes mientras se encontraban cumpliendo el servicio militar obligatorio: una práctica que no se vio modificada durante el desarrollo del conflicto bélico:
Todo eso es cierto. Las humillaciones, las vejaciones a las que te sometían porque eso ya pasaba en la colimba. Yo hice un año de colimba en el cuartel y eran torturadores, torturaban a la gente. Ellos te decían que te estaban entrenando, pero era tortura, era tortura lisa y llana. Gente terminando en enfermería de tanto someterlos y los tipos eran crueles y vos te dabas cuenta que muchos lo disfrutaban (…). Yo reconozco que a mí me quedó un odio enorme. Yo no perdono a esa gente. Porque encima de que fuimos a una guerra tuvimos que seguir soportando esa relación totalmente desigual. Nosotros éramos descartables en la colimba, y en la guerra, más. Y a ellos les importaba un carajo.21
Los elementos de disputa y distanciamiento con la Fuerza bajo cuyo mando fueron formados y llegaron al teatro de operaciones se observan con claridad también en el discurso de otro de los excombatientes de CESC, al referirse a las experiencias de su grupo en la cotidianidad bélica:
Un ejemplo muy sintético era con el tema de la comida. Los días que podíamos tener comida, que llegaba el camión de rancho, primero se servía el Oficial. Luego se servían los Suboficiales, los sólidos, y con suerte nos llegaba el líquido a nosotros. Esa era la escala de valores que había y como este ejemplo, muchos más.22
En esta línea, otro hecho vivenciado durante la cotidianeidad bélica se manifiesta en palabras de Miguel, exsoldado del CESC, quien relata la situación de un subteniente que hizo salir (de la “covacha” que le habían construido los soldados al subteniente) casi desnudo a otro soldado, por haber “robado” una galletita de agua:
Al enterarse, lo sacó a las 23:20 h, nevando y con muy baja temperatura, con solo calzoncillo y ojotas, y como gozándolo le preguntaba, textuales palabras escuchadas por mí que estaba de guardia en ese momento:
Subteniente.— ¿Hace frío, [soldado]?
Gustavo.— No, mi subteniente.
Subteniente.— Ah bueno, porque aquí se está tan bien con esta estufa, aparte me estoy tomando un rico café.23
como la “aplicación de un correctivo a un soldado”
Se observa con detalle la desesperación frente a estas situaciones límite, las cuales tuvieron efectos que se perpetuaron durante la posguerra. En la mayoría de los casos, frente a los hechos de tortura y vejaciones, fueron los propios soldados quienes acudieron a atender a ese compañero estaqueado, golpeado o violentado. Es decir, adquirió un valor central la construcción de los lazos de fraternidad entre exsoldados durante el desarrollo del conflicto que perduraron durante la posguerra. De este modo, sostiene Florencia Di Giorgio en un reciente trabajo: “Ascienden otros caracteres reivindicados que complementarán aquellos y, en algunos casos, adquirirán mayor valor al oponer la fraternidad a la individualidad, y el compañerismo a la competencia” (2019:90).
En este marco, respecto de los desafíos que se presentan, Ernesto plantea la necesidad de deconstruir la figura del héroe:
porque detrás de eso hay toda una cuestión de patriarcado con la que después terminás justificando cualquier cosa. Entonces, ¿qué te impone el otro? Ah no, si vos denuncias sos un maricón, sos un cobarde, sus un traidor a la patria.24
Como se desprende de sus palabras, la construcción de una masculinidad hegemónica, entendida como un marco interpretativo con peso simbólico y psicológico que aún hoy opera en las formas en que se autoperciben y presentan los excombatientes, es decir, estos mandatos configuraron también en el imperativo de cumplir el rol para el que la patria los convocó, tanto en el teatro de operaciones como una vez retornados al continente, influyó de tal forma que, en general, no los habilitó a pensarse de otras maneras o hacer explícita una problematización de sus experiencias en combate (Di Giorgio, 2019). Esta cuestión operó en las formas de destrato que se aplicaron a quienes denunciaron. En esta línea se inscriben las opiniones mediáticas del general Mario Gabriel Dotto, quien, en reiteradas ocasiones, durante el gobierno de Cristina Kirchner llamó “poco varoniles” a los soldados correntinos que lo acusaban.25
A partir de lo dicho, es posible trazar ciertos paralelismos entre la formación impartida a los soldados26 desde el servicio militar obligatorio con las torturas y malos tratos en el llamado “teatro de operaciones”. A esto se suma la imposibilidad, en muchos casos, de denunciar estos hechos en el ámbito de la justicia e inscribirlos dentro de las demandas de Memoria, verdad y justicia. Se puede sostener que uno de los elementos que habilitó la ruptura del silencio fue la desnaturalización de aquellas prácticas castrenses sobre los cuerpos de los soldados. Al respecto, Jerónimo reflexiona sobre las dificultades que presenta para los actores el asumirse como víctimas ya que “no solo implica asumir lo que te sucedió, sino también romper el mandato hegemónico de masculinidad”. En este sentido, resalta el rol del que tuvo el avance de los discursos feministas en la agenda política de los últimos años en los procesos de desnaturalización de las torturas:
Hay determinadas configuraciones que intentan dejar una huella indeleble sobre eso. A mí me parece que eso operó, al menos, en dos dimensiones: una fue la dimensión que podríamos llamar más represiva, es decir, “no hables de esto porque sos boleta”, y además con todo el peso simbólico que eso implica, porque el tipo que te había torturado estando en situaciones calamitosas durante la guerra de repente se te estaba parando en frente diciendo: “che, no hables porque sos boleta”.27
Si bien no existen políticas en clave de género que alcancen aún a los excombatientes, existe una agenda política, impulsada por amplios sectores sociales que logró resultados desiguales y sinuosos en el comportamiento de los representantes y en la puesta en práctica de políticas públicas, es posible pensarlo como unos de los discursos públicos más potentes de los últimos años el configurado por los feminismos. De esta manera, estos discursos ponen en cuestionamiento la hegemonía androcentrista y generan intersticios que habilitan espacios para el surgimiento y sostenimiento de estas denuncias y demandas de justicia por las violaciones a los derechos humanos en la guerra. Entonces, si en el pasado estos reclamos implicaban una subordinación en el estatus de los excombatientes producto de la asociación a características feminizadas y, por su parte, el mandato de masculinidad persistía en el imperativo de silenciamiento y naturalización de los hechos; en la actualidad y con el resquebrajamiento del androcentrismo, se asentaron condiciones de posibilidad para generar cuestionamientos a esas masculinidades hegemónicas; estos conllevan a la resignificación de las experiencias en el conflicto bélico. De este modo, la categoría de víctima opera en los intersticios más sensibles de las subjetividades masculinizadas de estos varones convocados por la patria a defenderla y someter sus cuerpos en el cumplimiento de este deber. Así, fueron imbuidos de nociones de heroísmo como equivalentes al sacrificio y la resistencia física naturalizada de condiciones extremadamente adversas.
Los relatos compilados resaltan aspectos subjetivos que por muchos años formaron parte de la esfera privada de los protagonistas, a la manera de una memoria subterránea transmitida y preservada cuidadosamente, sin llegar a narrarse el miedo, la bronca, la impotencia y las inseguridades:
Lo primero que hubo que hacer fue demoler eso y es re difícil demolerlo porque, además, cuando vos lo demolés estás atacando también posiciones de sujeto o las posiciones en las que los sujetos inscriben el desarrollo de su vida. Digamos, son ni más ni menos que constitutivas de la subjetividad, entonces de repente estabas diciendo que no eran veteranos héroes. Bueno, pero capaz que un compañero que come todos los martes con vos se siente héroe.28
Estas experiencias personales ponen en cuestión la noción de masculinidad socialmente arraigada, particularmente condensada en la imagen del “héroe valiente” (Di Giorgio, 2019). En este sentido, los actores entrevistados pujan por demoler esta figura al tiempo que se involucran en procesos que implican su redefinición. En el siguiente apartado reflexionaré sobre este asunto.
Malvinas, la verdad de la historia se emitía los días domingo por Radio 10. Jorge Taranto, uno de los imputados en la causa 1777/07, condujo el programa durante ocho años.29 En relación con la permanente reivindicación de militares “héroes de Malvinas”, quienes en muchos casos transitaron por el programa, Ernesto sostiene:
Es más fácil contar “la de Rambo” que contar estas cuestiones terribles que pasaron. Porque la gente no quiere escuchar eso, quiere escuchar “la de Rambo”. Después le suspendieron el programa. Fue en el 2003 o 2004, 2005. Fue en la época que se estrenó Iluminados por el Fuego. Que el tipo llamaba a prendernos fuego a nosotros, colgarnos de la casa, etc. etc. Donde pasaron todos los torturadores, represores que se te ocurran, donde se les dio micrófono. Y esta persona es uno de los imputados en la causa. Entonces, nosotros no teníamos abogados propios, ni un equipo jurídico, no teníamos guita para bancarnos ningún abogado. Hasta que conformamos un equipo de jóvenes militantes, abogados de derechos humanos.30
Cabe señalar que los grupos que defienden a Taranto en reiteradas ocasiones acusaron al CECIM y a quienes impulsan, entre otras causas, la demanda de justicia por las torturas en Malvinas de “desmalvinizadores”, ya que sostienen que la causa es funcional a los ingleses, que cuentan con un apoyo muy fuerte del poder político, y hasta de haber ofrecido una retribución monetaria a quienes brindaran su testimonio para inculpar a los militares.
Respecto de las FF. AA. y a la identificación de ese otro con el cual disputar sentidos acerca del pasado reciente, Jerónimo niega cualquier tipo de articulación y afirma que estas siguen siendo el adversario:
Siguen siendo el adversario jurídico y el adversario simbólico; no, no veo puentes, no los veo. No han aparecido, no hay nada que me llame la atención en ese sentido. Sería muy necesario, sería muy bueno que haya una asunción de responsabilidades o por lo menos una idea exculpatoria, ¿no? “No fuimos nosotros, fueron ellos, yo lo vi, pero no nosotros, repudiamos esto”, digamos, esa dimensión sería importantísima.31
Sobre la base de estas acusaciones, pero sin perder de vista la necesidad de reflexionar sobre el accionar de la organización y los pilares que sostienen el reclamo por más memoria, verdad, justicia y soberanía a partir de la militancia y de la experiencia en el litigio estratégico, desde el equipo jurídico del CECIM, Laurentina y Jerónimo enfatizan en la necesidad de cambio de paradigma, una revisión de estos procesos históricos y sociales, para poder pensar y estudiar la guerra de Malvinas en clave de derechos humanos:
Para mí, a ciertas organizaciones políticas todavía les hace ruido el tema de la gesta heroica. Como que les cuesta entender que la guerra de Malvinas para nada fue un hecho por la soberanía de las islas; que eso nos alejó de la soberanía, digamos, del reclamo. Es más, son muchos los sectores del peronismo que te discuten esto de... Es eso, es el sentido de la guerra, que Perón decía que las Islas Malvinas y la Antártida se tenían que recuperar por el diálogo en los fueros internacionales.32
En este sentido, las causa 1777/07 se encuentra fuertemente atravesada por el modo en que se quiere contar Malvinas. Uno de los emergentes de los relatos de los entrevistados es el de la invitación a problematizar la noción de “gesta heroica”, tan naturalizada en el sentido común de los y las argentinas.
Como todas las cuestiones, se jugaron y se juegan todo el tiempo en una puja, que no es una puja por el derecho: es una puja por romper un relato que encima no solo viene dado por el derecho, sino que viene dado por la construcción que hizo la dictadura del relato de la guerra de Malvinas. Entonces, hubo que demoler el relato de la gesta y el relato del veterano héroe, que eran esas redes de equivalencias que te obturaban cualquier tipo de polisemia; porque el héroe, el héroe del bronce no puede ser víctima. Si en algún momento hay sentencia y hay veridicción, hay un juez que diga, un tribunal que diga culpables, parte de la fertilización cruzada del proceso va a haber tenido que ver con la discusión o la redefinición de los roles históricamente construidos y culturalmente construidos de lo femenino, de lo masculino.33
Desarmar la idea de gesta heroica implica problematizar el marco interpretativo de la guerra. En este aspecto, cuestionar la interpretación de una guerra que supone condiciones de igualdad y permite equiparar a los contendientes. La guerra pasa a ser objeto de interpelación mediante preguntas acerca de las condiciones en que dicha contienda se llevó a cabo, los silencios en torno a las prácticas, y también permitió la construcción de una idea diferente de víctima que dialoga con otras víctimas del proceso que condujo a la guerra. Pero es también un modo de proyectar y articularse en otra temporalidad.
Pensar la categoría de víctima y entender que existen modulaciones, es decir, la jerarquía de víctimas va cambiando y reelaborándose socialmente y en el tiempo. En este sentido, no implica inmovilismo; por el contrario, las agendas actuales, entre las que se destacan la del feminismo, demuestran que dicha categoría puede contener e impulsar una agencia de transformación.
En cuanto a la evaluación sobre el proceso iniciado y los años que lleva esta causa en la justicia, Jerónimo hace un paralelismo entre esta y otras causas de la dictadura:
Nosotros estamos, todavía, más allá de los avances que hubo en los últimos años. Yo siempre hago el mismo paralelismo: si nosotros tuviésemos líneas de tiempo en paralelo, o estudios en paralelo, el resto de los juicios, los juicios continentales (por ponerle un nombre), los juicios de los campos de concentración del territorio continental hoy están muchos de ellos con sentencia y demás... Nosotros estamos en una fase casi de saliendo de los juicios por la Verdad. Los Juicios por la Verdad fueron como ese colchón semántico sobre el que se desempeñaron después los juicios punitivos, digamos, los juicios donde daban la pena.34
Entonces, respecto de la cuestión Malvinas, el entrevistado sostiene que “esa construcción de significados que hubo a través de los Juicios por la verdad no estaba, es decir, que la base del reclamo debía construirse”.35 A esto agrega que aún hoy se plantean debates en torno si los hechos denunciados “son crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad”. Entonces, se puede afirmar que no existe un consenso generalizado al respecto. Asimismo, coincide con Laurentina al señalar: “Es más difícil cuando tenés que discutir todo, todo el tiempo, porque ni siquiera hay un consenso entre personas que son militantes o están consustanciadas con la causa y te hablan de crímenes de guerra. Entonces, cuesta, cuesta un montón”.
Los puntos señalados permiten afirmar que en la militancia de la causa judicial subyace un objetivo mayor vinculado con la necesidad de repensar estos procesos en sus dimensiones históricas, políticas y sociales y las luchas por el sentido que en torno a ellos se desarrollan. De este modo, los actores invitan a disputar esas visiones y principalmente a emprender el desafío mayor de reescribir la historia de la guerra y la posguerra de Malvinas. Así, los sujetos involucrados entran en conflicto constantemente. En este aspecto, como sostiene Jerónimo, “para muchos, nosotros somos desmalvinizadores, y vos decís ‘pero... bueno, okey, no, no somos desmalvinizadores’ y para nosotros son otros; entonces, todavía eso está, es un capítulo abierto, ¿no? No está cerrado”.36De este modo, la disputa por el sentido cobra vigencia y permite observar procesos de definición en curso.
En estos procesos, la articulación con otros actores y movimientos incidió en la ampliación del horizonte de demandas de la organización de excombatientes. Sobre este punto Jerónimo manifiesta:
El CECIM siempre va a buscar la forma de prevalecer, de resignificarse, de reinventarse, fijate cómo pasaron varios abogados por el organismo y el CECIM siguió adelante. (...) tampoco hay que ser grandilocuente, ¿no? Pero me parece que en relación a Malvinas el CECIM tiene un rol preponderante en la historia, sobre todo después de la guerra, cuando se lo explica desde 1982 en adelante y me parece que ese rol en la historia está dado por una coherencia, una coherencia y una militancia activa ininterrumpida y sobre todo una adecuación de las demandas a las claves de desempeño social actuales digamos, siempre contemporáneas al momento de la discusión.37
Resultan sumamente subjetivas las palabras de quien lleva adelante la acción judicial del CECIM, en especial, al destacar el carácter institucional colectivo de la organización por sobre los roles desempeñados por sus integrantes. También al enfatizar la capacidad de la organización de adaptación a las nuevas condiciones de acción política y de toma de la palabra pública:
Me parece que uno de los grandes logros del CECIM es poder aggiornar todo el tiempo su lucha, es poder darle F5, ¿no? y de repente esto, incorporar y abrazar el feminismo y metabolizarlo, incorporar y abrazar el proceso de Hijos y de Madres y Abuelas y metabolizarlo e ir metabolizando, es como esa célula que va metabolizando en su interior. Todo el proceso, todos los procesos que van alrededor y que lo van nutriendo y va creciendo.38
A partir de su testimonio se advierte que los desafíos que se proponen claramente van más allá de la búsqueda de justicia y de la reparación integral de las víctimas:
La lucha por el derecho no se juega en el campo del poder judicial. Me parece que se juega en el campo de la escritura de la historia y de la escritura de las narrativas a partir de las cuales nos aproximamos a los hechos y sucesos. (…) la escala de colores de Malvinas que hasta ahora es un relato muy monolítico digamos, muy monocromático, ¿no? Sos el héroe, se juega en verde, ¿no? Ese partido. Yo quiero que se juegue en otros colores, en amarillos, en rosas, en azules, que puedan florecer las subjetividades en el proceso. Me parece que ese es el laburo más interesante dentro de la labor jurídica.39
En este punto, es posible sostener que el repertorio de demandas analizado permanece en construcción de forma permanente y se modifica a partir de la interacción entre los actores involucrados —las organizaciones de derechos humanos, los exsoldados y funcionarios del Poder Judicial— en el marco de procesos de acción colectiva que pujan por la ampliación de derechos y reconocimientos (Pita y Pereyra, 2019). Esta característica define el emprendimiento puesto en marcha y permite comprender como va cambiando en el tiempo, redefiniendo los valores asociados a la causa Malvinas. Pero también permite comprender algo más: la incidencia de los cambios de oportunidades, ya sean favorables o desfavorables, en la acción de los emprendedores. Comprender la acción de estos exige situarla como el resultado de valoraciones de oportunidades, que se realiza poniendo en juego afectos, valores, sentimientos y también aspectos racionales que entran en juego a la hora de elegir estrategias, adoptar posturas y definir cursos de acción en escenarios y niveles diferentes.
Como resultado, a lo largo de este proceso entran en tensión, con cada vez más fuerza, los discursos hegemónicos en torno a lo acontecido durante la guerra y la posguerra. Y se construyen nuevas maneras de interpretar y enmarcar lo ocurrido. En tal sentido, el nuevo escenario jurídico-político impulsa la deconstrucción de la épica asociada a la guerra de Malvinas para develar heridas que no prescriben, pero también para proponer nuevos modos de interpretar lo ocurrido que comienzan a estar disponibles para un público más amplio.
“Uno siente que con el avance de las demandas judiciales está colaborando en la construcción de algo más grande, de algo que nos trasciende por mucho”, sostuvo Jerónimo en la entrevista realizada. Efectivamente, pensar la causa implica necesariamente inscribir a la guerra de Malvinas en el contexto de la última dictadura cívico-militar. Un suceso tantas veces simplificado y analizado como una especie de paréntesis en el tiempo, en tanto hecho que dio lugar a la transición a la democracia. Mediante estas explicaciones se deja de lado el contexto dictatorial y se escinde el único conflicto bélico que llevó adelante el Estado nacional durante el siglo XX de las lógicas y dinámicas de violaciones a los derechos humanos sobre el conjunto de los ciudadanos, incluidos aquellos que fueron a prestar “servicio bajo bandera”, como se denominaba a la conscripción.
Siguiendo la lógica de pensar la guerra y la posguerra desde la perspectiva de los derechos humanos en lo que refiere a los procesos de “Memoria, verdad y justicia” por los crímenes cometidos, se buscó problematizar las tensiones y disputas, así como cercanías y apropiaciones al calor de estas políticas. A lo largo de la investigación, se identificó, revisó y problematizó el repertorio de acciones desplegado por los actores vinculados a los exsoldados combatientes respecto del tratamiento judicial de las actuaciones de integrantes de las FF. AA. en el conflicto bélico.
Al inicio se presentó el interrogante referido a cómo se produjo esa transformación [traducción] de las demandas de los exsoldados combatientes de la esfera pública a la judicial y sobre cuáles fueron las condiciones de posibilidad que habilitaron el (re)surgimiento de las denuncias en la arena pública. A fin de generar respuestas, la pesquisa se centró en momentos iniciales en torno a este (re)surgimiento de las denuncias por violaciones a los derechos humanos durante el teatro de operaciones para reconstruir el proceso de la primera denuncia que fue realizada por un exsoldado de Mar del Plata. Se identificó que se trató de un acontecimiento privado, compartido y conocido por el círculo cercano de Darío, un excombatiente de Centro de Exsoldados Combatientes en Mar del Plata. Posteriormente, a partir del episodio vivenciado con el cabo mientras se desarrollaban las olimpiadas, Darío lo visibilizó. No era público, y a partir de que esto sucede, se desencadena un proceso de denuncia.
En este marco, es posible afirmar que el emprendimiento de Darío fue tributario de una lógica impugnatoria general que atravesó a distintos sectores de la sociedad argentina en 2001 y que expresó Néstor Kirchner posteriormente. La cultura impugnatoria de la impunidad se fue gestando desde 2001, y el Frente para la Victoria (2003-2015) la cristalizó con medidas concretas.
En el contexto de los cambios en las oportunidades a nivel nacional, la conmemoración de los veinticinco años de la guerra de Malvinas permitió identificar una serie de medidas decretadas e implementadas por el gobierno militar tendientes a vincular Malvinas con la dictadura y a deslindar responsabilidades por el conflicto; entre ellas, la decisión de desclasificar los archivos de las FF. AA. sobre el conflicto en Malvinas —documentos que a la luz de los informes elaborados por la Comisión de Relevamiento y Análisis del Equipo de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de Defensa ratifican las torturas y vejaciones— la imposición de silencio al regresar al continente y los actos de contrainteligencia en la inmediata posguerra cuando comenzaban a organizarse las agrupaciones de excombatientes.
Fue central la observación de las articulaciones entre lo judicial y lo extrajudicial; por ejemplo, a partir de las movilizaciones y las alianzas con otros actores del MDH, que, en un clima de transformaciones políticas y sociales, facilitaron en parte la traducción de sus reclamos en acciones judiciales, ya que hasta el momento era una cuestión que no estaba tematizada jurídicamente. Sin embargo, la causa judicial iniciada también generó rupturas, divisiones e interpretaciones disímiles hasta dentro de las propias organizaciones del movimiento de derechos humanos.
A partir de estos hallazgos, la investigación intentó abrir interrogantes que permitiesen problematizar la guerra y la posguerra con el convencimiento de que todavía existen muchas cuestiones por profundizar en futuros estudios respecto a, por un lado, los vínculos establecidos entre los actores objeto de la investigación, en particular el CECIM con otras organizaciones de DD. HH. (Madres, Abuelas, H.I.J.O.S.). Por otro, destacar la mirada de estos hechos atroces cometidos en Malvinas desde una perspectiva de género y la deconstrucción del marco interpretativo de la masculinidad hegemónica desde la que se sitúa a los sujetos que denuncian.
Ante las diferentes instancias judiciales, con más retrocesos que avances, atravesados por la causa 1777/07, fue posible observar que, producto del rechazo de la última presentación ante la Corte en 2015 y en razón del discurso de Cristina, como querellantes en la causa por torturas, el CECIM decide presentarse ante instancias internacionales. Este abordaje forma parte de mis intereses y de la conformación de una agenda futura de investigación, no solo por ser una dimensión no explorada hasta el momento, sino porque nuevamente apela a una de las estrategias más relevantes de las organizaciones de derechos humanos que realizan presentaciones de diversos tipos en tribunales internacionales. En este sentido, existen experiencias del Movimiento de Derechos Humanos, tradiciones y lenguajes disponibles que presionaron por trascender las limitaciones que genera el sistema judicial del Estado argentino en torno a las demandas de verdad y justicia por el pasado reciente de nuestro país.
Sin dudas se trata de un caso emblemático, en el sentido de que se intenta conocer la verdad acerca de hechos ocurridos en la única guerra que protagonizó Argentina en el siglo XX y juzgar a los responsables de los crímenes cometidos contra soldados conscriptos por sus propios superiores.
A lo largo de este estudio, se identificó al CECIM como actor de valor estratégico para el impulso y sostenimiento de las demandas de justicia a través de una causa que continua vigente. Como organización de exsoldados combatientes, se diferencia de otras, ya que desde sus inicios se inscribió dentro de las lógicas de las organizaciones de derechos humanos a fin de visibilizar la defensa de la soberanía, de recursos, en contra de la militarización del Atlántico Sur y respecto a uno de los temas que convocó a esta investigación: la revisión del conflicto bélico y los impactos. En su extensa trayectoria de acción se han aliado con otras organizaciones del campo de los derechos humanos y han encontrado en el Kirchnerismo un “aliado”.
Por último, a fin de dilucidar el rol clave de esta organización, se problematizaron las tensiones entre las políticas de reparación integral y las luchas por “Memoria, verdad y justicia”. Como sostiene Jelin:
La lucha por el sentido del pasado se da en función de la lucha política presente y los proyectos de futuro. Cuando se plantea de manera colectiva, como memoria histórica o como tradición, como proceso de conformación de la cultura y de búsqueda de las raíces de la identidad, el espacio de la memoria se convierte en un espacio de lucha política. Las rememoraciones colectivas cobran importancia política como instrumentos para legitimar discursos, como herramientas para establecer comunidades de pertenencia e identidades colectivas y como justificación para el accionar de movimientos sociales que promueven y empujan distintos modelos de futuro colectivo (2001: 99).
De acuerdo con la autora, se puede decir que, a partir del accionar colectivo, el proceso de la causa seguirá su curso; aunque, como hemos explorado, con limitaciones siempre latentes. A pesar de esto, es posible sostener que, mientras no se dé lugar a la comprometida problematización que requiere la desnaturalización de categorías tan arraigadas sobre estos procesos sociohistóricos en la cultura argentina y siga imperando la visión sobre la “gesta heroica”, sin identificar y responsabilizar con nombre y apellido a quienes —al portar el uniforme— no tuvieron conductas dignas de ser honradas (si no todo lo contrario) parecería que, la acusación de “desmalvinizadores” hacia las organizaciones de derechos humanos, solo les servirá́ para resignificar estas representaciones, a fin de articular nuevas estrategias judiciales y extrajudiciales en torno a las luchas por más verdad y justicia. Más allá de la personalización de quienes cometieron estos actos, uno de los objetivos que subyace a estos procesos es el de repensar a las instituciones que dieron marco a que estas violaciones a los derechos humanos se perpetraran también en la guerra de Malvinas; una temática que, sin dudas, desde el presente, requiere ser estudiada.
1 Corresponden a entrevistas realizadas por la autora a integrantes del Equipo Jurídico del CECIM.
2 CSJN, “Taranto, Jorge Eduardo s / causa N° 14/969 Recurso de hecho” 101/2012 (48 T), con fecha 19/02/2015.
3 Entrevista realizada por la autora a Ernesto Alonso, excombatiente del CECIM, 14/05/2020.
4 Entrevista realizada por la autora a Jerónimo Guerrero Iraola, abogado del CECIM, 2/06/2020.
5 Ibid.
6 Ibid.
7 Ibid.
8 Entrevista realizada por la autora a Laurentina Alonso, abogada del CECIM, 23/05/2020.
9 Discurso de apertura de sesiones legislativas, 1 de marzo del año 2015. Disponible en https://www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/28418-discurso-de-la-presidenta-cristina-fernandez-en-la-inauguracion-del-133-periodo-de-sesisones-ordinarias-del-congreso-nacional).
10 Decreto del Poder Ejecutivo Nacional 503/2015. Disponible en https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/decreto_503_de_2015_boletin_oficial.pdf
11 Entrevista realizada por la autora a Ernesto Alonso, excombatiente del CECIM, 14/05/2020.
12 Entrevista realizada por la autora a Jerónimo Guerrero Iraola, abogado del CECIM, 2/06/2020.
13 Ibíd.
14 Son querellantes en la causa 1777/07 el CECIM, la Comisión Provincial por la Memoria, la Secretaría y Subsecretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, la Secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Chaco y una querella particular encabezada por el abogado Miguel Ángel Ávila.
15 Ibíd.
16 Ibíd.
17 El Plan Proyecto Humanitario Malvinas es un acuerdo entre los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña mediado por la Cruz Roja Internacional que se puso en marcha en 2017 aunque sus inicios se remontan al año 2012, luego de la solicitud del gobierno argentino a la Cruz Roja Internacional para que, en su facultad de intermediaria, colabore con la identificación de los 123 soldados caídos que fueron sepultados bajo lápidas con la inscripción “soldado argentino solo conocido por Dios”. Fueron los excombatientes del CECIM junto con excombatientes y familiares de Chaco, quienes legitimaron su reclamo sobre las identificaciones en el año 2011 a partir de un pedido judicial de recurso de amparo aludiendo al Derecho por la verdad e identidad. Al respecto vease https://santafe.conicet.gov.ar/malvinas/
18 Discurso completo disponible en https://www.abuelas.org.ar/noticia/basta-de-miseria-planificada-785
19 Entre los atributos es posible identificar como elementos constitutivos de este modelo, y sobre los que me detendré en este análisis, aquellos referidos a la orientación sexual de los varones y a sus sentidos y prácticas de restricción. Para una mirada más amplia de esta noción retomo a Sipión Villafana (2008) cuando indica: “La masculinidad hegemónica es un término relativamente reciente en los estudios de género que alude a la construcción de un rol de hombre socialmente reconocido, formado por la tradición y el sistema político, social y cultural y aprendido en los principales entornos socializadores, como son la familia, el grupo de iguales, la escuela o los medios de comunicación. Se refiere por tanto al modelo de ‘ser hombre’ construido bajo el sistema patriarcal de sociedades jerárquicas como la nuestra, que subordina a otras masculinidades, a las que infantiliza, disminuye y/o feminiza, y cuyas características fundamentales serían las de ser proveedor, trabajador, responsable, racional, emocionalmente controlado, heterosexual activo, jefe del hogar, padre, fuerte y blanco, con dominio sobre otros hombres” (Simpión Villafana, 2008:10).
20 Según el autor, en este contexto, los trabajadores jóvenes son sometidos a un proceso de feminización que los expone a situaciones de violencia cargadas de significados sexuales tanto metafóricos como literales. Salvando las diferencias, estos procesos de condena hacia conductas consideradas feminizadas también se observaron durante la conscripción (Palermo, 2017).
21 Entrevista realizada por la autora a Mariano Garbini, excombatiente del CESC de Mar del Plata, 5 de febrero de 2018.
22 Entrevista realizada por la autora a Alejandro Díaz, ex soldado combatiente del CESC, Mar del Plata, 26 de febrero de 2018.
23 Fuente: Archivo personal de Miguel Ressia, exsoldado del CESC. Se trata de un documento testimonial redactado por el excombatiente durante la inmediata posguerra en el que narró una serie de hechos vividos durante el conflicto bélico ante la solicitud de José Gurrieri, padre de Ricardo Gurrieri (soldado que murió en combate el 25 de mayo de 1982. Posteriormente, el texto fue incluido en el libro Gurrieri, José (1986), Del África a las Malvinas.
24 Entrevista realizada por la autora a Ernesto Alonso, excombatiente del CECIM, 14/05/2020.
25 Para profundizar véase Niebieskikwiat (2012).
26 La formación de los oficiales del Ejército y la reproducción de marcos interpretativos en torno a los masculino/femenino producidos y transmitidos históricamente ha sido estudiada recientemente por Badaró (2009). Si bien no se centra en las ideas de los oficiales en torno a guerra de Malvinas, el trabajo de Badaró permite observar diálogos con la línea argumental que aquí se propone.
27 Entrevista realizada por la autora a Ernesto Alonso, excombatiente del CECIM, 14/05/2020.
28 Entrevista realizada por la autora a Jerónimo Guerrero Iraola, abogado del CECIM, 2/06/2020.
29 Existen dificultades de establecer con precisión cuántos años estuvo al aire el programa producto del entrecruzamiento de fuentes y testimonios. Uno de los testimoniantes, Ernesto Alonso, señala que el programa radial se suspendió a partir de la difusión de la película Iluminados por el Fuego. Sin embargo, en nota de prensa del año 2005 retoman las opiniones realizadas por Taranto (conocido como Baroni) acerca de dicho film más conocido como Baroni. Durante uno de sus programas de Radio 10 señaló que “a pesar de ser una producción de lujo, y de tener muy buenos efectos especiales, en el film sacan todo lo bueno y se quedan con todo lo malo, solo con la mediocridad del combate en Malvinas”. Infobae, 8/09/2005.
30 Entrevista realizada por la autora a Ernesto Alonso, excombatiente del CECIM, 14/05/2020.
31 Entrevista realizada por la autora a Jerónimo Guerrero Iraola, abogado del CECIM, 2/06/2020.
32Entrevista realizada por la autora a Laurentina Alonso, hija del ex soldado combatiente Ernesto Alonso y abogada del CECIM, 23/05/2020.
33 Entrevista realizada por la autora a Jerónimo Guerrero Iraola, abogado del CECIM, 2/06/2020.
34 Entrevista realizada por la autora a Jerónimo Guerrero Iraola, abogado del CECIM, 2/06/2020.
35 Los Juicios por la Verdad constituyeron una modalidad de justicia que buscó esclarecer los crímenes y las circunstancias de las desapariciones forzadas de miles de ciudadanos argentinos durante la última dictadura (1976-1983). Estos juicios fueron impulsados por una parte importante de organismos de derechos humanos y diversas organizaciones sociales. Para un análisis más detallado véase Andriotti Romanin, (2013a y 2013b).
36 Ibíd.
37 Ibíd.
38 Ibíd.
39 Ibíd.