El 13 de junio de 2018 la Plaza del Congreso se encontraba divida en dos, un lado se vestía de verde y el otro de celeste; de un lado quienes apoyaban el proyecto de ley para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) o como el lema de sus promotoras dice “Aborto Legal, Seguro y Gratuito”; del otro, quienes se oponían a la iniciativa legislativa bajo la consigna de “Salvemos las Dos Vidas”: la de la madre y del niño por nacer. Allí podían verse personas mayores de rodillas rezándole a las vallas que rodeaban al Congreso, sacerdotes y pastores rodeados de gente a las que tranquilizaban y convencían de que la votación estaba a su favor; llegaban colectivos con carteles que indicaban su ciudad de origen, de los que bajaban contingentes de adolescentes y jóvenes, todos/as alegres, cantando, preparados/as para armar carteles y telas enormes color celeste para colgar de árbol a árbol y poner a tono “su territorio”. Uno de estos grupos extendió una bandera argentina de por lo menos media cuadra en la que muchas personas escribían su nombre, el de su ciudad o dejaban un mensaje.
La participación del “lado celeste” a partir de una observación realizada por un organismo de Derechos Humanos,1 en contraposición con convicciones personales, dieron lugar a una experiencia cargada de nuevos interrogantes. Las creencias y valores sostenidos por ambos sectores los distanciaban, pero los modos de expresar sus convicciones y militancias los volvían similares.
En los años recientes, la región latinoamericana asistió a una revitalización de actores políticos y movimientos sociales que defienden el statu quo y se oponen a diferentes modalidades de ampliación de derechos y ciudadanía. Si como sostiene Guillermo O’Donnell (2008), el Estado democrático se convirtió en el ancla de los derechos de sus ciudadanos al garantizar y ampliar los derechos, libertades y garantías que implica una democracia, es necesario preguntarse por el modo en que, en este campo de disputas e incertidumbres institucionalizadas,2 el accionar de los contramovimientos implica un desafío para la construcción de una sociedad más justa y democrática.
Para estudiarlos, se debe hacer un análisis profundo y crítico que aprehenda sus modos de acción y estrategias evitando las interpretaciones superficiales guiadas por supuestos fundamentalismos de los grupos en disputa. En este sentido, esta tesis indaga en las estrategias de incidencia política del movimiento conservador argentino a través de sus repertorios de acción y discursos en redes sociales durante el período 2017-2020. Además, se interroga por los modos en que el activismo en redes sociales permitió actualizar un conjunto de creencias propias del campo conservador y orientar las estrategias de incidencia política. La idea fuerza de esta tesis postula que, para el movimiento conservador, las redes sociales habilitaron nuevos espacios de sociabilidad política, alternativos a las formas convencionales de la política y los medios de comunicación tradicionales, y a partir de los cuales se definen y coordinan estrategias de intervención política institucional y contenciosa.
El trabajo se centra en el caso de Con Mis Hijos no te Metas en la Argentina (en adelante, CMHNTM) puesto que se trata de uno de los colectivos que adquirió mayor visibilidad pública a través de su activismo político en contra de las políticas estatales inspiradas en la denominada ideología de género.3 Desde su primera aparición pública a fines de 2016 en oposición a la reforma del Currículo Nacional de Educación Básica en Perú, el lema “con mis hijos no te metas” se expandió por todo el continente y fue adoptado por un conjunto de organizaciones y colectivos provida y profamilia que se oponen a la denominada ideología de género por considerarla la promotora del aborto y otras prácticas definidas como “inmorales y antinaturales”.
Sin embargo, las condiciones políticas que permitieron su creación se remiten al 2015, momento en el que ante la irrupción del feminismo en el escenario político nacional y regional (impulsado por las marchas de NiUnaMenos y los Paros Internacionales cada 8 de marzo), los sectores conservadores se reorganizaron en torno a la noción de ideología de género. Este concepto que apareció por primera vez en los 90, reaparece con fuerza en la década del 2010 primero en Francia, y luego en Latinoamérica, para frenar los programas de educación sexual integral, los derechos de las personas trans y homosexuales y el acceso al aborto. Partiendo de este contexto, esta investigación aborda en profundidad al colectivo a partir de su formación en la Argentina, esto es, desde de las primeras actividades de los referentes para replicar el movimiento peruano aquí. Si bien se reconoce la importancia del proceso político y social previo a la formación del CMHNTM, el recorte temporal de análisis de esta tesis toma como referencia la creación del colectivo en la Argentina en el año 2017 y se extiende hasta principios del año 2020.
Por tanto, el objetivo general del que parte la presente investigación es comprender los modos en que el activismo en redes sociales de los movimientos conservadores modifica y actualiza los mecanismos de incidencia política. Para ello, se propone como objetivos específicos: examinar el surgimiento de CMHTM a partir de su inscripción en el campo ideológico conservador provida; identificar y caracterizar en el caso de CMHNTM la causa defendida, los procesos de identidad colectiva, la estructura organizativa y la red de actores aliados; analizar el uso de las tecnologías digitales como espacios de movilización política y la interacción con las prácticas políticas fuera de las redes virtuales.
El análisis propuesto permitirá complejizar la mirada acerca de los desafíos que supone el activismo del movimiento conservador para la democracia.
La construcción del objeto de estudio de esta tesis retoma un conjunto de investigaciones que, en un sentido amplio, estudiaron a los denominados contramovimientos. Un primer enfoque refiere a las dinámicas de interacción entre los movimientos sociales que promueven cambios sociales y otros que se posicionan como defensores del statu quo que los primeros pretenden transformar. La literatura ha llamado contramovimientos a estos últimos, entendiéndolos como antagonistas que nacen en reacción y resistencia ante el éxito de los movimientos transformadores (Mottl, 1980; Casquette, 1994; Della Porta y Diani, 1999).
Sin embargo, no son grupos aislados que actúan separadamente, sino que interactúan y se influyen mutuamente (Mottl, 1980; Meyer y Staggenborg, 1996; Zald y Useem, 2009). Tahi Mottl (1980) denominó the confluence a los procesos de interacción entre los movimientos sociales y los contramovimientos. El autor advirtió que, cuando los reclamos de dichos movimientos confluyen en las mismas vías institucionales, es probable que desarrollen formas organizativas similares. Donatella Della Porta y Mario Diani (1999) profundizaron dicha vía de análisis y sostuvieron que, durante el curso de la movilización, los movimientos en disputa se desarrollan en dependencia simbólica. Esto supone que tienden a imitarse mutuamente, adaptando sus repertorios de acción, tácticas particulares y la elección de los ámbitos en los cuales actuar. En la misma dirección, Jesús Casquette (1994) entiende a los contramovimientos como adversarios que se adaptan al contexto en el que operan y constituyen una precondición para que un movimiento social modele su identidad. De esta forma, pasan a conformar la estructura de oportunidades durante el proceso de formación y desarrollo del movimiento.
Los estudios sobre las dinámicas de interacción además se ocuparon de las intersecciones entre las estructuras religiosas y políticas. Tal es el caso de Darren Sherkat (2000), quien dio cuenta de que las creencias religiosas y sus instituciones, al justificar la exclusión de minorías, funcionan como fuente de movimientos opositores. En este marco, los estudios sobre los grupos conservadores, que históricamente se han opuesto a la expansión de los derechos de las mujeres y las diversidades de género, se centraron en las relaciones entre los grupos provida o profamilia con las instituciones religiosas cristianas, principalmente en sus vertientes católicas y evangélicas.
Los trabajos de Karina Felitti (2011) y Pablo Gudiño Bessone (2013) muestran cómo la Iglesia Católica en Argentina buscó imponer sus principios doctrinarios en torno a diversos temas como la familia, el género o la sexualidad. Durante décadas, esta doctrina permeó las políticas públicas y legislaciones estatales justificando su accionar en el respaldo constitucional que sostiene el culto apostólico romano.4 Así, como indica el autor, “las fronteras de intersección entre lo político y lo religioso han mostrado cierto grado de intersección e influencia mutua” (Gudiño Bessone, 2013:1). Sin embargo, a partir de un enfoque sociohistórico, se ha mostrado que procesos políticos a escalas nacional y transnacional,5 operaron como cambios de paradigma en el abordaje del vínculo entre población y desarrollo al reclamar políticas con perspectivas de género para abordar los modos en los cuales las desigualdades de género se imbrican en distintos ámbitos de la vida social (Faur y Viveros Vigoya, 2020).
Otro conjunto de trabajos recientes retomó los estudios sobre contramovimientos para dar cuenta de este fenómeno en Latinoamérica. Trabajos como los de Jaris Mujica (2007, 2009), María das Dores Campos Machado (2015), Naara Luna (2014), Daniel Jones y Marcos Carbonelli (2015), Gabriela Irrazábal (2015) y Luz Ángela Cardona Acuña (2019) mostraron la heterogeneidad que caracteriza a los grupos conservadores, tanto en Argentina como en América Latina. Dichos estudios mostraron la politización reactiva; el uso de discursos científicos y bioéticos en el activismo antiderechos de los actores no relacionados directamente con la religión; y la articulación con religiones y grupos laicos provida o profamilia. Tal es el caso de los grupos pentecostales y católicos carismáticos en Brasil que desarrollaron estrategias de lobby político, así como los sectores evangelistas en Argentina, Perú y Ecuador que buscaron influenciar de diversas maneras en la agenda pública.
En cuanto a la heterogeneidad de los grupos conservadores, Cardona Acuña señaló que las posturas que sostienen a lo largo del tiempo no son inmutables. La investigación histórica comparada sobre los cambios legales en materia de diversidad sexual en Perú y Ecuador arroja que existen “momentos de excepción” en los que estos grupos se muestran más dispuestos a la deliberación, la negociación y al intercambio sobre el contenido de los cambios legislativos, generando solidaridades y cooperación para avanzar en la expansión de derechos (2019: 381). De ello resulta que dichos actores se manifiesten a favor/en contra de algunos temas de diversidad sexual a pesar de no haberlo estado antes. Así como también puede suceder que radicalicen sus posiciones con el paso del tiempo e intensifiquen las disputas relacionadas a los cambios legales. Asimismo, las coaliciones conservadoras adoptan posturas diferentes –de promoción, consentimiento o antagonismo– según la dimensión o eje de la desigualdad de género que se trate: de clase –la posición de las mujeres en el mercado– o de estatus –políticas de reconocimiento y condición jurídica–.
Por otro lado, Jaris Mujica (2007, 2009) estudió las transformaciones del movimiento conservador a partir de su readaptación a los distintos contextos históricos como modo de sostener cierta capacidad de influencia en la agenda pública. Los resultados mostraron importantes reestructuraciones del movimiento, desde lógicas herméticas, locales y católicas (período tradicional) a formas de apertura e incorporación a la vida democrática (globalización).
El autor señala que son dos los valores fundamentales que defienden, la vida y la familia, que según Cristina Vega operan como “significantes que cobran fuerza porque aspiran a alcanzar los anhelos comunes de seguridad que brinda el binarismo de género y un orden moral familiar que protege contra las inseguridades contemporáneas” (2020: 14). Sostiene Mujica (2007) que dichos significantes configuran un sistema de biopoder para el control y punición sobre los cuerpos, lo que además da cuenta de una compleja organización Ciencia-Iglesia-Estado que estructura discursos y formas de acción de los grupos conservadores. Para dar cuenta de este complejo Ciencia-Iglesia-Estado, Mujica estudia la organización de los grupos provida que actúan en la vida pública de Perú: sus relaciones con organizaciones internaciones, con la Iglesia y con diferentes órganos de poder político local; sus actividades y agendas de trabajo. Luego concluye que existe una división del trabajo orientada a cumplir diferentes tareas como relaciones políticas, lobby parlamentario, educación y, en el terreno local, difusión de los grupos provida y captación de nuevos miembros.
Investigaciones recientes dieron cuenta de que los grupos conservadores están ampliando su campo de activismo, más allá del sexo y la reproducción, hacia otras políticas que hasta el momento no habían sido objeto de cuestionamiento doctrinario o moral (Caminoti y Tabbush, 2020). En este sentido, el uso estratégico de la noción de ideología de género obstaculizó la sanción de la ley de paridad política en Paraguay (2018) y se coló en el “NO” por los acuerdos de paz en Colombia (2016). En ambas propuestas, los sectores opositores cuestionaron que la ideología de género a modo de colonialismo cultural amenazaba los valores de la familia tradicional y la identidad nacional.
Por último, un conjunto de estudios se centró en el caso de Con Mis Hijos no te Metas, movimiento originado en Perú a fines de 2016 en reacción al Currículo Nacional de la Educación Básica del Ministerio de Educación con la clara intención de que el gobierno lo modifique (Zelada Tevez, 2017; Meneses 2019).
El movimiento se dice conformado por “padres autoconvocados”, apartidario y sin adhesión a ningún credo. Sin embargo, algunos autores, como Pablo Semán (2019), Mariana Caminotti y Constanza Tabbush (2020) y Cristina Vega (2020), lo definen como un espacio transversal al mundo católico y evangélico. A partir de estudiar un grupo de Facebook de CMHNTM – Perú, Daniela Meneses (2019) indicó que, aunque originalmente el espacio fue creado para denunciar el nuevo plan de estudio y la intromisión del Estado en la familia, luego se convirtió en un espacio para normalizar y controlar los cuerpos no heterosexuales. Si bien no todos los participantes son religiosos actúan como representantes de Dios al ejercer un poder pastoral con el fin de guiar al rebaño lejos de la ideología de género. Apoyados sobre verdades religiosas y científicas, se pone en ejercicio un poder disciplinario (y el biopoder) que reafirma que la homosexualidad –sin diferenciar las múltiples expresiones no heterosexuales– es mutuamente excluyente con la religión, y que, por tanto, los homosexuales pertenecen al campo del mal.
A partir de los estudios mencionados, se pueden destacar algunos aspectos característicos de los grupos conservadores provida en Latinoamérica. En primer lugar, si bien nacieron ligados a la Iglesia Católica, con el transcurrir de las décadas se diversificaron y estrecharon lazos con otras organizaciones religiosas y laicas. En segundo lugar, lograron adaptarse a los diferentes contextos históricos transnacionales sin dejar de ser un actor político e interlocutor activo de los debates por la democratización de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las diversidades de género. Como sostiene Mujica, los conservadores son conservadores en tanto y en cuanto defienden ciertos principios y valores tradicionales pero sus estrategias son actuales.
Este breve repaso permite señalar que existen ciertos factores que afectan las oportunidades de creación y acción de ambos movimientos, del transformador y del conservador del statu quo. David Meyer y Suzanne Staggenbor sostienen que para que emerjan contramovimientos en la escena pública deben darse tres condiciones: que el movimiento transformador muestre éxitos; que a raíz de estos éxitos los intereses de un sector de la sociedad se vean amenazados y que exista algún sector político potencialmente aliado (1996: 1635). De esta forma, la organización del contramovimiento es producto del declive de ciertos grupos históricamente beneficiado de la preservación del estado de cosas. Clareance Lo (1982) se refiere a los movimientos cuyos objetivos son mantener las estructuras de orden, estatus, honor, las diferencias o los valores sociales tradicionales y por ende, perpetuar las desigualdades económicas, sociales, políticas y culturales como movimientos de derecha.
A pesar de los desarrollos señalados hay aspectos que aún no han sido investigados. Se ha prestado menor atención a las causas que defienden los contramovimientos, qué valores y a quiénes beneficia el actual statu quo, en la medida en que resulta indispensable para comprender las decisiones del Estado ante ambos movimientos y el ritmo de la ampliación de derechos de las mujeres y de las diversidades: derechos sexuales y reproductivos, de identidad, de familia, entre otros. Bajo ciertos contextos sociopolíticos favorables, los grupos pro choice han encontrado una ventana de oportunidad para inyectar nuevas demandas al sistema político, en especial aquellas referidas a derechos reproductivos, sexuales y de eliminación de discriminación contra las mujeres y la comunidad LGBTIQ+;6 mientras que para los conservadores exige readecuar sus prácticas, discursos y de ingresar a la política mediante los canales formales vigentes.
Si lo público se convierte “en el interés central y en el campo de debate, lo que indica un nuevo rostro de la estructura de relaciones y de las estrategias de los grupos conservadores” (Mujica, 2007: 24), entonces es preciso preguntarse por qué estos grupos readecuaron sus prácticas y discursos; qué transformaciones sociales los llevaron a aggiornarse y de qué modo lo hicieron.
Una de esas transformaciones se observa en el surgimiento de nuevas formas de vida propias de la sociedad en red, en la que las nuevas tecnologías de información y comunicación permean prácticamente todos los ámbitos de la vida social, personal y colectiva: trabajo, estudios, hogar, sexo, divertimento, identidades, valores, política, etc. Surge una nueva sociabilidad, a la que Fernando Calderón y Manuel Castells (2019) denominan “tecnosociabilidad”, donde las redes sociales aparecen como un nuevo campo de batalla y redefinen las relaciones de poder y de dominio, y así como se generan redes de solidaridad y nuevas formas de defender derechos, también surgen redes de “antisociabilidad” que minan la arena pública con discriminación, racismo, negación del otro y nuevas formas de cuestionamiento de la igualdad (Calderón y Castells, 2019). Las tecnologías de la virtualidad ya no son meros instrumentos, sino que se redefinen como entornos permeables que permiten nuevas formas de ser, que construyen identidades y saberes, así como nuevos conflictos sociales que trascienden los límites de la red.
Teniendo en cuenta que América Latina sobresale a nivel mundial por la intensidad en el uso de las redes sociales de comunicación (Calderón y Castells, 2019) y que casi no se encuentra objeto social que pueda ser estudiado sin vínculo con internet –porque la vida en la red se ha convertido en un fenómeno social en sí mismo–, algunos estudios han explorado las transformaciones en la red a partir de la etnografía de lo digital o netnografía (Kozinets, 2015; Di Próspero y Daza Prado, 2019). Si bien han venido desarrollándose en Europa y Estados Unidos, nuevos aportes latinoamericanos han contribuido al desarrollo de esta metodología con aportes desde las problemáticas locales: Tomas Bover (2019) estudia las instituciones e identidades policiales en la Argentina; Meneses Cárdenas (2019) se ocupa de la vida en Facebook de jóvenes universitarios indígenas en Colombia, y en la misma red, Daniela Meneses (2019) aborda el poder disciplinario que ejerce el grupo de CMHNTM en Perú. También sobre las disputas entorno a los derechos sexuales y reproductivos, Jair de Souza Ramos (2019) explora Twitter como un nuevo campo de batalla entre grupos religiosos y movimientos feministas y LGBTIQ+ en Brasil.
Sin embargo, ninguno de dichos trabajos ha explorado las nuevas formas en la que los contramovimientos sociales hacen política y movilizan dentro y fuera de las redes sociales. Por otro lado, los trabajos mencionados solo se dedican a una red social en particular, desprestigiando las interrelaciones posibles en la multiplicidad de plataformas existentes. Este trabajo busca complementar estos estudios a través de una etnografía virtual del movimiento conservador CMHNTM en la Argentina, contemplando de manera integral todas las redes sociales y territoriales en las que participan. En el próximo apartado se explicará el abordaje analítico y metodológico del estudio propuesto.
El trabajo se inscribe en los estudios sobre los nuevos movimientos sociales. Como fenómeno social, la academia comenzó a considerar los nuevos movimientos sociales como objeto de estudio a partir de los movimientos surgidos en los 60 (movimientos por los derechos civiles, estudiantiles, ecologismo, feminismo, movimientos pacifistas y por los derechos humanos) y, para la década de los 70, Alain Touraine (1973) afirmó que el estudio sobre los movimientos sociales era el objeto de la sociología.
Existen dos grandes corrientes de estudios de los movimientos sociales, la que adopta una perspectiva racionalista, como la Teoría de Movilización de Recursos (TMR) y la Teoría de Oportunidades Políticas (Jenkins, 1994; Tarrow, 2009); y otra que privilegia aspectos culturales, identitarios y simbólicos (Melucci, 2001; Touraine, 1995; Castells, 2001). La primera explica que la formación y accionar de un movimiento depende de la maximización de los recursos disponibles y de los contextos favorables (estructura oportunidades políticas) en un permanente cálculo de costos y beneficios.
La segunda corriente propone que en las sociedades postindustriales –en la que los conflictos dejan de estar anclados en las clases sociales– los movimientos sociales no buscan cambios en el sistema político, sino, principalmente, desafiar los lenguajes y códigos culturales que organizan la información y hacen posible su interpretación. Para hacerlo, los movimientos se centran en la construcción de una identidad colectiva a través de motivaciones permanentes, simplificación de mensajes, distribución de nuevos códigos de conducta, identificación de un otro antagónico y la construcción de sentidos de pertenencia más allá de la clase social.
Sin embargo, ambas corrientes coinciden en que un movimiento social es un tipo de “acción colectiva contenciosa” (Tarrow, 2009) llevada a cabo por quienes carecen de acceso regular a las instituciones y que, actuando en nombre de reivindicaciones nuevas o no aceptadas, se constituyen en una amenaza fundamental para las autoridades y otros grupos e individuos. El repertorio de acción adoptado para la transformación del statu quo genera la reacción de los intereses amenazados.
Los nuevos movimientos sociales como los de mujeres y las diversidades introducen al debate público reivindicaciones contrapuestas a los valores de los grupos conservadores y de derecha. Estos últimos también introducen sus agendas a la opinión pública y despliegan acciones políticas. Los movimientos próvida, entendidos como aquellos que tienen una posición en contra de la expansión de los derechos sexuales y reproductivos, y construyen sus discursos e identidad entorno a la defensa de la familia y la vida (Mujica, 2007), son definidos como contramovimientos.
Sin embargo, parte de lo conocemos sobre los movimientos conservadores o “antiderechos” es mediante el abundante material realizado por grupos activistas feministas pro choice y periodistas afines. Algunos trabajos parten de una perspectiva política práctica y no analítica, que termina calificándolos como fundamentalistas, creando una imagen de desprestigio y corriendo el riesgo de eliminarlos de la discusión si los coloca fuera de la arena democrática (Mujica, 2007). Estos prejuicios abonan a la brecha de conocimiento entre los activistas y la academia, impidiendo el conocimiento de las estructuras de funcionamiento, sus causas, valores e intereses, y en consecuencia de cómo neutralizar su incidencia política.
Los logros del movimiento feminista a nivel local (instalar una agenda amplia de género y la conquista de derechos como la Educación Sexual Integral, el matrimonio igualitario, identidad de género, la protección contra todo tipo de violencia de género), los cambios globales relacionados a la sociedad en red, el uso de las redes sociales, los límites de los gobiernos progresistas en la región y los cambios en la religiosidad son factores que, como se verá, incidieron en la transformación de los movimientos conservadores en la Argentina y permitieron la formación del movimiento CMHNTM en el país.
Estudiar dicho colectivo es relevante ya que, a pesar de su constitución reciente, se ha posicionado como uno de los colectivos de mayor visibilidad pública a través de su activismo político en contra de las políticas estatales inspiradas en la denominada ideología de género. Sus participaciones públicas, muy activas tanto en redes sociales como en el territorio tradicional, parecen mostrar un acercamiento y resignificación del campo de los derechos humanos, así como una agenda ampliada, razón por la cual se propone que este caso permite indagar algunas respuesta a las preguntas en torno a la readecuación discursos y creencias de los grupos conservadores para adaptarse a nuevas modalidades de hacer política: qué cambios político-sociales influyen en esta transformación y qué formas adopta esta última, tanto al interior del propio grupo como en su relación con otros actores (Estado, aliados y opositores) para mantener vigentes sus demandas.
Para su análisis, primero se caracterizará a CMHNTM a partir de los elementos identificados por las teorías clásicas de movimientos sociales, a saber:
► Repertorio de acción y estrategias de incidencia política: la acción contenciosa es disruptiva y desafiante, dirigida contra las élites, autoridades o normas culturales. Existen diversos tipos de acciones desde presiones a las instituciones, desafíos legales, cuestionamiento de códigos culturales, nuevas prácticas, pero principalmente, la acción directa colectiva y disruptiva. El conjunto de acciones adoptadas por el movimiento está dirigido a incidir en los procesos de toma de decisión, en el diseño de las políticas públicas y en todas aquellas decisiones estatales que afecten los intereses y creencias representados por el movimiento.
► Un objetivo común: la base del desafío colectivo son los intereses y valores comunes, una buena razón por la que las personas sacrifican recursos y se movilizan.
► Identidad colectiva: el reconocimiento de una comunidad de intereses es lo que traduce el movimiento potencial en una acción colectiva. Los movimientos explotan los sentimientos más enraizados y profundos de solidaridad e identidad para movilizar a los individuos a partir de los principios de identidad, oposición y totalidad (Touraine, 1995).
► Organización para el mantenimiento de la acción colectiva: el objetivo común, la identidad y el desafío contribuyen a mantener la actividad colectiva y el desafío contra su oponente. Tal como lo plantea la TMR, la organización debe mantener al movimiento con vida porque los conflictos sociales surgen constantemente.
► Las oportunidades políticas y el liderazgo: difícilmente pueda identificarse un líder único o una única organización dentro de un movimiento social. Frente al egoísmo personal y la desorganización, la acción colectiva se inicia frente a los incentivos que generan los cambios en la estructura de oportunidades y las restricciones políticas. Asimismo, durante su desarrollo, nuevas oportunidades estructurales permiten nuevas incorporaciones y re-actualizaciones de la acción colectiva.
► Los recursos disponibles y la capacidad para articularlos en contextos políticos y estratégicos (TMR).
► Actores: además de los elementos estructurales e identitarios constitutivos del movimiento, es importante prestar atención a los “contextos de experiencia de los actores” propuestos por Daniel Cefaï (2011): sus trayectorias biográficas, las modalidades e intensidades de sus múltiples compromisos políticos cotidianos, sus discursos y las redes de sociabilidad y socialización. Analizar las múltiples redes en las que están inmersos los sujetos políticos es importante para develar las complejas relaciones de cooperación y conflicto que configuran las arenas públicas.7 Es decir, los actores circulan por diferentes entramados sociales, posiciones de poder, múltiples experiencias cotidianas vividas desde múltiples perspectivas. El proceso de “seguir a los actores” da cuenta de que “no hay un solo tipo de racionalidad [la instrumental] ni un solo tipo de legitimidad en juego en una movilización colectiva, sino una multiplicidad de regímenes de compromiso y de justificación que se combinan unos con otros” (Cefaï, 2011: 139).
Para alcanzar los objetivos de esta investigación se realizó una netnografía (Kozinets, 2015) o etnografía de lo digital (Di Prospero y Daza Prado, 2019) a partir de las redes sociales oficiales del movimiento CMHNTM Argentina. La etnografía digital es propuesta como técnica de investigación para abordar objetos de estudio mediatizados digitalmente que obligan a repensar las interacciones sociales, la regulación del espacio urbano y los modos de hacer política. Esta metodología propone combinar la participación y la observación tradicional con nuevas formas de recolección de datos, análisis de redes y espacios como páginas de Facebook, blogs, cuentas de Twitter, Instagram, Linkedin, etc.
Para acercarse a la interacción social tecnológica, la netnografía le permite a la o el investigador comprender la omnipresencia de las redes en la vida cotidiana de la gente sumergiéndose en el territorio virtual donde conviven palabras, imágenes, dibujos, fotografías, audios, presentaciones audiovisuales, contenido digital, etc. Es decir que se puede convivir con los actores en su “estado natural” sujetos a una reconfiguración y dualización del tiempo y el espacio: objeto de estudio y observador comparten una misma plataforma virtual pero no necesariamente coinciden la acción del actor y la observación del etnógrafo. Y al mismo tiempo, actores y observador habitan múltiples espacios offline, que interactúan con la vida en la virtualidad.
Para el movimiento, las tecnologías virtuales en tanto espacios de hipertextos y enlaces, le otorgan materialidad en múltiples registros simultáneos: local, global, público, privado (Tironi, 2014). De esta forma, como proponen los estudios de Ciencia y Tecnología (Science and Technology Studies) y desde la etnografía de lo virtual, la tecnología deja de ser un mero instrumento de la acción colectiva para mostrar su capacidad de constituir, performar lo político y reconfigurar las reivindicaciones y valores de los movimientos políticos. Diferentes autores (Calvo, 2015; Boczkowski y Mitchelstein, 2018; Calvo y Aruguete, 2020) coinciden en que “las redes han dejado de ser objetos para convertirse en entornos, donde estamos con los otros: no usamos las redes sino que vivimos en ellas” (Boczkowski y Mitchelstein, 2018). Aún más, para Daniel Miller “la gente ha transformado las redes sociales en modos tan diversos e inesperados a lo largo y ancho del mundo” que la “única forma de poder apreciar y entender algo tan omnipresente como las redes sociales es simplemente sumergirse en la vida cotidiana de la gente que publica contenido en tales redes” (2019: 6).
Al igual que la etnografía tradicional, implica una serie de principios éticos que la o el investigador debe seguir para sumergirse en una comunidad con el fin de recopilar los significados que las personas le otorgan a su realidad social y política (Schatz, 2009: 5). Estas prácticas éticas incluyen: usar nombre real en los grupos en los que se participó, solicitar permisos cuando fue necesario y no exponer nombres o cualquier otro dato personal de los participantes sin consentimiento previo. Además, para la tarea de observación no se definió a priori la separación o continuidad entre lo online y lo offline, sino que fue resultado de la observación de la acción de los actores y su relación con ambos entornos, tal como sugiere Jair De Souza Ramos (2019).
En resumen, la netnografía permitió acceder a las opiniones de activistas o simpatizantes del grupo, que tal vez, sin estas herramientas, no tendrían oportunidad de expresarse o articular su activismo político. La copresencia digital con los actores permitió acercarse a los múltiples sentidos de sus acciones, y conocer tres aspectos de la cultura digital: lo cognitivo, lo valorativo y lo emotivo (Meneses Cárdenas, 2019). Siguiendo el argumento de Meneses Cárdenas sobre que “los métodos digitales no pueden ser concebidos para investigar dispositivos tecnológicos y escenarios online, sino para ver su relación con los eventos sociales” (2019: 98), el trabajo en el campo virtual implicó atender dos dimensiones: en la primera, se observa en los espacios virtuales fenómenos que ocurren por fuera y, en la segunda, la observación se focaliza en los fenómenos e interacciones que tienen lugar de forma online, es decir, en las redes sociales. Ejemplo de la primera son las repercusiones virtuales de una marcha, mientras que de la segunda, un tuitazo. La investigación buscó dilucidar qué relaciones existen entre ambas dimensiones.
La búsqueda de huellas digitales y vivencias virtuales del movimiento se realizó en las siguientes redes sociales, teniendo en cuanta que el acercamiento a estas plataformas implica considerarlas como un fenómeno en sí mismo y soporte metodológico: “el primero privilegia conocer las experiencias de uso, los entornos y tendencias de este fenómeno cultural. El segundo busca ser un soporte metodológico para otros problemas de investigación, utilizando la plataforma para hacer entrevistas, observación participante u observar algún fenómeno que se refleje allí” (Meneses Cárdenas, 2019:102):
► Instagram: @conmishijosnotemetas.oficial;8
► Facebook: la página oficial de CMHNTM – Argentina;9 grupo oficial a nivel nacional “#ConMisHijosNoTeMetas, (www.ConMisHijosNoTeMetas.Com.Ar)”. Para acceder a este grupo se solicitó permiso ya que es un grupo cerrado y los administradores son quienes aceptan nuevos ingresos; y la página del vocero oficial para Argentina, Néstor Mercado;10
► Twitter: @CMHNTMok;11
► Youtube: Canal oficial de Con Mis Hijos No Te Metas ARGENTINA Oficial;12
► Sitio web: conmishijosnotemetas.com.ar.
Además de la observación y vivencia de redes sociales, se analizaron entrevistas y notas periodísticas brindadas por los actores a la prensa y la realizada por la autora a uno de los voceros de CMHNTM Perú. Por último, se utilizaron fuentes secundarias para recuperar ciertos diálogos en las redes sociales que fueron extraídos de las plataformas por otras autoras.
En este caso se trabajó con páginas o perfiles y no con búsquedas de palabras claves o hashtags (#) en la red porque no interesan todos aquellos que opinan sobre la agenda provida, sino solo la voz de los actores del movimiento: voceros, líderes y seguidores. De esta forma, se intentó maximizar la presencia de voces genuinas minimizando las posibilidades de estar analizando mensajes artificiales, como los creados por trolls13 o bots14 para minar la discusión. Se asume que quienes participan de estos grupos, con publicaciones o comentarios a los posteos, son actores políticamente activos, sin desconocer que sus interacciones están inmersas en “burbujas de opinión” que refuerzan opiniones previas dado a que no hay intercambio con posturas contrarias (Calvo, 2015; Calvo y Aruguete, 2020).
La obtención de datos combinó técnicas automatizadas y manuales. Para obtener los datos de Twitter se utilizó R Studio, un software libre, gratuito y de código abierto que permite conectarse a la API (Application Programming Interface) o interfaz de la red social y desde allí descargar la búsqueda que interesa, ya sea, todas las intervenciones que se hicieron utilizando un hashtag o palabra clave o todos los posteos que realiza una cuenta determinada –como en este trabajo que se descargaron todos los tweets emitidos por la cuenta @CMHNTMok–. Los datos obtenidos15 se encuentran estructurados en tablas que contienen palabras, imágenes, videos y datos geográficos (esto solo en caso de que el usuario así lo configure); y el mismo software permite manipularlos para extraer conclusiones. En el Anexo II se encuentran los script de R con los que se extrajeron y analizaron los datos.
En la plataforma Youtube, como el software no puede interpretar voces combinadas con imágenes, los datos fueron relevados a partir de una grilla de recolección de datos, diseñada oportunamente para esta investigación. La plataforma facilitó la tarea, ya que tiene una opción de transcripción, donde ofrece de forma automatizada el texto de la oralidad. La construcción de esta base de datos estructurada permite ser procesados en R Studio. En cambio, en Facebook e Instagram la recolección fue manual, atendiendo a las dinámicas y tipo de interacciones, más que a la cantidad como en las anteriores plataformas.
Esta tesis implicó varios desafíos, que bien podrían resumirse en dos: técnicos y éticos. Las dificultades técnicas se relacionan con la propia naturaleza de los datos. En primer lugar, la “suciedad” de los datos, en la medida en que contienen varios formatos (texto, imagen, video), palabras con errores, emojis (emoticón) o abreviaciones propias del lenguaje virtual. Otras veces, hay inconsistencias o los datos están incompletos, es decir, algunos campos o celdas no tienen información o es incorrecta. El último desafío refiere a los sesgos y a la veracidad de los mensajes, ya que se trata de opiniones, reflexiones o distribución de información que producen actores sociales, con ciertos intereses, ideologías, valores, estrategias, entre otros.
Otro obstáculo fue el volumen de datos. Dado que “se vive en las redes”, la generación de datos es permanente, y para obtenerla, clasificarla y encontrar relaciones se deben operar software de big data. Se resolvió con R Studio.
No obstante la gran cantidad de datos a los que se accede de forma gratuita y libre, las plataformas limitan las consultas otorgando muestras, sin descontar, que Instagram o Facebook invitan a aumentar la privacidad, a diferencia de Twitter que tiende a ser más público. En este caso, el acceso a Facebook fue sencillo ya que las páginas son públicas y en el grupo se logró el acceso rápidamente. En Instagram, el perfil es privado y se consiguió la habilitación como “seguidor” recién a menos de dos meses de entrega de la investigación. Sin embargo, dada las normas de privacidad y protección de datos personales de las plataformas, no fue posible acceder de forma remota y automatizada a las cuentas de Instagram y Facebook. Por esta razón, la recolección de datos en esas dos plataformas se realizó de forma manual y requirió mayor cantidad de horas cohabitándolas para aprehender las interacciones sociales que ocurren permanentemente.
En Twitter, el perfil oficial de CMHNTM es público y se puede acceder fácilmente desde RStudio para obtener las publicaciones, pero al ser una cuenta nueva (creada en octubre de 2019) las publicaciones correspondientes al período estudiado (N= 37) no constituyen una gran masa de datos; de todas formas, se usó el software de procesamiento para el análisis.
Otros desafíos se vinculan a las dificultades para acceder a plataformas de gran relevancia como WhatsApp. Dicha plataforma es líder en mensajería y no resulta difícil advertir que, en la actualidad, se convirtió en un espacio relevante para la sociabilidad cotidiana y su uso es corriente para la coordinación de acciones colectivas, las discusiones internas de grupos y la difusión de actividades. Sin embargo, una de sus características centrales refiere al cifrado de mensajes y el carácter privado de uso. Esto significa que, sin acceso a algún grupo de militantes o referentes, es imposible observar el uso de esa red y las dinámicas de interacción que allí se despliegan (Calvo y Aruguete, 2020).
La realización de entrevistas a referentes supuso otro desafío. Si bien se consiguió entrevistar a un referente de CMHNTM Perú, el acceso a integrantes del colectivo argentino no pudo ser concretado debido a la ausencia de respuestas por parte de estos. No obstante, esta dificultad se suplió con un análisis exhaustivo de las intervenciones públicas de los referentes de CMHNTM Argentina realizadas en medios de comunicación y redes sociales.
Por último, la observación de acciones contenciosas y otro tipo de actividades en el espacio público se vio interrumpida por el contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto ante la pandemia del Covid-19. En este contexto, todas las actividades offline planificadas por CMHNTM como la Marcha por la Vida del 25 de marzo fueron suspendidas. No obstante, las manifestaciones callejeras se trasladaron a la red, como tantos otros fenómenos, que en contexto de pandemia, se suman a la nueva cotidianidad virtual.
Sin embargo, los desafíos éticos de esta tesis interpelan de una forma distinta. La dificultad de comprender aquellos actores o contextos que restringen el disfrute de los derechos abstrayéndose de las formas en que nos implicamos con la causa defendida. Pero allí reside la importancia de las y los defensores de derechos: distanciarse de las convicciones propias para investigar aquello que interpela y, en muchas ocasiones, produce rechazo. Como afirmó Didier Fassin, si la antropología tiene un objetivo en el mundo contemporáneo –que aquí se hace extensivo a toda investigación en ciencias sociales que pretenda reconstruir el punto de vista del otro– “es el de afirmar el fin del exotismo y el de proponer no promover la alteridad, sino reducirla” (2016: 51).
Es importante, por lo tanto, acercarse al objeto de estudio sin prejuicios, evitar tratarlo como algo exótico y dejar de lado concepciones fundamentalistas para generar conocimiento crítico que permita expandir las fronteras de derechos a través de mejores herramientas para enfrentarlos en el espacio público. Conocer su organización y su agenda de demandas al Estado, permitirá defender no solo los derechos sexuales y reproductivos, sino también fortalecer la democracia y superar la intolerancia. La investigación no puede ser independiente de la intervención política; un defensor de derechos humanos no puede ser indiferente, pero si debe ser objetivo y crítico.
La sociología pragmática propone que es necesario obligarse a “seguir a los actores”: analizar qué hacen ellos y qué hacen quienes los condenan y los combaten, sin prejuzgar que existe una falta de racionalidad y cuidando de tratar con la misma “indiferencia metodológica” los respectivos argumentos y puntos de vista de ambos bandos. En este trabajo de seguir a los actores se debe respetar el pluralismo, es decir, entender a los actores con las pluralidades que los atraviesan, con sus contradicciones internas, sus silencios y divergencias (Visacovsky, 2005; Barthe et al., 2017). Este quehacer de la sociología pragmática, sin embargo, no prohíbe tener juicios de valor propios, sino por el contrario, un fuerte sentido de la justicia y la crítica. En este sentido, Fassin (2016) sostiene que no se trata de preguntarnos de qué lado estamos sino de asumir que la imparcialidad es un falso dilema, ya que siempre tomamos partido por algo, entonces, se trata de saber cuál es, explicar por qué y extraer las consecuencias.
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La tesis se estructura de la siguiente forma. En el primer capítulo se presentan las discusiones acerca de los movimientos conservadores, quiénes integran estos colectivos, qué ideas y valores defienden y cómo lo hacen. Para ello se recuperan las estrategias de incidencia de la Iglesia Católica, y luego de los grupos civiles y laicos provida, para oponerse e impedir los cambios en el orden moral y sexual. Luego de analizar las tres olas de los movimientos provida propuestas por Morán Faúndes (2015), se delinean algunos interrogantes sobre la posibilidad de estar ingresando a un nuevo ciclo en el que se inscribiría el caso de estudio.
El segundo capítulo se ocupará del caso de estudio, CMHNTM desde sus orígenes en Perú hasta su desembarco en la Argentina. Luego, se repondrán sus atributos como movimiento social: la estructura organizativa, los principales referentes, la red de actores aliados, su mito fundacional, su causa y el proyecto político propuesto. Por último, se analiza el debate parlamentario por la legalización del aborto en el año 2018 como una coyuntura crítica para la reorganización del movimiento provida.
Los capítulos tres y cuatro están dedicados a las estrategias de incidencia política directa. El tercero se ocupará del activismo digital en las redes sociales observadas para dilucidar cómo son utilizadas, qué sentidos allí se expresan y cómo se construyen identidades. En cambio, el cuarto capítulo, está dedicado a las acciones en el territorio tradicional, el de la calle, típicamente marchas y manifestaciones, pero también otras actividades fuera del mundo virtual, como la producción literaria, la participación electoral, la promoción de espacios de formación, etc.
Finalmente, se indican reflexiones y consideraciones finales sobre las respuestas que pudimos darles a los interrogantes planteados hasta aquí.
1 La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde el año 2017 ha creado un equipo de observadores de manifestaciones y protestas sociales, siguiendo las Directrices para la Observación de Manifestaciones y Protestas Sociales elaboradas por la Oficina Regional para América del Sur del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en conjunto con las instituciones Nacionales de Derechos Humanos y Defensorías del Pueblo de la región. Las Directrices pueden consultarse en http://www.defensoria.org.ar/wp-content/uploads/2017/07/DF_web.pdf
2 La democracia como régimen político no solo establece las reglas de acceso al poder —elecciones competitivas y periódicas y ciertas libertades políticas, tales como las de asociación, expresión, disponibilidad de información, etc.—, sino que ha demostrado ser el régimen que mejor garantiza y protege una serie de derechos humanos a los ciudadanos por su condición inherente de ser persona, al constituir Estados de Derecho. Sin embargo, el campo de los derechos, por su naturaleza política, tiene un carácter conflictivo y controversial (Guilhot, 2011), de permanente disputa por diferentes actores políticos con intereses contrapuestos. De allí que el Estado moderno cumple un importante rol en articular y ordenar la multiplicidad de relaciones sociales y pujas de poder que ocurren en su territorio (O’Donnell, 2008). Entonces, la “democracia, que tiende a la apertura de derechos y la igualdad entre los actores, gesta también la posibilidad de que los sujetos utilicen los espacios de debate y decisión para introducir políticas que beneficien sus intereses particulares (…)” (Mujica, 2007).
3 Se ha optado por el uso de las comillas y cursivas para enfatizar que se trata de una categoría nativa. De modo adicional indicamos que no compartimos dicha definición ya que se trata de un uso incorrecto de los términos. Por el contrario, la perspectiva o enfoque de género es una categoría de análisis que estudia las relaciones entre hombres, mujeres y personas de la diversidad sexual y las relaciones intragénero para dar cuenta de las desigualdades sociales por el hecho de ser ubicados en el espacio de lo femenino. Esta categoría no se analiza de manera aislada sino en relación con otras categorías sociológicas, como la clase, la raza, la edad, la etnia, etc. (González et al., 2018).
4 En su Art 2 la Constitución Nacional establece que “el Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano” lo que en la práctica implica que el Estado argentino destina parte de su presupuesto al sostenimiento de la Iglesia Católica: paga sueldo a sacerdotes y párrocos, subvenciona colegios confesionales, entre otras. Cuando en 2018 en el marco de la discusión por la legalización del aborto se lanzó la Campaña Federal por la Separación de la Iglesia y el Estado, el Episcopado aceptó la renuncia paulatina al financiamiento estatal por alternativas basadas en la solidaridad de las comunidades y de los fieles.
5 En tal sentido, la apertura democrática en 1983 y la posterior reforma constitucional dieron lugar a nuevos debates por la ampliación de derechos, entre ellos los reclamados por las agrupaciones feministas. Esta agenda se veía impulsada por los avances logrados en la IV Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo organizada por Naciones Unidas en El Cairo (1994) y la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing (1995). En estas se abordaron cuestiones relativas a la sexualidad placentera, libre y saludable desvinculándola de la procreación; y se planteó la necesidad de crear programas de acción para la implementación de políticas públicas orientadas a la educación en temas de sexualidad, igualdad de género, violencia, salud reproductiva e infecciones de transmisión sexual (Faur y Viveros Vigoya, 2020). En este nuevo contexto se disputó la posición de privilegio que la Iglesia Católica argentina detentaba sobre la sexualidad y los derechos de las mujeres: sexuales, reproductivos y de familia. Aun así, la politización reactiva de los grupos identificados con el catolicismo continúa constituyendo “uno de los principales obstáculos para la democratización en las relaciones de género, así como para la ampliación y el reconocimiento de los derechos a la ciudadanía sexual” (Gudiño Bessone, 2017: 43).
6 Utilizaré el término ‘LGBTIQ+’ para referirme a los colectivos formados por personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, transexuales, travesti, intersexuales y queer. El símbolo ‘+’ incluye a todos los colectivos que no están representados en las siglas anteriores
7 Desde la sociología pragmática, Daniel Cefaï (2011) propone estudiar la interacción de movilizaciones sociales opuestas trasladándose a las arenas públicas definidas como espacios de conflicto y cooperación en torno a problemas públicos. En estas arenas, los sujetos colectivos, instituciones y organizaciones buscan definir y dar respuestas a los problemas públicos, los actores interactúan, algunos a favor, otros en contra. En las arenas públicas se generan las estructuras de oportunidades políticas, ciertos actores contribuyen a mantenerlas mientras que otros intentarán cambiarlas (Goodwin et al., 2004).
13 Un troll es un acosador digital cuyo objetivo es enviar información (falsa, irrelevante, etc.) a los usuarios de forma masiva y molesta.
14 Bot es un truncamiento de la palabra robot. Se trata de un software automático que publica contenidos en gran volumen simulando ser una persona, o un grupo de personas, con el fin de manipular la opinión pública, simular popularidad o lanzar temas de tendencia.
15 La información obtenida mediante la API no permite acceder a datos personales sino solo a aquellos que los propios usuarios habiliten, como ubicación o algún dato personal en la descripción de su perfil. Por otra parte, para poder conectarse se requiere una App donde se explicita el objetivo y futuro uso de los datos.