Introducción
El poder de (e)valuar
por Ariel Wilkis
¿Cómo se atribuye un valor monetario a las acciones bursátiles de las empresas que cotizan en bolsa en una economía cada vez más globalizada y atravesada por recurrentes crisis? ¿Cómo establecer la cantidad de dinero que deben recibir los psicólogos por “brindar escucha” a pacientes que acuden a sus consultorios para hablar de sus angustias, miedos y ansiedades? ¿Cómo las mujeres que trabajan como prostitutas en la vía pública le ponen precio a los servicios sexuales que ofrecen? ¿Cómo establecer el valor monetario a las obras artísticas? ¿Cuánto dinero corresponde recibir cuando la justicia establece que se debe compensar monetariamente haber sido víctima del terrorismo de Estado?
Estas preguntas nos ayudan a explorar las dinámicas del capitalismo global o las decisiones judiciales que condenaron a los militares acusados de violar los derechos humanos en la Argentina; también nos permiten acercarnos al funcionamiento del mercado del arte o conocer sobre las relaciones de intimidad que se producen entre los psicólogos y sus pacientes, y entre las prostitutas y sus clientes. Pero, fundamentalmente, estas preguntas son una entrada privilegiada para comprender que las valuaciones monetarias se producen en contextos heterogéneos (no solo en los mercados), son relevantes para el sostenimiento de un sinnúmero de vínculos sociales y ocupan un rol crucial en la determinación de relaciones de poder y criterios de justicia.
El lector de este libro deberá dejar de lado las ideas más habituales sobre el dinero si desea explorar esta centralidad de las valuaciones monetarias en la vida social contemporánea. Si considera el dinero únicamente desde un rol de facilitador de transacciones económicas se encontrará con un problema para comprender los dilemas, tensiones y consecuencias que emergen a la hora de atribuirle un valor monetario a un bien, a un servicio, al uso de una parte del cuerpo, a una obra de arte o, de manera más dramática, a la propia vida humana. Esta atribución no es solo un problema de coordinación económica y social sino, también, una cuestión de poder y justicia.
El lector que quiera resolver esta atribución a través de la noción de precio apelará a una interpretación orientada a resaltar la racionalidad de la coordinación mercantil. Con los lentes de la noción de precio nos acostumbramos a observar la neutralidad del dinero y oscurecer la contribución decisiva de las valuaciones monetarias en la producción de órdenes sociales, estéticos y morales en las sociedades contemporáneas. En este volumen el precio asoma como una categoría cultural que las personas usan para significar moral y simbólicamente sus expectativas y acciones como racionales (Velthuis, 2005; Wherry, 2008). Pero las valuaciones monetarias son actividades sociales que no se reducen a la fijación de precios. La atribución de un valor monetario a un bien, servicio o persona depende de circunstancias, se desarrolla de determinado modo y genera consecuencias que no son asibles desde la noción de precio. Estas dimensiones no advertidas constituyen el foco de atención de la perspectiva que se presenta en este volumen.
Este libro propone una mirada original para comprender el rol político crucial de la atribución de valores monetarios a las cosas y personas. Indudablemente, el dinero permite la coordinación de las transacciones económicas, pero al mismo tiempo esta operación está comprometida con la producción de valores no monetarios, son su presupuesto y también su resultado. Si por razones de la división del trabajo intelectual en determinado momento se consideró que los economistas se debían encargar de la cuestión del “valor” y los sociólogos prestar atención a los “valores”, esta división ha dejado de funcionar (Stark, 2009). Este libro quiere ser una contribución a la comprensión de las valuaciones monetarias como procesos ricos y complejos donde se ponen en juego la producción, alteración y negociación de jerarquías sociales, morales y estéticas.
Basado en líneas de trabajo que sostienen el carácter no neutral del dinero (Zelizer, 1994; Guyer, 2004; Maurer, 2006; Wilkis, 2017) y profundizando las perspectivas recientes sobre las valuaciones en la vida económica (Stark, 2009; Beckert y Aspers, 2011; Fourcade, 2011 y 2016; Helgesson y Muniesa, 2013; Vatin, 2013; Beckert y Musselin, 2013; Berthoin Antal, Hutter y Stark, 2015; David Muniesa et al., 2017), este libro se centra en casos empíricos de la historia del arte, la sociología y la antropología. A lo largo de las páginas que siguen se analizan valuaciones monetarias enmarcadas en contextos institucionales heterogéneos (mercados formales, informales e ilegales; instituciones estatales y sistema judicial). Los autores reconstruyen los dilemas, tensiones y consecuencias a la hora de definir valores monetarios tal como lo experimentan traders, empresarios, agentes inmobiliarios, vendedores ilegales de dinero, prostitutas, apostadores compulsivos, tasadores de obras de arte, militares, jueces y víctimas del terrorismo estatal. Estas situaciones contribuyen a comprender que toda valuación monetaria implica resolver tres interrogantes: por qué, cómo y cuánto vale en dinero un servicio, un bien o una persona.
La atribución de valor monetario es una actividad social que requiere para su desarrollo narrativas culturales y morales que la justifiquen. La producción de esta legitimidad brinda a las personas las razones de por qué valuar monetariamente. Dado que toda atribución monetaria se produce en un contexto cultural y moral, ella siempre es susceptible de ser cuestionada. La reconstrucción de las controversias que acompañan el desarrollo de las valuaciones es parte de los objetivos de este volumen. Para participar en esta actividad las personas deben contar con una variedad de procedimientos técnicos, cognitivos y rituales. Sin estos procedimientos las personas no sabrían cómo evaluar. Los “dispositivos de juicio” (Karpik, 2010) de las valuaciones son el soporte para razonar, calcular, comparar y cuantificar. Estos dispositivos colaboran en que los agentes puedan identificar cantidades de dinero en sus actividades de valuación. A través suyo se llega a comprender cuánto vale un bien, servicio o personas.
Esta relación entre legitimidad, procedimientos y cantidades de las valuaciones monetarias lleva a formular un cuarto interrogante. Marion Fourcade (2011) propone que una comprensión completa de las valuaciones monetarias supone preguntarse “¿y después qué?”. A través de esta fórmula, Fourcade pone en consideración los efectos y consecuencias sociales de las valuaciones (“la retroalimentación entre la valuación económica y las representaciones sociales y prácticas sociales”). En este libro respondemos al “¿y después qué?” mostrando cómo las valuaciones monetarias contribuyen a la producción de jerarquías morales, estéticas y sociales.
Los autores que participan en este volumen fueron convocados a partir de un proyecto coordinado por Ariel Wilkis y financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina11. Proyec (…) . El objetivo de este proyecto fue reunir a investigadores provenientes de diferentes disciplinas. Se buscó una selección que permitiese que los capítulos tomen en cuenta casos referidos a contextos dejados de lado por otras compilaciones similares (Beckert y Aspers, 2011). Por un lado, este volumen recoge estudios por fuera de Europa y EE. UU., los dos polos de producción de estudios sobre valuaciones monetarias. Introduce, por otro lado, una heterogeneidad de casos que permiten comprender el rol de las valuaciones monetarias no solo en el contexto de los mercados, sino también en las instituciones estatales y el sistema judicial.
En el apartado que sigue ubicamos la perspectiva de las valuaciones monetarias dentro de un campo más amplio de exploraciones sobre el rol de las evaluaciones en la vida social e indicamos los aportes específicos de esta obra a la sociología del dinero en general y a los estudios de las valuaciones monetarias en particular. Luego presentamos el contenido del libro.
1. Valor, evaluaciones,
valuaciones monetarias↑
En diferentes países del mundo, hoy en día suele ser habitual que los ciudadanos interesados en cuestiones políticas y económicas presten atención a las calificaciones de riesgo de las deudas soberanas de los países con economías frágiles. Si estos mismos ciudadanos acuden a un banco a solicitar un préstamo serán ellos mismos ubicados en una escala de riesgo crediticio, serán considerados según sus puntos de scoring. Tal vez el dinero que obtengan del crédito les permita organizar un viaje al exterior. Cuando visiten un sitio de internet que facilita la contratación de hoteles podrán consultar los puntajes que anteriores viajeros le atribuyeron a sus preferencias hoteleras. O tal vez el dinero solo les alcance para hacer alguna compra para equipar su hogar. Podrán visitar otra página de e-commerce donde podrán chequear la reputación de los vendedores a través de una escala que indica el grado de aprobación. Posiblemente, al final del día, decidan quedarse en su casa para disfrutar un rico vino y saborear una deliciosa torta. Por supuesto, el malbec que compraron la última vez que visitaron el supermercado tiene una certificación de la bodega que lo envasó. La torta de vainilla tiene la etiqueta que informa que es un producto sin gluten.
Estas escenas imaginarias nos ayudan a comprender que vivimos nuestra vida económica (y no solo la económica) atravesados por evaluaciones que realizamos, que realizan sobre nosotros o las que aprendemos a decodificar para hacer inteligible la realidad y tomar decisiones. Los rankings de deudas, los scorings de tomadores de préstamos, las etiquetas sobre la calidad de los vinos o las que identifican a determinados productos sin gluten, para mencionar los ejemplos provistos por esta narración imaginaria, son casos ejemplares de la contribución decisiva de las prácticas de evaluación en la producción de valores económicos.
Desde hace menos de una década, una agenda robusta se ha desarrollado centrada en el estudio de las evaluaciones en la vida social en general y las actividades económicas en particular. Para Michel Lamont (2012), estos desarrollos constituyen una subdisciplina sociológica (la “sociología de las evaluaciones y valuaciones”), y para el grupo que lanzó la revista Valuation Studies se trata de un campo disciplinar en sí mismo. En cambio, para otros se trata más de una perspectiva o un enfoque general diseminado en trabajos de diferentes campos (Cefaï, Zimmerman, Nicolae y Endreß, 2015). Más allá de estas diferencias, lo que parece evidente es que las evaluaciones no solo son ubicuas (ya que están presentes en todas las regiones de la vida social), sino que resultan fundamentales para comprender el ordenamiento de la sociedad (Helgesson y Muniesa, 2013) y los procesos de estratificación y desigualdad contemporáneos (Fourcade y Healy, 2017).
Dentro de esta agenda un capítulo central lo ocupan los estudios de valuación económica. Esta literatura ha permitido, por ejemplo, que tengamos un conocimiento más acabado de cómo se les atribuye un valor monetario a las obras de arte (Velthuis, 2005), a los papers científicos (Karpik, 2011), a las consecuencias de los desastres naturales (Fourcade, 2011), a la compensación por la emisión de dióxido de carbono (Ehrenstein y Muniesa, 2013), al trabajo de las modelos que participan en los circuitos de la alta costura (Mears, 2011) o a los vinos en los mercados globales (Garcia-Parpet, 2011). Como se desprende de estos trabajos, los estudios de valuación se ocupan no solo de la atribución monetaria en el ámbito del mercado, sino también en contextos no mercantiles como lo demuestran las investigaciones sobre el pago de compensaciones frente a daños producidos a la naturaleza. Para avanzar en esta agenda, se tuvo que ir más allá con respecto a la manera en que la sociología clásica y la economía neoclásica habían tomado en cuenta la noción de valor económico.
Émile Durkheim (2004) sostenía que la noción de valor económico constituye una fuente de organización social, pero de una naturaleza moral. Los valores morales son principios de clasificación social. Para Karl Marx (1998) la noción de valor remitía a una realidad objetiva que organizaba el intercambio capitalista desde la cual era viable la extracción de plusvalía. Una de las críticas a esta perspectiva vino de parte de los economistas neoclásicos, tradición que inicia con Wiliams Jevons, Alfred Marshall y León Walras, quienes proponían comprender el valor económico desde la categoría de “utilidad” y fundamentaban una teoría subjetiva del valor. La realidad del valor es fruto de las “preferencias subjetivas” de los individuos. Ya sea en una versión u otra, destacando la realidad moral, la explotación o las preferencias subjetivas, las propuestas de los sociólogos clásicos y de los economistas neoclásicos no abordaron las prácticas concretas que producen la realidad y eficacia social de los valores económicos. Sus propuestas, como veremos más adelante, dan por sentado lo que tiene que ser explicado.
Sin lugar a dudas, la sociología de Pierre Bourdieu le prestó atención a las prácticas de los actores para analizar los valores económicos. Su sociología de las clasificaciones sociales, al tiempo que retoma un programa propio de la sociología durkhemiana, también dilucida la contribución decisiva de los actores como generadores de principios de apreciación y ordenamiento del mundo económico (Bourdieu, 2001). El constructivismo bourdieusiano es un antecedente para la sociología de las valuaciones (Lamont, 2012). Desde otra perspectiva, la sociología de los regímenes de justificación (Boltanski y Thévenot, 1991) ha sido retomada para analizar la pluralidad de criterios de evaluación sin buscar una concordancia a priori entre principios de clasificación y sistemas de clases. Esta literatura reconoce en la obra de John Dewey una clara fuente de inspiración para el despliegue de una perspectiva pragmática de las valuaciones (Stark, 2009; Muniesa, 2011).
Si la noción de valor económico es la “caja negra” del mundo económico, los estudios actuales muestran que para desarmarla hay que ir hacia una socioantropología de las valuaciones monetarias. Para avanzar en este sentido, esta literatura promueve el término “valuación”, ya que busca comprender mejor la relación entre los procesos de atribución de cualidades y procesos de cuantificación monetaria de bienes, servicios y personas (Vatin, 2009). ¿Cómo son valorados cualitativa y monetariamente bienes, servicios o personas? Esta es una pregunta que la noción de valuación puede responder mejor que la noción de valor (Muniesa et al., 2017; Vatin, 2009). El desplazamiento del sustantivo (valor) por las acciones (valuaciones) permite tomar en cuenta la contribución performativa de estas últimas (Muniesa et al., 2017). Los valores monetarios existen a través de las prácticas de valuación.
Desde esta perspectiva, los clásicos de la sociología daban por sentado aquello que tiene que explicarse: cómo prácticas, narrativas, interacciones y dispositivos producen escalas monetarias (Guyer, 2004) que jerarquizan bienes, servicios y personas. La literatura disponible muestra que las valuaciones monetarias son actividades situadas contextualmente, abiertas a dinámicas cambiantes, conflictivas y apoyadas, en muchos casos, en dispositivos sociotécnicos.
Para dejar atrás la discusión en el seno de la teoría económica sobre el fundamento objetivo (marxistas) o subjetivo del valor (neoclásicos), la opción por comprender los procesos complejos de valuación lleva a no considerar viable distinguir entre evaluación subjetiva y medición objetiva. Por el contrario, muchos autores apuestan a mostrar que las valuaciones monetarias vinculan clasificaciones y mediciones, juicios y cálculos, categorías y números (Guyer, 2004; Callon, 2009).
Las operaciones de valuar suponen mecanismos, relatos, técnicas, dispositivos, herramientas que califican cosas y establecen una ratio entre ellas, una diferencia medible, mensurable y cuantificable (Callon, 2009). Por este motivo, la socioantropología de las valuaciones monetarias trabaja conjuntamente con los Estudios de la Ciencia y la Tecnología (STS, por sus siglas en inglés). No hay valuación posible sin tomar en cuenta los dispositivos técnicos de medición, cálculo y juicio (Callon y Muniesa, 2005; Karpik, 2010).
2. La sociología de valuaciones
monetarias↑
La valuación monetaria cualifica los bienes (la diferencia, distancia o ratio entre ellos) a través de valores monetarios. La comparación entre cualidades se expresa a través de montos de dinero (Callon, 2009). Un aporte de este volumen consiste en proponer una mirada integrada de la sociología de los dineros múltiples (Zelizer, 1994) y los valuation studies. La sociología de las valuaciones monetarias aquí propuesta es tanto una mirada atenta a las significaciones morales y simbólicas del dinero como a los dispositivos que ayudan a atribuir valores monetarios a bienes, servicios y personas.
El mayor aporte de Viviana Zelizer es mostrar que el dinero es un poderoso agente socializador. Su sociología brinda una imagen invertida del dinero en la vida social a la producida por los sociólogos clásicos. Si estos lo representaban como un “ácido social” que disuelve los vínculos sociales, la sociología zelizeriana muestra la positividad del dinero para mantenerlos y recrearlos. La significación social del dinero (Zelizer, 1994) narra cómo las personas están comprometidas en atribuir medios de pagos específicos (monedas especiales) a diferentes categorías de vínculo social. Zelizer hizo también hincapié en este aspecto cuando elaboró el concepto de circuito de comercio (Zelizer, 2010). La existencia y permanencia de los circuitos dependen del trazado de fronteras entre sus miembros y las personas que no pertenecen a ellos. El uso de monedas especiales juega un rol crucial para establecer estas fronteras. Más recientemente, propuso el término “trabajo relacional”, con el cual se designa este esfuerzo de las personas para hacer coincidir (to match) significados morales y medios de pagos con el fin de hacer viable una interacción o relación social prolongada (Zelizer, 2012).
En el marco de un programa de investigaciones que busca expandir la sociología de los dineros múltiples (Wilkis, 2017), en este volumen pretendemos iluminar que el trabajo relacional que realizan los agentes supone identificar tanto tipos como cantidades de dinero con determinadas relaciones sociales. Esta perspectiva pretende sensibilizar a la sociología de los dineros múltiples con el problema de la significación social y moral de las cantidades monetarias.
2.1. ¿Por qué valuamos
monetariamente?
¿Qué es valuable monetariamente? ¿Cuándo empieza y deja de ser monetarizado un bien, servicio o persona? Estas preguntas son cruciales para dar cuenta de la radical contextualización de toda valuación monetaria. Los bienes, servicios o personas poseen biografías de valuación monetaria para hablar como Appadurai (1990). Los trabajos pioneros de Viviana Zelizer sobre la conformación de un mercado de seguros de vida en los Estados Unidos (Zelizer, 1979) y sobre la condena al pago del trabajo infantil (Zelizer, 1985) ayudan a comprender que la atribución de valores monetarios interactúa con umbrales de legitimidad que proveen un marco moral y cultural para aceptarla. La pregunta por el porqué de la valuación hace recordar que el valor monetario es una contingencia histórica, y no una propiedad intrínseca a bienes, servicios o personas. La literatura ha contribuido a mostrar la importancia de esta dimensión de las valuaciones monetarias cuando se analiza, por ejemplo, el proceso social de construcción de la legitimidad de la inversión en los mercados bursátiles en el siglo XIX (Preda, 2005), el marco moral para determinar el financiamiento de los cuidados terminales en los hospitales de EE. UU. (Livne, 2014) o las narrativas que favorecen la comercialización de óvulos y espermas (Almeling, 2007).
En este volumen, el capítulo de María de las Nieves Puglia ilustra de manera ejemplar esta perspectiva. Este texto muestra cómo un grupo de prostitutas organizadas en un sindicato elaboran una narrativa moral y política para legitimar el pago de dinero a cambio de servicios sexuales. Puglia analiza cómo este grupo de activistas elabora una legitimación no solo de las razones para recibir dinero por su trabajo, sino también una fina relación entre montos de dinero y usos del cuerpo acorde a cada servicio sexual ofertado.
La contribución de Máximo Badaró ayuda a comprender cómo, en el marco de un proceso de “modernización” de la institución militar, se tornó legítimo para integrantes del Ejército Argentino expresar públicamente la valuación monetaria de su “servicio a la patria”. Badaró narra las controversias entre un sector del ejército que reivindicó el carácter honorífico de su actividad y otro sector de la misma institución que pretendió asociar el trabajo militar a cualquier actividad laboral y, por este motivo, considerarse en condiciones de reclamar salarios mejor remunerados.
2.2. ¿Cómo valuamos
monetariamente?
Las personas lidian con tipos y con cantidades de dinero, por lo tanto, la mirada sobre este segundo aspecto lleva a que los capítulos de este libro sean sensibles a cómo se establecen las cantidades de dinero para vender, comprar, pagar, donar o reparar y sus efectos sobre las personas y sus vínculos.
Las valuaciones monetarias no son procedimientos homogéneos. Suelen variar según el bien, servicio o persona que se ha de valuar, o según el tipo de contexto institucional o relacional social implicada en la valuación. El trabajo de Lucien Karpik (2010) ha establecido un marco para discutir este aspecto al establecer la diferencia entre bienes y servicios “únicos” y bienes comunes. La diferencia entre ambos estaría dada por una mayor opacidad de la calidad de los primeros dado que depende de su singularidad y del estatus de quien lo produce. La valuación en mercados de obras de arte (Velthuis, 2005), en mercados estéticos (Mears, 2011) o en mercados de consumo ético (Gourevitch, 2011), es un ejemplo de atribución monetaria a bienes “únicos”. Como lo recuerda Daniel Fridman en su contribución a este volumen, no es lo mismo valuar una compañía, un producto industrial, un tomate, una obra de arte, servicios legales o el daño causado por una catástrofe natural. Estas heterogéneas valuaciones monetarias se organizan a través de diferentes procedimientos que Lucien Karpik denominó “dispositivos de juicio” (Karpik, 2010). La atención puesta en estos procedimientos acerca a la sociología de las valuaciones a las teorías de la performatividad (Callon, 1998; Mackenzie et al., 2007). A través de estos dispositivos tomamos en cuenta la realidad material de las valuaciones monetarias. Los procedimientos sociotécnicos y cognitivos no expresan las valuaciones, sino que contribuyen a su existencia y eficacia social.
Las atribuciones de valor monetario a bienes, servicios o personas se pueden asentar en teorías expertas. En el capítulo de Horacio Ortiz podemos ver el rol central de las teorías financieras y los modelos matemáticos para evaluar el valor monetario de las acciones de las empresas que cotizan en bolsa. María Isabel Baldasarre y Ana Clara Giannini muestran la intervención del conocimiento experto de los historiadores del arte en la tasación de las obras que son subastadas. Daniel Fridman analiza cómo la teoría psicoanalítica provee a los terapeutas justificaciones para valuar monetariamente sus servicios de atención psicológica. Los capítulos de Máximo Badaró y el de Mariana Luzzi se centran en el papel de los abogados y jueces en la determinación de las valuaciones monetarias que determinan los salarios de militares o las indemnizaciones por los crímenes de terrorismo de Estado.
Si bien en la tipología de Karpik no son mencionadas, pueden tomarse en cuenta también a las teorías nativas como “dispositivos de juicio”. María Soledad Sánchez reconstruye las explicaciones que los participantes del mercado cambiario ilegal movilizan para interpretar los valores cambiantes de venta y compra del dólar. Gabriel Noel describe con detalle los repertorios morales que les permiten a los agentes inmobiliarios de la costa atlántica argentina establecer los valores monetarios de las propiedades que venden. El capítulo de María de las Nieves Puglia muestra la elaboración por parte de las trabajadoras que ofrecen servicios sexuales en las calles de Buenos Aires de sólidos argumentos para justificar sus “tarifas”. Pablo Figueiro reconstruye las teorías nativas que sostienen los apostadores compulsivos para justificar las apuestas de pequeños montos de dinero en la quiniela.22. Juego de azar (…)
Los dispositivos técnicos son procedimientos cruciales en muchas valuaciones monetarias. El capítulo de Baldasarre y Giannini es muy rico en el análisis del rol de las bases de datos de las subastas a la hora de evaluar obras de arte. En su capítulo Ortiz subraya el papel de los índices bursátiles en la valuación de las acciones de las empresas.
Según Karpik, las redes personales son fuente de información y juicio. El capítulo de Federico Lorenc Valcarce muestra cómo circulan entre conocidos las opiniones sobre la calidad de servicio de las empresas de seguridad. Daniel Fridman analiza cómo las redes sociales filtran la selección de psicólogos. Ortiz muestra que también en el corazón del capitalismo financiero las redes personales son necesarias para obtener información y tomar decisiones para valuar las acciones de las empresas. Sánchez, por su parte, nos permite comprender que las diferentes cotizaciones del dólar están arraigadas en el capital social que poseen los diferentes agentes que participan en el mercado cambiario ilegal.
El capítulo de Lorenc Valcarce también analiza las certificaciones (como las certificaciones ISO) en la determinación de la calidad del servicio de seguridad privada. En el capítulo de Baldasarre y Giannini las subastas pueden ser consideradas como dispositivos rituales que organizan las valuaciones monetarias. La performance pública de los subastadores es clave para construir el valor monetario de las obras subastadas. Este tipo de “dispositivo de juicio” de valuación tampoco es desarrollado por Karpik.
2.3. ¿Cuánto vale?
La perspectiva de las valuaciones monetarias analiza la pregunta sobre cuánto vale monetariamente un bien, servicio o persona desde una mirada sobre los significados sociales y morales de las cantidades de dinero. La sociología del dinero muestra la contribución decisiva de las prácticas monetarias en la producción de jerarquías sociales, morales y estéticas (Wilkis, 2017). En el marco de este volumen, y en diálogo con toda una literatura que muestra las consecuencias sociales de las valuaciones monetarias, los autores de este libro exploran las cantidades de dinero como una vía para interpretar las diferenciaciones sociales, morales y estéticas que producen las prácticas monetarias. Desde esta perspectiva, la sociología de las valuaciones aquí propuesta contribuye a la literatura que analiza las dimensiones culturales y políticas de los usos de los números públicos como las estadísticas, los índices de precios o los resultados de las encuestas, entre otros (Espeland y Stevens, 2008; Desrosières, 2008; Neiburg, 2011; Daniel, 2013).
A modo de ejemplo, el capítulo de Juan Cruz Andrada analiza de manera detallada cómo los precios de las obras de arte contribuyen a ordenar jerarquías estéticas en el proceso de consolidación del mercado del arte en la década de los sesenta en Argentina. Por su parte, el trabajo de Puglia analiza las cantidades de dinero que los clientes pagan por los servicios sexuales ofrecidos por mujeres en la vía pública de Buenos Aires. Estas “tarifas” funcionan jerarquizando a los grupos de prostitutas y sus usos del cuerpo. Daniel Fridman explora cómo la definición del monto del pago por una sesión de “terapia” contribuye a definir el estatus de los prestadores del servicio de atención psicológica y su relación con los pacientes. María Soledad Sánchez realiza un fino análisis sobre la relación entre los diferentes precios del dólar y las relaciones de poder y jerarquías sociales en el mercado ilegal. Máximo Badaró muestra que los montos salariales reclamados por los militares argentinos por su “sacrificio por la patria” son indicadores del cambio profundo que significó la modernización del ejército y su impacto en las relaciones de poder y las jerarquías sociales en esta institución. Tomando como caso de análisis una demanda de indemnización por los crímenes cometidos por la última dictadura militar en Argentina, Mariana Luzzi reconstruye los diferentes significados de las cifras que esta adquirió durante todo el proceso judicial.
2.4. ¿Y después qué?
Si la sociología de Viviana Zelizer ha sido indiferente a las implicaciones que tienen para los actores y sus relaciones tomar en cuenta las jerarquías sociales y morales conectadas con las escalas monetarias que valorizan bienes, servicios y personas, ello es fruto de que sus ideas principales fueron forjadas en un campo que aún no estaba consolidado. Hoy en día podemos revertir esta indiferencia al intentar realizar la articulación entre una perspectiva que analiza las prácticas monetarias y otra orientada a comprender los procesos de valuación monetaria. Este volumen es una contribución original a la expansión de la sociología del dinero a través de esta propuesta de articulación.
Todos los capítulos aquí reunidos muestran uno de los principales desafíos de este volumen para responder la pregunta sobre las consecuencias y efectos de las valuaciones monetarias (¿Y después qué?). A la sociología no le interesa analizar el dinero en sí mismo, sino las realidades que ayuda a producir (Wilkis, 2017). Este libro propone tomar en cuenta las valuaciones monetarias como una entrada privilegiada para comprender la producción de órdenes sociales, morales y estéticos. Los capítulos aquí presentados muestran cómo la atribución de una cantidad de dinero a un bien, servicio o persona es un rico y complejo proceso donde se ponen en juego jerarquías y relaciones de poder. A la luz de los textos aquí reunidos, el lector que tiene en sus manos este libro no tendrá dudas de que la sociología de las valuaciones monetarias ocupa un lugar central en el análisis de las sociedades contemporáneas.
3. Orden del libro↑
Este libro surge a partir de la reunión de 11 investigadores (sociólogos, antropólogos e historiadores del arte) convocados/as para responder una serie de preguntas aplicadas a sus temas de investigación. Las preguntas orientadoras fueron: ¿qué se valúa monetariamente? ¿Dónde se valúa? ¿Cómo se valúa? ¿Quiénes participan en la valuación? ¿Qué vínculos sociales sostiene la valuación? ¿Qué controversias surgen de las valuaciones? ¿Qué cambios se producen a lo largo del tiempo? ¿Cómo se justifica y argumenta la valuación? ¿Qué dispositivos cognitivos, técnicos y rituales la sostienen?
Estas preguntas orientadoras sirvieron para elaborar las primeras versiones de los capítulos que aquí se presentan al mismo tiempo que servían para delinear el contenido de los textos. Estos debían ser “livianos” en términos teóricos, con densidad descriptiva y agilidad de lectura. El contenido de cada capítulo debía recuperar la necesidad de comprender la producción de legitimidades, procedimientos, cantidades y consecuencias sociales, morales y estéticas de las valuaciones monetarias. Si bien todos los capítulos debían reparar en estos elementos de la sociología de las valuaciones monetarias aquí propuesta, cada uno de los artículos refleja de manera más detallada alguno de estos componentes.
Los dos primeros capítulos analizan las valuaciones monetarias de bienes que cotizan en mercados financieros y cambiarios. Si a primera vista los valores monetarios que se ponen en juego en estos espacios económicos parecieran estar gobernados por la oferta y la demanda, estos dos capítulos nos proponen otra mirada. A través de una etnografía en una consultora financiera de New York, Horacio Ortiz explora los imaginarios que sostienen las valuaciones monetarias sobre las acciones bursátiles de las empresas. Estos imaginarios (sobre el dinero, el poder, el mercado) son la condición y la consecuencia de valuaciones monetarias que actúan sobre flujos globales de dinero. En el capítulo siguiente, María Soledad Sánchez muestra cómo las valuaciones monetarias del dólar están arraigadas en las dinámicas de jerarquización y poder entre los participantes del mercado cambiario ilegal de Buenos Aires.
Los tres capítulos siguientes avanzan sobre las valuaciones monetarias en el mercado de la seguridad privada (Federico Lorenc Valcarce), en la comercialización de propiedades en una zona de veraneo para sectores de altos ingresos (Gabriel Noel) y en el mercado de juegos de azar (Pablo Figueiro). Cada capítulo avanza en demostrar la complejidad de las atribuciones de valores monetarios a aspectos intangibles de los bienes tangibles que se comercializan en estos mercados. Para Lorenc Valcarce, las personas comprometidas en ofertar un servicio de protección y quienes están interesadas en adquirirlo se vinculan a través de las operaciones que monetizan el sentimiento de seguridad. Gabriel Noel explora en detalle los repertorios morales que sostienen la jerarquización de las personas que están en condiciones de adquirir una propiedad en una zona exclusiva de un balneario de la provincia de Buenos Aires. No basta con poseer los recursos monetarios para lograr este cometido, también hay que ser reconocido como poseedor de atributos éticos. Noel ayuda a comprender cómo las valuaciones monetarias de estas propiedades de una zona exclusiva de Buenos Aires están arraigadas en un orden moral. Pablo Figueiro, por su parte, nos introduce en el mundo social de los apostadores de quiniela de Buenos Aires. En este capítulo observamos que estos jugadores constantemente reservan un pequeño monto de dinero para llevar adelante sus apuestas. Para Figueiro, estas cantidades revelan la conexión entre valuaciones monetarias que discriminan montos grandes y pequeños, y la posibilidad de darle continuidad a las apuestas de manera cotidiana. Esas valuaciones le muestran a los apostadores cuánto vale la suerte que persiguen.
En la parte siguiente del libro nos situamos al interior de la comercialización de servicios muy específicos. ¿Cómo valuar monetariamente relaciones de servicio que suponen un alto grado de intimidad? Los capítulos de Daniel Fridman y María de las Nieves Puglia permiten responder este interrogante a través del análisis de los servicios de asistencia psicológica y de los servicios ofertados por mujeres prostitutas en la ciudad de Buenos Aires. Daniel Fridman describe con detalle los procedimientos y dilemas que emplean los psicólogos y psicólogas para atribuir un valor monetario a un servicio intangible como el supuesto en el acompañamiento terapéutico. Como en otros casos de este libro, la informalidad de la transacción monetaria se constituye en un marco que impregna esta relación de servicio. El capítulo de Puglia ofrece una ventana privilegiada para conocer la experiencia de un grupo de mujeres prostitutas que desplegaron narrativas y justificaciones no solo para defender un cobro legítimo de los servicios sexuales que ofrecen, sino un detallado inventario de los pagos que reciben por usar cada parte de su cuerpo. Este capítulo contribuye a alcanzar un entendimiento pormenorizado de la relación entre mercantilización, sexualidad y usos del cuerpo.
La atribución de valores monetarios a las obras de arte ha sido uno de los objetos recurrentes de los estudios de valuación. Representan un caso paradigmático de bienes “únicos”, para usar el término de Karpik. En este volumen decidimos introducir dos capítulos sobre este tipo de valuaciones cuyos autores provienen de la historia de arte. Juan Cruz Andrada analiza cómo la consolidación del mercado del arte en la década de los sesenta fue un contexto favorable para hacer público los precios. Para Andrada, los listados de precios tuvieron un rol pedagógico sobre el valor estético de las obras y sirvieron para ordenar un mercado de mayor tamaño y más complejo. El capítulo de María Isabel Baldasarre y Ana Clara Giannini toma como objeto de análisis las subastas de obras de Buenos Aires. Con una descripción detallada sobre el funcionamiento del denominado “mercado secundario”, las autoras exploran los componentes rituales, técnicos y cognitivos que se ponen en juego en las subastas como espacios de valuación monetaria de obras de arte.
Los dos últimos capítulos proponen llevar el análisis de las controversias, tensiones y negociaciones en torno a las valuaciones monetarias fuera del ámbito del mercado para situarlas en el contexto institucional del Estado y el aparato judicial. Tanto el capítulo de Máximo Badaró como el de Mariana Luzzi convierten a las valuaciones monetarias en una entrada privilegiada para interpretar un momento particular de la historia argentina reciente. A través de las controversias por el pago salarial a los militares y por el pago de indemnizaciones a víctimas del terrorismo de Estado, comprendemos cómo las valuaciones monetarias son prácticas ancladas en transformaciones institucionales y políticas. Tanto el texto de Badaró como el de Luzzi permiten comprender cómo las controversias monetarias en torno a valores tan cruciales como el “sacrificio por la patria” o la dignidad de la vida humana están vinculados a los debates centrales sobre las condiciones del desarrollo de la democracia y la justicia en una sociedad latinoamericana como la Argentina. En este sentido, estos textos ayudan a que la agenda de la sociología de las valuaciones monetarias se convierta en un capítulo central de la sociología política.
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