Introducción de Bullying, ni-ni y cutting en los adolescentes
Trayectos del padre a la nominación
por Damasia Amadeo de Freda11. Es doctora en (…)
El texto que presentamos es una respuesta a los interrogantes que nos llegan del trabajo con adolescentes en el marco de la práctica psicoanalítica. Ciertos comportamientos, nuevas formas de elección sexual, modos actuales de reagruparse o ciertas maneras singulares de dirigirse a los otros nos llevaron a indagar en la temática adolescente en general así como en varias problemáticas puntuales que aparecen con frecuencia durante el tratamiento.
El origen de este libro es un trabajo de investigación que culminó en una tesis de doctorado, continuando una línea conceptual22. D. Amadeo de F (…) que sirvió de base para el recorrido que ahora emprendemos. En aquella oportunidad abordamos las ideas principales de Freud referidas a su conceptualización de la adolescencia, así como las nociones de Lacan que nos permitieron interrogar el devenir de esos conceptos a la luz de la subjetividad del adolescente actual e interrogar ciertos síntomas que consideramos vinculados a los problemas enunciados en el párrafo anterior. Entendemos que este libro constituye una contribución novedosa en el campo del psicoanálisis dedicado a la adolescencia, teniendo en cuenta las vicisitudes que esta franja etaria manifiesta. El punto de novedad lo situamos en la idea freudiana de que la función del padre es central cuando se produce el pasaje hacia la adultez. En ese marco general se inscribe nuestra hipótesis de que en la actualidad el “declive del Nombre del Padre” –que desde otros discursos conocemos como “crisis de autoridad”– repercute en la subjetividad del adolescente, particularmente en la formación de los síntomas, los cuales tienden a mostrar una considerable pérdida de sentido durante ese período de la vida. La ausencia de búsqueda de ese sentido por parte de los adolescentes que nos consultan funcionó como indicador para formular nuestra hipótesis, pues fue precisamente el hecho de que la vida tiene un sentido lo que garantizó aquella función que hoy encontramos menoscabada. Así, en el intento de comprensión de las nuevas manifestaciones sintomáticas que enfrentamos, hemos detectado que la ausencia de sentido encuentra su contrapartida en la tendencia a la nominación, tanto en la función que esta tiene de reagrupar a los adolescentes bajo un nombre que los identifica, como en el modo de abordaje de los síntomas por parte de ciertas corrientes en el campo de la salud mental y de la educación.
En cada capítulo seguiremos el siguiente orden: en primer lugar, enmarcaremos la temática rastreando las ideas principales acerca de la subjetividad contemporánea para, a continuación, abocarnos a las nociones específicas en lo que respecta a la adolescencia actual; luego abordaremos los tres síntomas elegidos: bullying, ni-ni y cutting; por último, pondremos las ideas extraídas del estado del arte en relación con la experiencia recogida en el trabajo clínico para arribar a las conclusiones.
Acerca de la investigación↑
Partimos de la idea de que la investigación en psicoanálisis no responde estrictamente a los criterios de investigación científica, en el sentido tradicional del término. Dicho esto, la aclaración no impide sostener que en un proceso de investigación en esta disciplina es preciso implementar una metodología que satisfaga las condiciones necesarias para la producción de saberes y conocimiento. El problema radica en cómo conjugar los criterios de investigación científica con ciertos postulados básicos del psicoanálisis, tales como la hipótesis del inconsciente, la orientación por el síntoma y la consideración del sujeto en su singularidad. Respecto de esos postulados, sabemos que los mismos repercuten en el método de investigación, en cuyo centro se encuentra el problema de la “objetividad” y la implicación del investigador en ese campo.
Para ejemplificar dicho problema, tomemos el ejemplo de Freud en La interpretación de los sueños, donde encontramos, por un lado, la rigurosidad propia de la metodología de investigación clásica, pero con la particularidad inédita, en lo que hace al método científico, de la implicación del investigador en aquello que investiga. No olvidemos que el saber novedoso que Freud encuentra en dicha investigación se logra mediante el análisis de sus propios sueños; vale decir, mediante lo que él mismo considera su “autoanálisis”.
Lacan lo indica también en el Seminario 11, al hablar del deseo del analista como un eventual resultado del pasaje por el propio análisis. No obstante, estas afirmaciones no deben confundirnos; solo aspiran a poder distinguir bien el lugar del analista en la dirección de la cura del lugar desde el cual conceptualiza y transmite el saber obtenido.
Esta cuestión nos conduce a otro problema, que es el del valor científico, o no, del psicoanálisis. Sin ir más lejos, sabemos de la aspiración de Freud por incorporar el psicoanálisis en el marco racional de las ciencias de la naturaleza, las que respondían al paradigma positivista de la época. Sabemos también del alejamiento de dicha pretensión en el desarrollo de su obra. Asimismo, conocemos el anhelo de Lacan por lograr dicha inclusión, aunque, en su caso, respecto de las ciencias humanas. Sabemos también que, habiendo renunciado al final de su obra a dicha pretensión, a diferencia del rasgo de resignación que podemos percibir en Freud, en Lacan se acentúa un interés muy marcado por vincular los conceptos psicoanalíticos con fórmulas lógicas, tal como lo demuestra el recurso a los matemas desde el comienzo de su enseñanza. Además, conocemos la lógica que Lacan pretendía darle a su enseñanza para alejarla del malentendido propio del lenguaje, el cual, paradójicamente, es el recurso que emplea el analista en su práctica.
Desde ya, consideramos que la clínica es la base empírica. A pesar de que las formulaciones más profundas parezcan ser las teóricas, la clínica es el lugar donde dichos desarrollos se apoyan. La cuestión es cómo conjugar la necesidad de rigor en el tratamiento de la información sin caer en un tratamiento cuantitativo y estadístico de la misma, y no terminar resignándonos a la idea de que solo la cuantificación puede producir un conocimiento generalizable, y entonces reducir el campo de investigación en psicoanálisis a la producción de conocimiento, por ejemplo, a partir de la teoría exclusivamente.
De lo planteado se desprende el problema de la transmisión, para el psicoanálisis, en lo que respecta al lugar de la verdad y el saber. Sabemos que el psicoanálisis destaca el límite del saber, indicado por Lacan con el matema del S (A), pero, al mismo tiempo, esa fórmula es la que permite concebir un espacio abierto para continuar con esa producción.
No olvidemos, por otra parte, que Freud elabora el paradigma de la histeria, de la neurosis obsesiva o de la fobia a partir de un único caso. El caso Dora, el Hombre de las ratas o el caso Juanito lo demuestran.
Presentación general de la temática↑
Partimos de la idea de que para el psicoanálisis uno de los mejores métodos para investigar y avanzar en el conocimiento que propone es la comprensión e interpretación de los síntomas.
Para contextualizar nuestro planteo recordemos que Freud, desde el inicio de su obra, forja un armazón conceptual al que denomina complejo de Edipo, cuyo núcleo se concentra en la idea del padre como articulador central. Dicho complejo también se encuentra en la base de los síntomas, y es el que resulta descubierto a partir del desciframiento de sus contenidos en el tratamiento. Por otra parte, Freud se ocupó específicamente de la adolescencia con el objetivo de interrogar acerca de las particularidades que tomaría el complejo de Edipo en ese momento de la vida, tanto en la mujer como en el varón, definiendo esa etapa como un momento de pasaje caracterizado por el deseo y el esfuerzo por separarse del padre. Dicha separación, que generalmente puede expresarse como “rebeldía del adolescente”, se inscribe dentro de lo que Freud consideró el lazo afectivo inicial con el padre, cuyos primeros destinos en la niñez son la identificación y la idealización. Es precisamente de este primer vínculo, muy estrecho y necesario durante la niñez, de lo que el adolescente freudiano busca separarse para emprender el camino de emancipación necesario para su desarrollo futuro.
Hay que destacar también que el proceso de desasimiento de este vínculo afectivo requiere de la caída previa del padre de su lugar idealizado, cuyo impacto es proporcional a la importancia que el mismo habría adquirido para el niño. No obstante las vicisitudes que el adolescente debía afrontar, ese pasaje se producía en el marco de un cierto orden constituido. Por tal motivo, todo el proceso, si bien no dejaba de ser traumático, era atravesado dentro de un contexto lo suficientemente sólido que permitía al adolescente amortiguar el cimbronazo que implica superar ese pasaje. Tal contexto de solidez simbólica facilitaba una orientación y un sentido hacia la edad adulta, con expectativas y objetivos más o menos claros y definidos.
Los adolescentes siguen siendo un lugar de interrogación para el psicoanálisis. En la actualidad observamos que cuando ellos consultan, en general no lo hacen por propia iniciativa, sino por la demanda del adulto. La preocupación es de los padres, no de los hijos. La desidia del adolescente, muy marcada y manifestada generalmente ante el analista, repercute en la dificultad para consolidar la transferencia y, por lo tanto, para el tratamiento del síntoma. No es extraño escucharlos decir que si están ahí, frente a un psicoanalista, es porque se lo imponen sus padres, sus profesores u otros agentes sociales. Consideramos que ese modo de presentación es el reflejo de una “desorientación” estrechamente vinculada con esa ausencia de sentido de la que hablábamos anteriormente, acerca de cuyas incidencias indagaremos a partir de interrogar ciertos síntomas propios de esa etapa y característicos de esta época. Se trata de comportamientos que podrían inscribirse dentro de lo que llamaremos provisoriamente “una rebeldía dentro de la desorientación”, una rebeldía fuera de las leyes del Otro, sin que desconozcamos y descuidemos por ello las variantes propias que presenta cada caso. Consideramos que dicha desorientación es la que podría conducirlos a forjar comportamientos sintomáticos nuevos, cuyo denominador común es no prestarse fácilmente a la interpretación, que es la herramienta que utiliza el psicoanalista para el tratamiento del síntoma.
Analizaremos a lo largo de estas páginas tres síntomas específicos: el bullying, los ni-ni y el cutting. Elegidos precisamente por ser nuevos, es decir, por aparecer o afianzarse en el siglo que comienza. Pero también porque en muchos casos esos síntomas se presentan como disfuncionales respecto de aquello a lo que la civilización aspira, y por tener la particularidad de aparecer destacados con nuevas denominaciones, las cuales se instalan con rapidez en el discurso social. Entendemos que dichas denominaciones podrían tener, entre sus funciones, la de crear grupos de pertenencia e identificación, produciendo puntos de apoyo y de amarre estables frente a la deriva en la que los adolescentes quedan al no disponer o no recurrir más a la idea del padre y sus sustitutos –tal como fue conceptualizado por Freud– como orientadores de la subjetividad.
A partir de los argumentos que los pacientes dan puede entreverse que estos síntomas son también una respuesta a un entorno social que ellos perciben hostil. Por otra parte, estos comportamientos alarman a los adultos, entre otras cuestiones, por la gran dificultad que les genera comprenderlos. Es esta dificultad y preocupación de los adultos la que se refleja en el aumento de las derivaciones de adolescentes al psicoanalista para tratar lo que generalmente escapa a la compresión de los mayores. La escuela se encuentra alarmada por la intensificación de la violencia entre alumnos, de estos hacia las autoridades y por el daño infligido al propio cuerpo; asimismo, los gobiernos buscan resolver la deserción escolar y su incidencia negativa en la búsqueda laboral futura. El psicoanalista también se ve desconcertado al no saber cómo abordar y tratar con alguna eficacia dichos comportamientos, que se presentan como novedosos dentro de la clínica, repercutiendo y poniendo en cuestión el dispositivo tal como Freud lo concibió.
Un breve recorrido teórico por la conceptualización del tipo de subjetividad del individuo contemporáneo así como de los adolescentes, es condición necesaria para la entrada en los problemas derivados del bullying, los ni-ni y el cutting, que a su vez aparecen como potenciales ventanas para observar los interrogantes planteados en los primeros capítulos, aunque ahora de forma más concreta. Poder discernir el momento de aparición en la cultura y en la vida del individuo, rastrear las causas personales y sociales e indagar en los modos posibles de intervención, permitirá entender mejor el fundamento de estos fenómenos y posibilitará, en esa misma medida, incidir en ellos y modificarlos. Así también, la comunidad especializada en la materia, al recibir el aporte del saber obtenido, contribuirá al desarrollo del conocimiento en el abordaje terapéutico de la adolescencia.
Preguntas que surgen de la observación clínica como: ¿qué contenidos incluyen estos comportamientos que presentan los adolescentes?, ¿son nuevos o nuevas maneras de nombrar comportamientos sintomáticos tradicionales? Si son nuevos, ¿qué función tienen sus denominaciones, inscriptas rápidamente en el discurso social? Dichos comportamientos, caracterizados con una nueva denominación, ¿son privativos de la adolescencia o pueden extenderse al conjunto de la población?, guían nuestro trabajo.
Las preguntas parten de la hipótesis de que la subjetividad actual se ve afectada por las transformaciones dentro de la cultura en su conjunto. Entre estas modificaciones culturales es evidente el declive de la autoridad y sus consecuencias en el ordenamiento de las formas sintomáticas. Tal declive fue anticipado por Lacan y adjudicado a las condiciones socioeconómicas de la modernidad, pero también podemos percibirlo en el desarrollo interno de su enseñanza. En el caso de la adolescencia, considerada por Freud como un momento de pasaje en el cual se produce una desidentificación con el padre para adquirir otras identificaciones que lo sustituyan (tutores, maestros, profesores) y los impulsen a integrar estamentos sociales por fuera del entorno familiar, la crisis actual de estas figuras podría trastornar dicho pasaje en la base misma del proceso, lo cual incidiría en las formas que va a tomar el síntoma, entre otras consecuencias, en la subjetividad.
Como hipótesis principal sostenemos que estos comportamientos son un modo de respuesta a la crisis de autoridad en la cultura. Dentro de sus consecuencias o resultados se observa el rol que tiene la identificación entre pares a partir del apelativo referido a un comportamiento sintomático, el cual permite a los adolescentes la inclusión dentro de un nuevo grupo.
En una época en la que se han roto los lazos sociales, donde la transmisión de ideales y valores se ha deteriorado sustancialmente y donde el individualismo predomina sobre el bien común, los sectores sociales más vulnerables sienten especialmente el impacto. A esto se le agrega que la adolescencia, caracterizada tradicionalmente en el psicoanálisis como una etapa de rebelión frente a los valores transmitidos por el Otro parental para estar en condiciones de adquirir nuevos lazos con otros agentes provenientes de la cultura, en la actualidad sufriría un doble impacto: la crisis propia de esta etapa de la vida y la ruptura del tejido social propio de la época debido al declive de esa función que anteriormente funcionaba como soporte. Frente a estos hechos constatamos que las consecuencias se manifiestan en conductas, comportamientos, síntomas y posiciones subjetivas, los cuales preocupan especialmente a los agentes sociales (familiares, escolares, sanitarios) y es directamente proporcional a la derivación masiva de adolescentes a tratamiento psicológico y/o psicoanalítico. Entendemos que se trata de un fenómeno relativamente nuevo, enmarcado dentro de lo que consideramos una desorientación general del adolescente, cuyas características nos hemos propuesto investigar.
Es doctora en Psicología por la USAL, magíster en Clínica Psicoanalítica por la UNSAM y licenciada en Psicología por la UBA. Psicoanalista Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela de Orientación Lacaniana; subdirectora del Centro de Estudios Psicoanalíticos de la UNSAM y autora del libro El adolescente actual. Nociones clínicas, de esta colección.
D. Amadeo de Freda. El adolescente actual. Nociones clínicas. Buenos Aires, unsam edita y Pasaje 865, 2015.