El delito y sus públicos Inseguridad, medios y polarización
¿Cómo impactan las noticias sobre delito en las sociedades? Esta es la pregunta que Brenda Focás busca responder en este libro, un interrogante que concita gran interés y controversias tanto entre investigadores, políticos y periodistas como en el público en general.
¿Quieres seguridad? Dame tu libertad, o al menos un trozo de ella. ¿Quieres confianza? No confíes en nadie fuera de la comunidad. ¿Quieres entendimiento mutuo? No hables a extraños ni utilices idiomas extranjeros. ¿Quieres esta acogedora sensación hogareña? Pon alarmas en tu puerta y cámaras… en tu calle. ¿Quieres seguridad? No dejes entrar a extraños…. ¿Quieres calidez? No te acerques a la ventana y nunca abras una. La desventaja es que, si sigues este consejo y mantienes selladas las ventanas, el aire de dentro se viciará y terminará haciéndose opresivo.
ZYGMUNT BAUMAN, COMUNIDAD. EN BUSCA
DE SEGURIDAD EN MUNDO HOSTIL
Pocos temas nos interpelan tanto como la seguridad. Nos movemos con precauciones por el entramado urbano, estamos atentos a las zonas y los horarios, procuramos no llevar elementos de valor, e incorporamos a nuestra vida diaria dispositivos preventivos como rejas, o alarmas. Pensamos que no estamos exentos de ser las próximas víctimas de la inseguridad, y en pos de esa creencia consumimos noticias policiales, nos informamos sobre las modas delictivas, reenviamos mensajes de WhatsApp que alertan sobre sospechosos rondando por el barrio, evitamos salidas y encuentros que serían potencialmente peligrosos.
Cuando comenzamos este trabajo en 2011, la inseguridad era el principal tema de preocupación para la opinión pública, solo competía con cuestiones económicas en algunos períodos, pero insistía en mantenerse en el centro de atención. Hoy, el tema sigue estando entre los problemas más importantes para los argentinos, pero nos encontramos con una agenda de la seguridad más amplia, que se cruza con medidas de higienismo decimonónicas y otras de control sanitario. En gran parte de Latinoamérica las policías han actualizado viejas prácticas, incluso con el uso de fuerzas punitivas y totalitarias, ya no para combatir el delito, sino en nombre del cuidado de la salud. Tal como antes, ahora existe un reposicionamiento del tema de la seguridad en la agenda pública, política y mediática, y nuevas aristas significativas del debate emergen en torno a él. La pretensión de este texto, entonces, es mostrar los modos en que ciertos actores sociales, en determinados contextos, se posicionan en un lugar privilegiado dentro del espacio público, y cómo algunos relatos mediáticos sobre la seguridad logran una mayor aceptación y legitimidad social. Así, en estas páginas los lectores y las lectoras encontrarán un recorrido entre dos temas controvertidos: el consumo de noticias y las percepciones de seguridad/inseguridad.
Los procesos de recepción de las noticias tienen principalmente dos dimensiones, una cognitiva, y otra emocional/afectiva, que surgen cuando miramos, leemos, escuchamos, en fin, consumimos información. Cuando las noticias tienen componentes de violencia y/o riesgo, el motor emocional se intensifica, dando lugar a una serie de sentimientos subjetivos experimentados. Esto se vincula con que los riesgos no se expresan siempre como cálculos de probabilidades, sino también como experiencias de incertidumbre. El límite entre el miedo representado y el miedo experimentado se vuelve difuso.
La exposición constante a noticias de riesgos y miedos profundizan sensaciones de victimización, de malestar y de vulnerabilidad personal. Los medios promueven así una victimización indirecta; es decir, la percepción de que podemos ser las próximas víctimas del delito, pero también de un virus. Desde este enfoque pretendemos reflexionar sobre los comportamientos y creencias en torno a los riesgos y a la inseguridad, así como analizar los efectos que muchas veces llevan los procesos de (sobre) información.
En este libro abordamos el tema de la inseguridad como preocupación ciudadana estable y problema público, focalizando en el rol de los medios de comunicación en tanto dimensión relevante en la construcción del fenómeno. La indagación se contextualiza en un escenario local con tasas criminales relativamente estables (altas, si las comparamos con décadas pasadas) y elevados índices de temor al delito. Este panorama, que muestra que no hay una relación causal o directa entre ambas dimensiones, da lugar a explicaciones relacionadas con una configuración sociocultural del delito.
En este escenario de discusión pública, los medios se erigen como voces legitimadas para la intervención, constituyéndose en “propietarios” del problema de la inseguridad, en tanto actores con capacidad de influir en definiciones, responsabilidades y soluciones sobre un tema que acapara gran interés del público (Gusfield, 2014). Así, no solo resultan relevantes las posturas explícitas de los medios, sino también los criterios de selección, edición y categorización de las noticias.
Los estudios locales sobre el cruce entre medios e inseguridad han analizado las representaciones o los contenidos de las noticias, considerando las recurrencias y las operaciones mediáticas que estas promueven. La especificidad de esta investigación radica en proponer una mirada desde la recepción; es decir, desde los modos en que las audiencias se agencian frente al tema. Repensar la incidencia de los medios sobre la seguridad implica una visión de estos como actores públicos más que como instrumentos de adoctrinamiento de conciencias y manipulación de prácticas. Por eso, no buscamos en este trabajo encontrar respuestas categóricas sobre los efectos de los medios en el sentimiento de inseguridad, sino en todo caso vislumbrar entramados discursivos mediáticos que se condensan en experiencias y prácticas vinculadas con el delito. Si bien en investigaciones previas inferimos que los medios ocupaban un rol relevante en la configuración de la llamada inseguridad, no sabíamos a ciencia cierta los modos en que estas narrativas se actualizaban en la vida cotidiana, en las interfaces entre producción y consumo.
Algunos interrogantes que surgen en este recorrido son: ¿cómo decodifican los sujetos las noticias de inseguridad y qué relevancia tienen en su gestión cotidiana de la seguridad?, ¿cómo interpretan estas noticias quienes fueron víctimas del delito?, ¿a partir de qué otras fuentes reciben información o acceden a ella?, ¿qué diferencias existen entre los distintos grupos etarios?, ¿de qué formas las noticias se articulan con posturas políticas previas en torno a la inseguridad?
La perspectiva que nos orienta es una comprensión del fenómeno del consumo de noticias, a la vez histórica y cultural (Hall, 1980; Martín-Barbero, 2006), que pretende dar cuenta de los distintos modos de apropiación de los discursos mediáticos de la inseguridad. A lo largo de estas líneas buscamos acercarnos a los modos en que la información mediática de la inseguridad se imbrica en la vida cotidiana de los sujetos, y con las distintas formas de percepciones de los sujetos, en tanto públicos de noticieros, de clasificación de la información, de interés cognitivo, y de credibilidad en los medios cuando representan al delito. También nos interesamos por dar cuenta de las formas de apropiación del fenómeno de la (in)seguridad en la vida cotidiana, de sensibilidades, prácticas y experiencias que se constituyen en torno a lo que Garland (2005) denomina la nueva experiencia cultural del delito.
La investigación fue realizada en varias etapas, desde 2011 hasta 2015 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En total realizamos 75 entrevistas en profundidad, semiestructuradas, a residentes de dos barrios porteños con alta percepción de temor al delito. Los entrevistados y las entrevistadas fueron segmentados por edad: jóvenes (15-25), adultos (30 a 50 años) y adultos mayores (mayores de 60), de sectores medios y medios bajos de barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.1 También entrevistamos a diez personas con experiencia de victimización para analizar si existía alguna diferencia en las interpretaciones de las emisiones mediáticas del delito. Durante las entrevistas utilizamos fragmentos de noticias audiovisuales referidas a distintos tipos de delitos2 que fueron emitidas en noticieros televisivos (de aire y de cable) para dilucidar las interpretaciones en relación con distintas dimensiones.3 Es importante señalar que los relatos que analizamos en estas páginas tuvieron lugar en el contexto del posicionamiento de la inseguridad como problema público, en tanto el tema acumuló legitimidad hasta volverse capaz de sostener la atención de audiencias y de permanecer en la agenda en un lugar destacado.
Por último, entrevistamos a ocho periodistas de policiales que se desempeñaban principalmente en el medio televisivo para analizar la construcción de las noticias sobre hechos delictivos, así como su posicionamiento como formadores de opinión en este asunto.4
Optamos por este tipo de estrategia para refinar el conocimiento existente, pues la hipótesis general que guía la investigación cuestiona miradas que simplifican la influencia social de los medios de comunicación, al limitarse a señalar las responsabilidades de estos actores en la generación de temores sociales y en el aumento del sentimiento de inseguridad.
Para la construcción del objeto fue necesario combinar diversas perspectivas teórico-metodológicas que dialogaron con distintos componentes conceptuales que permitieron formar definiciones para trabajar en el campo. Nuestro interés se asienta en dos áreas de estudios: la sociología del delito y los estudios de recepción de medios. Así, los estudios de la sociología del delito nos permitieron conceptualizar nociones como el temor al delito, el riesgo y la construcción de la inseguridad como problema en el marco de las sociedades contemporáneas. También recuperamos de esta literatura cuestiones vinculadas con la prevención situacional y social del delito, la gestión de la seguridad en el entramado urbano, y el tratamiento del tema en la agenda política.
Por otro lado, desde una perspectiva comunicacional, tomamos algunas nociones de los estudios de recepción y de los estudios culturales, que nos permitieron reflexionar acerca de las apropiaciones de sentido que hacen los sujetos con lo que miran, escuchan o leen en los medios de comunicación, y los modos en que articulan estos discursos en su vida cotidiana. Entendemos que, en el proceso de recepción y circulación, operan multiplicidad de variables (sobre formaciones socioculturales previas) que producen el sentido final que le es otorgado a cualquier discurso mediatizado. Si bien este señala los caminos para una lectura preferencial, sugiere o demarca un sentido dominante, los públicos ponen en juego sus conocimientos, sus ideas, sus prejuicios y sus emociones, en tanto realizan lecturas situadas en contextos culturales diversos que llevan finalmente al cierre del sentido. Los distintos ámbitos en los que los individuos actúan y a los cuales pertenecen brindan diversas y particulares competencias culturales, y son los propios marcos conceptuales los que salen al encuentro del texto-mensaje en el momento de la relación con los medios (Silverstone, 1996; Rodríguez, 2014). En palabras de Martín-Barbero, debemos reconocer que los medios no son omnipotentes, y que desarrollan conjuntamente múltiples interacciones influenciadas tanto por el referente mediático, como por otras mediaciones de los públicos y de sus variados procesos de recepción y sus contextos.
El último vértice de esta triangulación lo constituyen los estudios de newsmaking o de procesos de producción de noticias. Aunque no era nuestra intención, las primeras entrevistas que realizamos nos obligaron a pensar en la producción de la noticia policial y en su transición hacia “noticia de inseguridad”. La inclusión de esta mirada teórica nos posibilitó sumar herramientas para comprender a los periodistas como actores con sus propios esquemas de percepciones que comparten –aunque en forma parcial– con los públicos, y que funcionan en torno a la circulación de sentidos (Tuchman, 1975; Martini y Luchessi, 2004; Aruguete, 2015).
De este modo, el cruce entre estas perspectivas nos permitió abordar esta investigación de manera integradora al nutrirnos de distintos componentes que dialogaron en el recorrido de estas líneas.
El trabajo de esta investigación permitió avanzar no solo en el análisis de las interpretaciones de las noticias de inseguridad, sino también en dimensiones analíticas como la construcción de las noticias, los procesos de trabajo de los periodistas, la gestión de la seguridad cotidiana, la implementación de prácticas preventivas del delito, las posturas político-ideológicas sobre el tema, y el lugar de la inseguridad en la agenda mediática y pública. En el recorrido intentamos hilvanar una trama de la inseguridad para mostrarla desde distintas perspectivas y en las diversas articulaciones de sentidos que se configuran en torno a la relación entre percepciones del delito, medios de comunicación y vida cotidiana. De este modo, los medios constituyen una dimensión relevante, junto con la comunicación interpersonal y las experiencias, en el proceso de construcción de la inseguridad, configurando percepciones, moldeando sensibilidades y colaborando en ciertos consensos intersubjetivos sobre el tema. Una primera cuestión que surge de la investigación es que las noticias de inseguridad son recibidas por los sujetos en tanto públicos de noticieros televisivos, principalmente por un interés de aprendizaje sobre el delito, desde una relación que denominamos “social o pedagógica”. La información les sirve para estar prevenidos frente al supuesto avance del delito, y solo en pocos casos estas narrativas generan sentimientos de temor. Por otro lado, sostenemos que los medios inciden en las percepciones de la seguridad siempre que exista una consonancia intersubjetiva; es decir, algún tipo de confirmación entre la información que reciben de la televisión y lo que perciben en su vida cotidiana. La propia reflexividad como consumidores de noticias, las identificaciones de edad y las percepciones de la realidad circundante inciden en las variadas formas de recepción de los medios.
El libro presenta los principales resultados de investigación en seis capítulos. En el primero se desarrolla la construcción del objeto de investigación, esto implica pensar la inseguridad en sus distintas dimensiones, y en relación con otros factores que acompañan el clima político y social. Para analizar la configuración de la inseguridad como problema público nacional, exploramos los conceptos de temor al delito, incertidumbre y riesgo, con el fin de mostrar la complejidad y polisemia del tópico. Luego, el segundo capítulo aborda el análisis de la inseguridad como campo de estudio en relación con los medios de comunicación. Allí analizamos la transición de la noticia de inseguridad, dando cuenta de sus nuevas características que conviven dentro del formato tradicional del policial.
El capítulo tres complementa y avanza sobre el anterior en relación con los procesos de producción de la noticia de inseguridad.5 Aquí nos centramos en las rutinas de los periodistas televisivos de policiales, la construcción de la agenda mediática y la relación con las fuentes. Luego analizamos los criterios de noticiabilidad, el rating y la primicia, el uso de redes sociales y nuevas tecnologías, como factores que condicionan la labor diaria de los periodistas de policiales. Estos actores públicos tienen una mirada sobre la inseguridad que puede ser convergente o divergente con la de los públicos de noticieros televisivos, tema que abordaremos en el capítulo 4. Los públicos comparten esquemas de percepciones con los periodistas, lo que contribuye con la creación de determinadas configuraciones de sentidos, pero a la vez se alejan en muchas cuestiones, y mantienen una mirada crítica frente a la noticia policial. El capítulo 5, sobre gestión de la seguridad y prácticas preventivas del delito, está focalizado en los modos en que la información mediática de la inseguridad se imbrica tanto en la vida cotidiana de los sujetos como con las distintas formas de percepción y comportamientos de los espectadores. También analizamos los relatos en relación con los cambios, rupturas y/o continuidades en las formas de interpretar las noticias periodísticas a partir de la experiencia de victimización.
En el sexto y último capítulo abordamos las distintas miradas de las y los entrevistados de distintos grupos etarios con respecto a la inseguridad. En primer lugar, prevalece la creencia de que la inseguridad es alta en el país, pero esas narrativas conviven con un sentimiento de seguridad local. El interrogante es por el lugar de los medios de comunicación en ese entramado de percepciones, que a priori pueden parecer ambivalentes. En segundo lugar, se plantea una controversia en relación con el consumo de medios, la credibilidad mediática y la dimensión etaria. Una tercera cuestión se vincula con las soluciones para el problema de la inseguridad, que los entrevistados consideran en función de sus intereses y demandas políticas. Por último, señalamos que las percepciones de la inseguridad de gran parte de los entrevistados se configuran desde adscripciones políticas previas que se traducen en un fuerte antagonismo o polarización mediática. Más que en experiencias propias o cercanas, estos discursos se traslucen en sus percepciones sobre la inseguridad, enmarcadas en un discurso partidario al que se le debe cierta fidelidad. El libro finaliza con una revisión de los principales hallazgos y una propuesta analítica de los estudios sobre el tema.
En un entramado social difuso, navegamos entre problemas cotidianos y debates controversiales, entre sensibilidades, prácticas y experiencias. Deseamos que este libro despierte en los lectores indagaciones, reflexiones y algunas certezas que puedan contribuir con los actuales debates sobre el rol de los medios de comunicación y el sentimiento de inseguridad.
1. Los datos surgen del último informe de victimización del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2007).
2. Seleccionamos seis noticias del año 2012 y seis de 2014 (según el momento del trabajo de campo) de diferentes canales televisivos con el fin de presentar un panorama pluralista en términos ideológicos. Las noticias trataban sobre diferentes delitos como: “entraderas”, “salideras”, robos a propiedad, robos seguidos de muerte y “olas de inseguridad”. También se seleccionaron noticias de casos resonantes como los de Baby Etchecopar, y Ángeles Rawson, debido al impacto de los mismos durante el período del trabajo de campo, y otras que nombraban las y los entrevistados durante el trabajo.
3. Para definir los “disparadores audiovisuales” relevamos durante tres meses del año 2012 y del año 2014 (febrero, marzo y abril) las coberturas de hechos delictuosos en los principales noticieros que se emiten en horario central; es decir, entre las 20 y las 23, y que cuentan con mayores niveles de rating: Telenoche y Telefé Noticias. También sumamos algunas emisiones de Visión Siete y de las dos cadenas de noticias que cuentan con mayor rating del cable: TN y C5N. Este relevamiento fue realizado a modo de mapeo, y para ello accedimos a las grabaciones de los noticieros, que seguimos al menos durante tres días semanales. La intención no fue realizar un análisis exhaustivo del contenido de las noticias, sino conocer la agenda mediática vinculada con lo delictivo y sus formatos más frecuentes durante ese período. Esta tarea fue de suma utilidad para realizar el trabajo de campo.
4. Con fines prácticos, centramos la investigación en la televisión, sin restar importancia a la radio, la prensa gráfica e Internet, ya que en la actualidad asistimos a un consumidor informativo multimediático.
5. En este libro se trabajan algunas cuestiones vinculadas con las rutinas de trabajo de los periodistas de policiales en tanto forman parte de la construcción de la noticia policial. No se abordan cuestiones vinculadas con la televisión como dispositivo técnico; es decir, uso de planos, “voz en off”, movimiento de cámaras, edición, ya que consideramos que excede los objetivos de esta investigación. Para ampliar ver Farré (2004).