En las últimas décadas, el delito se ha instalado como un problema social en la Argentina. Pobreza, robo, violencia y crímenes son parte de una de las villas de emergencia más pobladas de la ciudad de Buenos Aires, a la que muchos medios de comunicación catalogan como una de las más “peligrosas”, y de la cual la autora ha hecho una etnografía.
La literatura especializada coincide en señalar que el Estado debe abordar el problema y que la prevención es el eje central para afrontarlo, pero es poco lo que se sabe sobre lo que el Estado hace o ha hecho. Una de las políticas públicas encaminadas a solucionar la inseguridad a nivel nacional es el Programa Comunidades Vulnerables, cuyo fin es generar la inclusión social de la población beneficiaria. En este libro, la autora presenta el estudio de las relaciones sociales que se producen entre los actores involucrados en dicha inclusión: los beneficiarios del programa y los agentes estatales, operadores del mismo, y cuestiona las perspectivas que clasifican a priori este tipo de intervenciones como técnicas de control social, mediante el examen de las actividades realizadas y el estudio empírico de sus efectos.
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