¿Pueden los clubes de fútbol en la Argentina ser sociedades anónimas? La pregunta que se hacen Rodrigo Daskal y Verónica Moreira en este libro es la pregunta del millón. Recobró vigencia con el cambio de gobierno, cuando el nuevo presidente, Mauricio Macri, apuntó al fútbol como símbolo de cambio. No porque el fútbol mueva tanto dinero –comparado con otras industrias–. Pero sí porque la pelota hace mucho ruido. Un ruido, tal vez, contagioso. Y porque Macri, siempre es bueno recordarlo, es el primer presidente de la historia argentina que llegó a la Casa Rosada, movilizado por la popularidad que le dio el fútbol.
Sabe de qué se trata.
El país, es cierto, votó un cambio. Pero no los socios de los clubes. Los resultados de las encuestas efectuadas por los clubes que consultaron a sus socios, nos recuerdan los autores, arrojaron resultados categóricos: no a las sociedades anónimas en el fútbol. No a los clubes como meras sociedades comerciales. Los clubes, es la respuesta, deben seguir en manos de los socios. Pero ¿podrán estos resistir tanta “modernidad”? ¿Podrán hacerlo cuando en el resto del mundo se impone el modelo de las sociedades anónimas?