Capítulo 10

El activismo transnacional de una migrante boliviana de La Matanza

Karina Alejandra Durán

Hermano Evo, usted ha devuelto la dignidad a todos los que hemos migrado a este país.

Introducción

Este trabajo se inscribe dentro de los estudios sobre el activismo transnacional de migrantes bolivianes1 de Buenos Aires y en particular, de aquellas investigaciones sobre migraciones que permiten vislumbrar los modos en que el activismo local y aquel ligado al país de origen, lejos de excluirse, se refuerzan mutuamente (Portes, 2003; Canelo, 2017).

Aquí analizo el caso de Marta,2 su inserción en la política local de La Matanza y su activismo transnacional como boliviana. Marta es cochala:3 nacida en Cochabamba, ciudad capital del departamento homónimo, uno de los nueve que conforman el Estado Plurinacional de Bolivia. Migró a Argentina a sus 8 años tras finalizar sus estudios secundarios a fines de 1996, y dice que siempre le gustó esto de la política (siempre habla de política). Hoy se reconoce y es reconocida como referente de la comunidad boliviana de Villa Celina, la pequeña Bolivia de La Matanza,4 donde vive hace 20 años, y así me la presentaron miembros de la organización de la que yo participaba cuando la conocí, y a través de quienes llegué a ella.5 Estos jóvenes colaboraban, según Marta, con el comedor que ella dirige en la sociedad de fomento Pueblos Libres. En este artículo analizo qué es política para Marta, a partir del trabajo etnográfico que realicé allí entre abril y noviembre de 2017, inspirada por la antropología de la política brasileña, que propone una profundización de la apuesta etnográfica. Este enfoque parte de la premisa de que la política es una categoría polisémica e invita a trascender las nociones elaboradas en la academia, (re)construyendo etnográficamente lo que la política es, al poner en diálogo los sentidos de les actores y los de la investigadora (Peirano, 1997). En su estudio sobre migrantes bolivianas y paraguayas, María Victoria Perissinotti plantea “no asignarle a la condición migrante un lugar sobre-codificador [pero] tampoco ser indiferente a ella” al abordar el trabajo de campo (Perissinotti, 2020: 19): esta premisa me guio desde el inicio de mi investigación.

Distintes investigadores especializades en migraciones critican las dicotomías clásicas que encierran a les migrantes entre los polos de “asimilación” y “segregación. Proponen como concepto superador el de “transnacionalismo” para comprender la complejidad de las acciones, interacciones y estrategias que elaboran entre su país de origen y el de residencia con el objetivo de mejorar sus vidas y las de sus familiares (Basch, Glick Schiller y Szanton Blanc, 1994; Lafleur, 2012). Estes autores plantean que el activismo transnacional ligado al país de origen y la integración política en el país de recepción, no son tendencias opuestas, sino complementarias (Portes, 2003; Østergaard-Nielsen, 2009; Cachón, 2012; Escrivá, 2013), y según Brenda Canelo (2017), se retroalimentan y potencian mutuamente. Portes sostiene que “aquellos a quienes con frecuencia, se les exige que ‘elijan’ entre la fidelidad al Estado de origen y a la del país de destino [...] en su mayoría se niegan a ‘elegir’ y son capaces de mantener, sin contradicciones, una doble fidelidad, una doble lealtad. Y una doble reivindicación: de derechos políticos ‘allí y aquí’, en origen y en destino” (Cachón, 2012, énfasis añadido). Por su parte, autores como Silvina Merenson (2012, 2016) y Federico Rodrigo (2014) han registrado un “transnacionalismo desde el medio”, un espacio de interacción e interdependencias “entre miembros del cuerpo diplomático, referentes políticos de los países de residencia y origen, y los migrantes incorporados a las instancias formales creadas por las políticas de vinculación del país de origen y las políticas migratorias en el país de destino” (Merenson, 2012: 8). El reconocimiento de este espacio de interacciones políticas permite, siguiendo a Merenson, trascender la dicotomía entre un "transnacionalismo desde arriba" que rescata el papel de las políticas estatales en el desarrollo del activismo transnacional pero invisibiliza la actividad preexistente, y un “transnacionalismo desde abajo” donde los individuos son considerados agentes autónomos, para analizar a esta “élite intermedia” y los fenómenos políticos que protagoniza.

Para comprender los procesos de politización de les bolivianes de Buenos Aires, es necesario atender los modos en que históricamente se ha configurado su identidad, en la interacción entre su nacionalidad y experiencia de migración, la clase y el género (Vázquez, 2004; Rodrigo, 2015). La constitución identitaria de la población boliviana en Argentina se ha conformado al calor de los cambios en las condiciones sociales y políticas de ambos países. Como analizó Alejandro Grimson, durante la década de 1990 se observó en Buenos Aires un proceso de configuración de una “nueva bolivianidad”: una tendencia hacia la organización en clave nacional en detrimento de las identificaciones regionales, en busca de reconocimiento e igualdad a través de la incorporación a un entramado de diferencias (1999: 23), en sintonía con un contexto internacional en el que el multiculturalismo cobraba protagonismo. Mientras tanto, la política migratoria del menemismo,6 de carácter punitivista, construyó la imagen del migrante limítrofe como responsable de la decadencia económica, convirtiéndolo en una suerte de chivo expiatorio de las consecuencias de la implementación del paquete de reformas neoliberales en nuestro país (Grimson y Caggiano, 2012). Esta nueva bolivianidad se configuraba no desde arriba, es decir, no desde el Estado boliviano, sino desde abajo y en un proceso de etnicización (Grimson, 1999: 183), en el que la nacionalidad se constituía en un sentido étnico, apelando a la dimensión cultural y no al Estado de Bolivia (Grimson y Caggiano, 2012: 185). Es interesante retomar esta idea de Grimson y compararla con los significados que adquiere hoy la bolivianidad en Villa Celina, en relación con el cambio que supuso la asunción del gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS)7 y sus políticas hacia les emigrantes, que habilitaron la existencia de una élite intermedia (Merenson, 2012) que se reconoce en el liderazgo de Evo Morales y construye su bolivianidad apelando a un Estado plurinacional del cual se siente parte. Y esto nos permite acercarnos a la politicidad de Marta quien, en su discurso y a través de algunas acciones, pondera la política boliviana por sobre la argentina, mientras su preocupación cotidiana gira en torno a la sociedad de fomento y sus vínculos políticos locales: ¿cómo comprender esta articulación entre su activismo local y el transnacional, y la centralidad de este último? La clave radica en su certeza de que la continuidad del MAS en el gobierno boliviano es garantía de dignidad y bienestar del pueblo boliviano transfronterizo. Ella se desenvuelve en la política local matancera en tanto mujer, madre y peronista, pero sobre todo como boliviana: el eje de la politicidad de Marta es Bolivia, les bolivianes y los chicos de su barrio, en su mayoría nacides en Argentina.

Con el objetivo de aprehender la politicidad de Marta, en el primer apartado reconstruyo sintéticamente su historia de migración y politización en el territorio de Villa Celina. En el segundo analizo su politicidad como madre boliviana. En el tercero, la relación con la política local y el peronismo matancero. Y el último apartado muestra la centralidad que tiene para ella la política boliviana y su sentido en relación a la construcción local.

Una historia de migración y politización

La primera vez que le pregunté a Marta por su acercamiento a la política, marcó el inicio en su adolescencia en Bolivia, cuando siendo delegada de su colegio participó de manifestaciones estudiantiles, al mismo tiempo que conoció la organización de los cocaleros y al dirigente Evo Morales:

Me llamaba mucho la atención las movilizaciones que habían [...] aparte de ser parte de Perspectiva [organización estudiantil], escuchábamos por los medios cómo estaban siendo reprimidos los productores de hoja de coca. Entonces me gustaba ir a escuchar las reuniones de base.

El contexto social y político de la década de 1990, con el protagonismo de las luchas de los cocaleros del Chapare cochabambino, influyó en su temprana socialización política. Es desde aquí que emergió lo que Álvaro García Linera, intelectual y exvicepresidente boliviano (2006-2019), denominó “El evismo: una nueva izquierda indígena” (García Linera, 2006). Morales, como líder de este movimiento de renovación política, surgió del seno mismo de la lucha sindical por la defensa del cultivo de la hoja de coca, y Marta reconoce en su figura una inspiración.

Además, se ubicó políticamente entre quienes encuentran en la organización y la movilización una respuesta a la necesidad:

Económicamente no alcanzaba para los pasajes por eso cuando aumentaron el boleto estudiantil […] nosotros reclamamos, cortamos las calles y nos hicimos sentir […] la necesidad misma también me ayudó a ser parte de una organización

De algún modo, la misma necesidad que la acercó a la política la distanció de esta, ya que con el proceso de migración su politización se vio interrumpida. Sus primeros años en Argentina la toparon con una realidad muy distinta a sus expectativas, de arduo trabajo, muchas necesidades económicas y continuas mudanzas.

En el año 2000, Marta llegó a Villa Celina junto a su entonces pareja y se estableció en el barrio 17 de Noviembre, lugar donde hoy vive con sus hijes y donde se encuentra la sociedad de fomento Pueblos Libres. Este asentamiento se gestó a partir de 1998 y se construyó en solo cuatro años sobre un basural a cielo abierto (Biaggini, 2012). La década de 1990 en nuestro país se caracterizó por “la transformación de [...] un “Estado populista” en uno liberal [a través de] un conjunto de políticas destinadas a “racionalizar”, “ajustar” y “achicar” el Estado” (Frederic, 2004: 77). En este contexto, Denis Merklen (2005) analizó cómo los asentamientos fueron parte de un repertorio de lucha de las clases populares para sobrevivir a la creciente precarización de la vida. Después de la crisis del 20018 y con el ascenso de los gobiernos kirchneristas (2003-2015), cobraron impulso las políticas públicas destinadas a la urbanización de los barrios populares a través de cooperativas de vivienda (Ferraudi Curto, 2014). Según mis interlocutores, en 2012 la cooperativa encargada de la construcción de viviendas en Villa Celina quiso avanzar sobre el predio donde se encuentra actualmente la sociedad de fomento. La llegada de la cooperativa al asentamiento no se vivió como una oportunidad para mejorar las condiciones de vivienda, sino como un enfrentamiento entre la comunidad y las autoridades de la cooperativa, en connivencia con el delegado municipal de entonces. Mis interlocutores plantean esta disputa en términos de ataque y defensa del espacio público, especialmente para los chicos. Corina, vecina histórica (como llaman en Celina a les primeres habitantes) y con experiencia de participación en el comedor de Pueblos Libres, recuerda:

Espinoza9 no puso ni un ladrillo acá. Espinoza no hizo los parquecitos. Nosotros los vecinos lo hicimos. Todo. Los arbolitos digamos yo doné dos árboles, mi cuñada donó tres árboles, Marta habrá comprado dos árboles, así. Y cada vecino compró su árbol.

Encontramos en Celina un sentido en común acerca del protagonismo de la comunidad barrial en la defensa del espacio público y comunitario frente a actores ligados a la política municipal –cooperativa, delegado, intendente–. La sociedad de fomento es reconocida como espacio de la comunidad y es el lugar desde el que Marta construye su referencia pública y por el cual es reconocida social y políticamente.

Ella estaba metida en todo momento: meterse en política siendo mujer

Marta es madre y su activismo político no puede escindirse de esta identificación. Sus primeras acciones colectivas en Villa Celina estuvieron relacionadas con la cooperativa de la escuela a la que asistían sus hijes. Luego asumió el rol de comadre del Plan Vida, una política alimentaria lanzada por el gobierno nacional en 1996, que se implementó a través de mujeres reconocidas por la comunidad en sus territorios: las manzaneras, quienes recibían los alimentos en sus hogares y los redistribuían a la población, y las comadres, encargadas del seguimiento de las mujeres embarazadas (Masson, 2004; Dallorso, 2008).

En Marta se puede observar una continuidad entre aquel momento y el presente, en su papel como responsable de una sociedad de fomento que funciona principalmente como comedor infantil, un espacio habitado y sostenido exclusivamente por mujeres, madresbolivianas que participan como voluntarias, es decir, sin recibir retribución económica. Para Marta y las mujeres que la rodean, existe una obligación moral como madres: garantizar el alimento para los chicos. Marta enfatiza la voluntariedad de su colaboración en respuesta al planteo de los miembros de Patria Grande, quienes desde la perspectiva de la economía popular (Grabois y Pérsico, 2015), proponen el reconocimiento de la tarea de estas mujeres como "trabajo comunitario" a través de un Salario Social Complementario.10 Este posicionamiento, explica Perissinotti, “consiste en expandir los criterios establecidos acerca de qué se considera trabajo, qué se considera productivo y quiénes se perciben como trabajadores, con el fin de crear intersubjetivamente la figura del trabajador/a de la economía popular” (2020: 154-155).

Por el contrario, Marta diferencia la política de la institución social, de un modo similar al que observó Laura Masson (2004) respecto a la construcción de la identidad de las mujeres incorporadas al Plan Vida como manzaneras. El vínculo feminidad-trabajo voluntario-honestidad buscó entonces oponerse a la política entendida en términos masculinos y vinculada con la deshonestidad. Ser manzanera era trabajar como voluntaria, movida por el amor y la lucha por la familia, reproduciendo así una representación tradicional de la figura femenina: la asociación mujer/madre y los valores de amor, honestidad y solidaridad; en contraposición a la política entendida como ámbito masculino, arena de conflicto e intereses. El gobierno provincial, gestor de esta política, se esforzó en presentarla como apolítica, como un hacer social que, como demostró Masson, no tenía correlato en la realidad. En la misma sintonía que el Plan Vida, el comedor tiene el objetivo de garantizar el alimento de los chicos a través de un trabajo voluntario.

A su vez, Marta identifica que como mujer ha tenido que luchar contra ataques recibidos por no cumplir con lo esperado según su género, ya que a diferencia del resto de las mujeres que sostienen el comedor, ella está metida en política. Corina lo denuncia así:

Ella es madre, su marido le dejó por esto. Ella estaba metida en todo momento, y no se dedicaba a la familia.

Si bien concuerda con la necesidad del comedor como espacio de contención para los chicos, cuestiona que Marta priorice actividades sociales ante el bienestar de su propia familia. Por eso ella, que participó del espacio activamente en los inicios, luego se retiró:

Tenía que ir a una reunión, otro día había que hacer esto, y dejaba a mis hijos, en vez de atender a mi marido y a mis hijos les dejaba y me iba... entonces dije no, yo decido, viste, voy a tener problemas con mi marido y con mis hijos y decido retirarme yo de ahí.

Pero tanto Corina como Marta no solo son madres: son madres bolivianas. El 27 de mayo no es un día cualquiera en Villa Celina: se festeja el día de la madre boliviana y toda la comunidad se viste de fiesta. Como me explicaron, se conmemora a las mujeres en lucha contra el colonialismo, cuando en 1812 sus maridos e hijos estaban en el frente de batalla y ellas salieron a defender la ciudad de Cochabamba ante el ejército realista. Así se valora a las mujeres en tanto madres y esposas, ligadas a un rol tradicional de género en tanto responsables de garantizar la reproducción social, y a su vez se constituye su identidad desde un mito que las ubica como protagonistas de la lucha política. Esto último evidencia que la dicotomía entre lo público y lo privado tal como es abordado por gran parte de la teoría feminista, lejos de ser una oposición universal, transhistórica y transcultural, es una construcción propia de la teoría y la práctica liberal (Pateman, 1996).

Marta oscila entre afirmar que lo que ella hace en su barrio es política, cuando asume que está metida en política y alejarse de esa categoría cuando su autoridad sobre el espacio de la sociedad de fomento se ve amenazada por actores municipales u otras organizaciones. Entonces afirma que lo que hace lo hace por los chicos y que la sociedad de fomento es una institución civil. De este modo busca proteger ese lugar de las organizaciones políticas y mantener su control sobre él, con el objetivo de capitalizar esa construcción y ser reconocida por las autoridades bolivianas como una referente de la comunidad de Celina. Como veremos, la institución es sostenida en interacción continua con actores municipales que dan cosas. Además, la insistencia en la categoría de institución social es la táctica que Marta encuentra para ser aceptada por el gobierno municipal y sostener ese vínculo.

Meterse en política siendo boliviana: el peronismo chanta versus el peronismo de Evita

Marta es peronista en un municipio gobernado por el peronismo desde la transición democrática en 1983. Es parte de la agrupación predominante dentro del PJ11 de La Matanza, la “Ramón Carrillo”, creada por Alberto Balestrini y dirigida hoy por Fernando Espinoza. Aún así, considera que no ha recibido su apoyo, y denuncia que sus militantes no pisan el territorio. Por parte de la delegación municipal considera que

el único rol que tuvo [la delegación] dentro de lo que es la institución [Pueblos libres], es que no nos lo hizo caer lo que levantamos.

Con esto último compara su situación con la experiencia de una agrupación política de tradición piquetera, Barrios de Pie, a quienes sí les hicieron caer lo que levantaron cuando intentaron construir un local en un lugar visible y central de ese territorio. Se comprende así el esfuerzo de Marta en escindir, discursivamente, la sociedad de fomento de la política enfatizando su carácter de institución social. A su vez, relata una conversación con el delegado municipal de Villa Celina, también miembro de “La Carrillo”:

“Yo me siento ninguneada”, le digo. Y entonces ahí Pedro me dice “Marta, ¿políticamente para quién trabajas?”, “Para nadie”, le dije... vino Barrios de Pie pero... “Esto es simple, Marta. Si tu trabajas para nosotros políticamente, todos los reclamos van a venir a través tuyo. O sea, vos vas a manejar, monopolizar los vínculos, y vas a estar con nosotros”. “O sea sería como puntera, le dije” (se ríe). “Pero, es así, Marta, la política es así”.

La relación que Marta estableció entonces con el delegado municipal estuvo movida por el objetivo de conseguir cosas y mejoras para el barrio, entendiendo que para evitar ser ninguneada debía alinearse políticamente con “La Carrillo”. Esto marcó un punto de inflexión en su trayectoria, a partir del que se metió en política. Sin embargo, siempre mantuvo un alto grado de autonomía, variando su cercanía o distancia con la organización de acuerdo al momento, ya que manifestó ser excluida y discriminada en tanto boliviana.

Como peronista, Marta siempre apoyó a los gobiernos kirchneristas, que entiende emparentados con el proceso de cambio boliviano y parte de un proceso más amplio vinculado a la “construcción de la Patria Grande”. Por eso ha acompañado sus campañas electorales con gran convicción. Como contrapartida, diferencia el peronismo matancero, que considera un peronismo chanta:

para los votos “no... ah... compañera compañera” después andate a la mierda, o sea… yo veo que nunca voy a tener ingreso ahí dentro, o sea, para las campañas sí [...] no me siento parte de La Carrillo que solo nos reunimos, están fumando el pucho, opinan, opinan cómo va la imagen de Espinoza... y les vale mierda lo demás […] Hay juventud peronista ahí, no, en La Carrillo. Y... ¿dónde está la juventud peronista? ahí, trabajando en el municipio... limándose las uñas... no hay o sea digo... y les falta esa motivación de salir al territorio, eh... como es que ya están seguros pues o sea... yo me hago peronista, y soy hija de fulana y ya está. Y ya sé que voy a trabajar en el municipio porque me corresponde porque vengo, sucesión de cargos, o sea, por apellido. Y... no se abre. Y entonces eso es una de las cosas que ahora cuando haya reunión yo voy a reclamar. Porque los migrantes somos voto. Y, también como somos voto, queremos ser voz, queremos ser representantes.

Marta critica el hermetismo del grupo dominante dentro del PJ matancero, que no abre el juego por fuera de una élite, una crítica que realizan también otres referentes barriales (Ferraudi Curto, 2014). Pero en su caso se suma la denuncia de discriminación por boliviana.

Al peronismo chanta de La Carrillo opone el peronismo de Evita, lo cual coincide con el énfasis en el aspecto social de la política que Javier Auyero identificaba en otras mujeres referentes del peronismo, que en sus actuaciones públicas restablecen, recrean y reinventan la imagen de Evita como “La dama de la esperanza” (Auyero, 2001: 152); una imagen de Evita como alguien por fuera de la política y por lo tanto no contaminada por ella.

Marta no condena la lógica clientelar en tanto tal, sino que compara su situación con la de quienes sí obtienen recursos de parte del Estado municipal. Según plantea Pablo Semán, el intercambio clientelar debe entenderse como parte de un “entramado de redes de relaciones y representaciones culturales construidas diariamente entre políticos y clientes” (2006: 166). Marta se amolda a las lógicas de La Carrillo y a la vez juega con ellas, mientras condena la subordinación que sufre como boliviana al pedir cosas para un barrio boliviano. Quizá Marta no cuestiona de base esta lógica porque solo adopta el comportamiento esperado el apoyo al gobierno en las campañas electorales, cuando eso coincide con sus convicciones; y se siente libre de no hacerlo en momentos en los que no está convencida, como en las campañas de 2015 y 2017, cuando optó por respaldar en el municipio la candidatura de Iván Mamani, un compatriota, compañero del MAS en Argentina y miembro referente de Patria Grande, a pesar de saber que podría enfrentar alguna forma de represalia por parte de La Carrillo. Se trata de una combinación de un voto instrumental, guiado por la circulación de recursos, y un voto convencido. Marta siempre analiza el contexto político y las posibles consecuencias materiales de sus acciones, y toma decisiones autónomas basadas en sus conclusiones. En ella estas lógicas no son opuestas sino situacionales, interactúan y se combinan de acuerdo con contextos específicos.

Entonces, Marta se vincula con la política local en gran medida para conseguir recursos, con el objetivo primario de construir la sociedad de fomento como su lugar de referencia, para lo cual se relaciona con distintas personas, organizaciones e instituciones que le permitan obtener cosas, y también servicios y presencia en el territorio, como los militantes de Patria Grande (lo que los militantes de La Carrillo no le dan). En este camino, ella no se casa con ninguna organización, tal como identificó Perissinotti (2020) para el caso de migrantes bolivianas de Córdoba, al contrario, se mueve a través de ellas, negociando para obtener lo necesario para sostener su lugar en la sociedad de fomento.

El “activismo transnacional desde el medio”, de Marta

Como vimos, Marta es peronista y hace política en y desde esta pequeña Bolivia vinculándose con distintos actores ligados a la política local. Sin embargo, solo denomina compañeros a otres bolivianes del MAS,12 es reconocida como referente de su comunidad por sus compatriotas, y centra su atención en la política boliviana.

El cambio de gobierno en Bolivia en 2006, con Evo Morales a la cabeza, marcó el inicio de lo que se denominó el proceso de cambio boliviano, que tendió a enfatizar desde arriba la diversidad interna en términos de plurinacionalidad: ya no apelando a una Bolivia homogénea sino a un Estado Plurinacional que reconoce y acoge una heterogeneidad de naciones.13 Implicó además una transformación radical en la política exterior boliviana dirigida a sus emigrantes, a partir del desarrollo de la ciudadanía política externa, tanto un estatus legal como una forma de pertenencia a la comunidad política boliviana (Lafleur, 2012). Domenech y Magliano (2007) coinciden en que tanto funcionarios gubernamentales como actores de la sociedad civil reconocen un cambio de enfoque en la política migratoria que se produjo con la llegada del MAS al gobierno, que en sintonía con el contexto internacional comenzó a legislar desde una perspectiva de derechos y considerar la emigración como una cuestión prioritaria.

En este contexto se delinearon estrategias políticas específicas para la población boliviana residente en otros países, que ronda entre un 20% y un 30% de les nacides en Bolivia; y en especial para la Argentina, el principal país de destino para les emigrades bolivianes (Domenech y Hinojosa Gordonava, 2009). En particular, se trabajó en lo que Merenson (2012) denominó “la producción del voto transnacional”, esto es, el voto desde el exterior: la posibilidad para les emigrades de incidir en las elecciones generales de su país de origen. Se trata de un proceso complejo que moviliza a muchos y variados actores y constituye un elemento central del transnacionalismo (Merenson, 2016). En el caso de Bolivia, Lafleur (2012) muestra cómo la organización y las acciones específicas de lucha por el voto en el exterior de les emigrantes, especialmente de Buenos Aires, fueron decisivas para la aprobación de la legislación, tras años de disputas entre el gobierno y la fuerza política opositora para efectivizar un derecho que se encontraba en el código electoral boliviano desde el año 1991 (Hinojosa Gordonava et al., 2012: 53). En abril de 2009 se aprobó la reglamentación del empadronamiento de les ciudadanos residentes fuera del país para efectivizar la posibilidad del voto en las elecciones de diciembre de ese año (2012: 42).

Cuatro años después, para las elecciones generales de 2014, el MAS desplegó con fuerza su campaña política en Buenos Aires, a través de la figura de les referentes territoriales bolivianes, entre elles, Marta, quien jugó un rol protagónico en la tarea de empadronar a la población de Villa Celina para el ejercicio de su derecho al voto en el exterior. Uno de los actores claves en este proceso fue Ramiro Tapia, entonces cónsul general, compañero y amigo de Marta. Fue él quien la eligió y legitimó ante el movimiento político como cabecilla de campaña, tras reconocer su trabajo en relación a la sociedad de fomento; y el éxito logrado en torno al empadronamiento biométrico de la población de Villa Celina la posicionó entonces como Marta de Celina, como la referente boliviana en ese territorio.

En este contexto, ya no es posible pensar la identidad boliviana en Buenos Aires en términos de un proceso de construcción nacional desde abajo en oposición a uno desde arriba (Grimson, 1999), sino en procesos de politicidad transnacional desde el medio que han cobrado protagonismo con el ascenso del MAS al gobierno boliviano (Merenson, 2012 y 2016; Rodrigo, 2014 y 2016). La identidad boliviana se ha reconfigurado a través de la apelación a un Estado Plurinacional que alberga las distintas identificaciones regionales que re-emergieron con el asentamiento progresivo de la comunidad boliviana en nuestro país, tal como señaló Caggiano (2005), y que se reconoce en la figura de Evo Morales.

García Linera definió “el evismo” como una “estrategia de lucha por el poder fundada por los movimientos sociales” (García Linera, 2006: 2), que rompe con la búsqueda de la representación política de los movimientos para luchar por su auto-representación, es decir, por la ocupación y el control directo de los puestos en el Estado. Esto se relaciona también con el debate acerca del rol del Estado en el activismo transnacional de les emigrades y la necesidad de trascender la división entre un “transnacionalismo desde arriba” y un “transnacionalismo desde abajo” (Merenson, 2012), ya que para Marta hay –o se espera que haya– una afinidad y un compañerismo entre quienes ocupan cargos estatales y quienes son parte de los movimientos sociales, y por lo tanto esa dicotomía no permite acceder a la complejidad de estos vínculos.

A diferencia de su relación con los miembros de La Carrillo, la relación de Marta con los miembros del MAS es de compañerismo, lo cual abarca tanto a aquellos que ocupan cargos estatales como a quienes no lo hacen. Recordemos la identificación de Marta con la lucha de los cocaleros del Chapare cochabambino y, en particular con Evo Morales, un compañero ocupando un cargo, y su distancia con los peronistas de La Carrillo que no salen al territorio.

En 2019 Evo Morales visitó La Matanza en el marco de su campaña por una nueva reelección, y Marta fue elegida como una de las oradoras del acto al que tuve la oportunidad de asistir. En su discurso, muestra la centralidad en la que ubica al entonces presidente en relación a la vida de les migrantes residentes en Argentina, así como la importancia de las políticas estatales bolivianas dirigidas a la comunidad en la Argentina:

Gracias a nuestro hermano Evo Morales. Desde la distancia vemos y saludamos el cambio que vive nuestro país en lo económico, lo político, social, y cultural. A los jóvenes del presente les digo: pregunten a sus padres cómo era la Bolivia de antes, piensen que se puede, que el futuro lo hace cada uno. Sean parte protagonista de esta historia. Aprovecho la oportunidad para saludar a los compatriotas que retornaron a Bolivia, les toca ser parte ahora desde nuestro país. Nunca se olviden lo que vivieron en Argentina, con un Estado que valora los cambios. También aprovecho para agradecer a nuestro hermano Evo Morales por todas las políticas alrededor de nuestra comunidad boliviana: aquí nos tiene [...] La migración no es una elección libre: nos trasladamos porque falla la economía, porque no vemos futuro: eso ha sido nuestra realidad en el 90. Y por eso muchos acá presentes habitamos en Argentina [...] Hermano presidente, de corazón le digo: usted ha devuelto la dignidad a todos los que hemos migrado a este país.

Marta no convoca a les bolivianes residentes en Argentina a involucrarse en el proceso político boliviano, sino al revés: llama a quienes volvieron a ser parte ahora desde Bolivia. Se observa así una especie de continuidad territorial entre ambos países que desafía la noción clásica de Estado-nación, la cual define como una de sus características un territorio delimitado (Oszlak, 1997): ya sea desde la pequeña Bolivia o desde Bolivia, se lucha en pos de un mismo objetivo. La continuidad del MAS en el gobierno implica la mejora de la vida de todes les bolivianes más allá de las fronteras territoriales del Estado Plurinacional, así como la opción del retorno. Evo Morales es, ni más ni menos, quien ha devuelto la dignidad a les bolivianes residentes en Argentina.

Reflexiones finales

El eje de la politicidad de Marta gira en torno a Bolivia y les bolivianes. Su reconocimiento ante las autoridades de ese país y la población boliviana en Buenos Aires es posible porque tiene (o lucha por) un lugar propio: la sede de la sociedad de fomento Pueblos Libres. Como vimos, su activismo local y su activismo transnacional se refuerzan mutuamente: lo que ella construye en el territorio en el que vive es lo que muestra a sus compañeros del MAS y a las autoridades bolivianas en la Argentina. De este modo, su activismo transnacional se nutre de su inserción en la política local que permite la construcción de la sociedad de fomento.

En el caso de Marta, no es posible sostener una dicotomía entre un activismo local y uno transnacional, ya que la pequeña Bolivia es vivida como parte constitutiva de Bolivia. Esto nos invita a pensar aquí no tanto una “doble lealtad” (Portes, 2003), sino un cuestionamiento en la praxis a la noción clásica de Estado-Nación, ya que no solo se construye la bolivianidad en Buenos Aires, sino también se contribuye a la formación del Estado Plurinacional de Bolivia desde aquí, reconociéndose en el liderazgo de Evo Morales. La lealtad no es doble, sino hacia una Bolivia plurinacional y transfronteriza.

Referencias

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1 Uso un lenguaje no masculinizante para referirme a colectivos que incluyen o pueden incluir personas de distintos géneros, en pos de evitar la presunción de género de las personas involucradas. Entendiendo al lenguaje como una construcción social en continuo movimiento, considero sustancial que la producción académica y especialmente la antropológica en consonancia con su tradición relativista, no reproduzca el lenguaje dominante excluyente sino que contribuya a la visibilización de la existencia de otras realidades, y no exclusivamente en el área de los estudios de género. Elijo el uso de la “e” como genérico, y no otras opciones como la “x”, para facilitar la lectura de quienes no están familiarizades con el “lenguaje inclusivo” y la de las personas no-videntes. Las citas directas respetan el texto original.

2 Los nombres que aparecen en este artículo son ficticios, para resguardar la identidad de mis interlocutores, a excepción de las figuras públicas.

3 Uso itálica para los términos usados por mis interlocutores, y comillas para conceptos y citas de otres autores.

4 Villa Celina es conocida como una pequeña Bolivia debido a la gran proporción de población boliviana asentada en la zona hace más de 20 años. Es una localidad perteneciente al municipio de La Matanza, el más extenso y poblado de los 24 distritos que conforman el conurbano bonaerense y abarca sus tres cordones. Con una superficie de 329,22 km2 y habitado por más de un millón y medio de personas, es considerado como ‘un bastión del peronismo’.

5 Se trata de una organización política de la autodenominada “Izquierda popular”: Patria Grande, un movimiento político de incidencia nacional nacido en 2014 tras la confluencia de distintas organizaciones.

6 Se conoce como “menemismo” al período de gobierno de Carlos Saúl Menem, presidente argentino entre 1989 y 1999. En marzo de 1991 se promulgó la Ley de Convertibilidad, que establecía la paridad fija entre el peso argentino y el dólar estadounidense. Este período de casi 11 años es denominado popularmente como “el uno a uno”.

7 El MAS es el Movimiento Al Socialismo, Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, fuerza política liderada por Evo Morales, quien gobernó Bolivia entre 2006 y 2019, cuando fue destituido por un golpe de Estado. En 2020 ganó nuevamente el MAS con Luis Arce como candidato, actual presidente del país.

8 A fines de 2001 estalló una gran crisis política, económica y social. El 19 y 20 de diciembre de ese año una serie de revueltas populares provocaron la renuncia del presidente Fernando De la Rúa (1999-2001) dando inicio a una época de gran inestabilidad política y un crecimiento abrupto de la pobreza.

9 Se refiere a Fernando Espinoza, miembro del Partido Justicialista e intendente del partido de La Matanza entre 2005 y 2015.

10 A fines de 2016 la CTEP se articuló con la CCC y Barrios de Pie, otras dos organizaciones con fuerte inserción territorial, con quienes llevó adelante una serie de acciones y movilizaciones para reclamar la aprobación de la Ley de Emergencia Social (Ley N ° 27.345), que se promulgó en diciembre. Con esta se creó el Consejo de la Economía Popular y el Salario Social Complementario (SSC) consistente en la mitad del salario mínimo vital y móvil. Se creó también el Registro Nacional de trabajadores de la Economía Popular, en la órbita del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En marzo del año siguiente, mediante la resolución 201-E/2017 se promulgó el programa que reglamenta la ley, y que establece el modo de transición de los distintos programas sociales existentes al SSC (Perissinotti, 2020: 148-149).

11 Partido Justicialista (peronista).

12 Según algunos testimonios, durante la campaña presidencial de 2014 el MAS buscó expandirse en Argentina creando un comité político del cual Marta forma parte.

13 Tras el triunfo del MAS en diciembre de 2005 se creó la Asamblea Constituyente y en 2009 se promulgó la Nueva Constitución dando inicio al Estado Plurinacional de Bolivia (Schavelzon, 2012).